Capítulo XXXVIII: El golpe final

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Él abrió la puerta y sostuvo el picaporte, sonriéndole mientras le cedía el paso. Ella entrecerró los ojos y lo observó un momento: o estaba comenzando a actuar paranoica desde que el reloj comenzó a correr como el último mes allí o definitivamente algo se escondía detrás de aquel gesto.

Avanzó dos pasos y uno al costado, esperándolo para caminar juntos hasta el escritorio. Taehyung le palmeó el hombro y bromeó preguntándole si todo estaba bien. Chaeyoung solo asintió y continuó tras sus pasos.

— Espero que lo que tenga para decirte no opaque entonces tu buen humor de hoy —definitivamente era un idiota. Le había dicho que todo estaba bien, no que repartía buen humor para todos.

— Eso no suena muy bien, Taehyung ¿tengo que preocuparme?

— La verdad es que todos estamos preocupados. Siéntate, por favor —le señaló la silla junto a ella y Chaeyoung se relamió los labios: definitivamente algo de paranoia y algo más había en esas palabras.

Se sentó y lo vió voltear, mirando por la ventana con la persiana baja y con un dedo entre ella, manteniendo su rostro oculto y apenas dejando pasar algo del sol.

Se removió y se aclaró la garganta, esperando porque comenzara con aquel misterio.

— Estamos en banca rota —hubo un silencio, un largo silencio que se prolongó mientras él arremangaba su camisa. Chaeyoung pasó saliva secamente, eso no podía ser posible. Taehyung era la cara de la empresa, sí pero Mark la fuente de dinero y el hombre tenía mucho. Tanto o más que todos los lugareños de Santana Bárbara juntos.

Se pasó una mano por su cabellera y acomodó una pierna sobre la otra, pretendiendo no inquietarlo ni delatarse con lo que fuera a decirle. Era la primera vez que en uno de sus trabajos le soltaban aquello y, por lógica, si no había más billetes, no había más trabajo.

— No entiendo, Taehyung ¿cómo puede ser eso posible? Hasta hace dos semanas teníamos compradores por mayor. Incluso Ahn quiere unirse como proveedor y comenzar esto a nivel industrial ¿De qué estás hablando? ¿Estás seguro? —el soltó el dedo de la persiana y volteó a verla.

— No te lo había dicho porque sé cómo se siente qué desprestigien tu trabajo pero...hace unos días recibía algunas quejas. Varias, a decir verdad. Tu cereal ya no es el mismo, la gente dice que ha cambiado su gusto y el hecho de que hayamos aumentado los precios no ayudó demasiado. No quieren continuar arriesgándose y detendrán las compras por un tiempo.

Eso era una completa farsa, pensó y se apretó los labios para no saltar y golpearlo. Estaba mintiéndole en la cara. Los productos continuaban igual. Harry no cambiaba la receta a menos que ella lo hubiese ordenado y jamás lo había hecho. Y Harry era una de las pocas personas a la que le confiaba los detalles. Así que era Taehyung quién estaba enredándolo todo, no él.

— Sin dinero de compradores, más el que depositamos en agrandar el campo, la compra de los silos, los nuevos empleados...el dinero llegó a su tope, Chaeyoung. No podemos soltar ni una moneda más.

— ¿Eso quiere decir que te desligas de mi empresa?

— Hemos crecido gracias a ti. Tu empresa agrandó a la mía pero sí, estoy desligándome de ella en nombre de mi tío —Y metía a Mark en esto. Continuaba queriendo engañarla usando a su tío de escudo. No le creía, no iba a creerle y menos aún cuando Lee aún no había hablado con Mina sobre algún despido de su arrebatado y momentáneo puesto de chef personal.

Estaba a 48 días de terminarlo todo. La presión estaba corriendo en cada gota de su sangre y ahora con esto, iba a terminar explotando de mala manera.

Asintió y se puso de pie. Aún con sus dientes pegados, sacudió la cabeza y estiró su brazo en dirección a él.

— Vaya, esto no es algo que una empresaria hubiese deseado oír pero...te entiendo, Taehyung —él miró su mano, esperando un estrechón y alzó la suya con lentitud. Chaeyoung le sonrió, mientras el contacto se sacudía y finalmente se separó en busca de su maletín.

𝐑𝐄𝐆𝐋𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐎𝐑𝐎Where stories live. Discover now