Capítulo 20

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Todo estalló. Sus feromonas cubrían toda la habitación. No tenía otra salida más que
aferrarme a él. El miedo, todo desapareció. Mi cabeza, mi cuerpo entero crepitaban. Aun no
estaba seguro si podría creer en sus palabras. Tenía que alejarme, quería alejarlo, pero no podía, mi cuerpo lo deseaba, deseaba tanto a este
hombre. Mis sentimientos eran ambiguos, pero al final terminaron cediendo ante sus feromonas. Me
hundí en sus ojos y cedí a mis deseos. Sus labios y los míos se toparon de nuevo, hundidos en pasión. Él chupaba y lamia mis
labios. Yo miré los suyos y los acepté sin poner resistencia. —Eh, ah… —Mientras sollozaba y temblaba, él mordió mi labio inferior. —Creo que voy a
llorar, me volveré loco. Me sostenía con tanta fuerza. Comenzó a frotar mi parte inferior, en un instante separó mis
piernas y comenzó a empujar su parte inferior contra la mía. Me sentí más excitado
mientras él susurraba en mi oído. Yo movía mi espalda mientras él frotaba la parte inferior, podía sentir como su pene se hinchaba cada vez más. A pesar de que ambos aún estábamos vestidos, la humedad de nuestros cuerpos hacía que
cada vez que nos frotábamos nos sintiéramos desnudos por completo. Mi pene temblaba, todo mi cuerpo temblaba, y no era porque sintiera miedo sino porque
los sentimientos que experimentaba eran desconocidos, pero aun así se sentían tan bien. —No tiembles, no tengas miedo, tampoco digas que odias esto porque sé que no es
así. —El sonido de sus palabras se derritió en mis oídos. Incluso la saliva que exudan mis labios tiene un agradable olor a feromonas. Me hablaba en un tono de súplica, era tan
atento conmigo. Él un hombre al que no le falta nada, me estaba suplicando. Sus labios, los mismos que habían estado mordisqueando los míos, se deslizaron hacia
abajo, lamieron mi barbilla y tocaron mi nuca. Sentí su mano deslizarse por mi camisa y
acariciar mi piel desnuda. Fue un toque seco. Él estaba tan apurado, tocaba y frotaba cada
parte de mí y me provocaba escalofríos. No solo mi trasero, todo mi cuerpo estaba muy
mojado. El sentimiento de tener la ropa cubierta de sudor era nuevo para mí. Su aroma era tan penetrante que hacía hervir todo mi cuerpo. Eran unas feromonas que
aplastan cada uno de mis sentidos. —Fe- feromonas… —¿Te encanta mi olor?
Su pene seguía golpeándome insistentemente. Él se descubrió rápidamente, se desabrochó
rápidamente los pantalones con la mano, metió su mano entre su ropa interior y sacó su
pene. Lo agarré sin dudarlo, era tan grande que tenía ganas de gritar del shock, tanto que
comencé a temblar. Tocaba interminablemente mi trasero y mis nalgas, sus besos se derramaban sobre los
lóbulos de mis orejas y mi cuello. Su pene envuelto entre mis manos latía sin parar, incluso
se puso aún más duro y empezó a derramar líquido. La mano grande que imaginaba cada
vez que me masturbaba, ahora estaba acariciando cada parte de mi cuerpo y sus dedos
entraban si cesar en mi trasero. Mi pene estaba erecto y de él comenzó a salir líquido, era el
mismo que salía cada vez que me masturbaba. Su mano era mucho mejor que la mía, era una mano grande y fuerte. En un momento, él agarró mi pene y comenzó a frotarlo, me encantaba la sensación que se
formaba cada vez que mi escroto topaba con su reloj de pulsera. Esto era como una llama ardiente que podía convertirse en cenizas pronto. Puede que todo
acabe y me sienta vacío, puede que no supere su abandono, pero no podía pensar porque mi
cabeza estaba en blanco, solo quería fundir mi cuerpo con él y tener sexo como una bestia. Todo mi cuerpo lo deseaba. Era la primera vez que deseaba a alguien tan desesperadamente y era la primera vez que
alguien me deseaba con tanta seriedad ¿De verdad puedo creerle? ¿Puedo creer en sus
sentimientos? O ¿Debería olvidar todo esto? —Ah, ah…—Gemidos brotaban de mi boca, el frenesí superó al miedo. Con mis manos
temblorosas me sujeté a su cuello y froté sus hombros con mi boca mientras unas lágrimas
salían de mis ojos. —Lloras bastante, eres tan lindo.
—Sniff —solo podía suspirar. —Dime ¿Quieres hacerlo? ¿Me quieres dentro? —Su pregunta me orilló a la lujuria. Sentía el líquido que salía de la punta de mi pene, él frotaba insistentemente y con su mano
recorría cada parte de mi cuerpo húmedo. Todo hormigueaba, era un sentimiento nuevo. En mi agujero solamente golpeaba sus dedos, era tan molesto no poder sentir algo más
grueso, me volví codicioso e insaciable. Su pene seguía tan duro, ¡Ah!, el sonido que hacía al sacudir su pene en mi cuerpo era
genial. Mi trasero lo deseaba, no podía soportar la sensación, quería más, así que frotaba mi
cuerpo contra él. —Bueno, espera un momento. —No hagas eso. No empujes así, te lastimarás, deja que el líquido salga. —Pensé que
no quería hacerlo y por eso me alejaba, pero estaba equivocado. Él seguía murmurando en
mi oreja, mientras sacaba brutalmente el líquido de mi pene. Aplastaba el glande con la
punta de sus dedos. Gemí y volvía a pegarme en sus hombros. —Eh, … la… ropa. —¿Ropa? —… Quiero quitarme la ropa, hace mucho calor. —Fue entonces cuando con sus fuerzas
y de manera delicada me abrazó. Mi pene, que había sido apretado entre sus grandes manos, palpitaba; mientras él se
quitaba la ropa y mordía sus labios. Era una locura, pero incluso después de tener miedo, lo
deseaba tanto, él se quitó los pantalones y se bajó la ropa interior. Incluso hasta quitándose la ropa lucia tan abrumador, me deslumbró. Vi cómo me quitaba la ropa sin parpadear. Era una habitación silenciosa en la que solo se
escuchaba la respiración húmeda de ambos. Los pantalones y la ropa interior todo estaba
abajo, cayeron a un lado de la cama, fue cuando me di cuenta que ya estaba completamente
desnudo. Mi cuerpo temblaba por el viento frío que me rozaba. La luz del atardecer que ingresaba por la ventaba dejaba al descubierto mi cuerpo
totalmente desnudo. Había áreas rojas en mi piel, eran las áreas que él había succionado con tanto placer. Mi
cuerpo estaba cubierto de sudor, mi cara de seguro tenía una expresión bastante
vergonzosa, pero mi pene seguía erguido y derramando líquido que mojaba mis piernas e
incluso llegaba hasta mis pies. Todo mi cuerpo estaba expuesto ante sus ojos, sin ningún tipo de filtro. Cuando me desvistió mi cuerpo se volvió más pequeño, me acurruqué porque
tenía pena de que viera mi verdadera apariencia. Su miraba recorría todo mi cuerpo. En realidad, nunca había imaginado a una persona
viendo mi cuerpo desnudo. Obviamente, iba a ser horrible porque yo no era de figura
esbelta. Ese pensamiento vino a mí en medio de la pérdida de razón por las feromonas. No pude
evitar el hecho que al quitarme el traje pulcro mi pequeño cuerpo quedara al descubierto. —¿Cómo puedes ser tan hermoso? —Esas palabras salieron de su boca con tanta
amabilidad, mientras me veía con una sonrisa en su rostro rojo y caliente. Su mano acarició
mis mejillas, las curvas de mi barbilla, el cuello, los hombros y marcó un beso en mi pecho. —No hay ningún rincón de tu cuerpo que no sea hermoso—. Las yemas de sus dedos
me hacían cosquillas mientras frotaban mis pezones. Las partes donde sus manos tocaban
dejaban un fuerte hormigueo. Sus manos se deslizaron desde mis pezones y acariciaron mis
costillas, una tras otra; luego agarró mis rodillas, levantó mis piernas y las separó de prisa. La parte que se encontraba en medio de mis muslos quedó al descubierto, él la miraba con
deseo. Era obvio que no solo miraba mis genitales, sino también los pliegues de mi agujero
que eran claramente visibles. Debido a la vergüenza no podía mirarlo, así que dirigí mi
mirada hacia el techo. Nuevamente sus feromonas se intensificaron y comencé a temblar en
el momento en que llegaron a mi nariz. Eso fue tan doloroso porque no podía resistir más. Me sentía como si estuviera en una olla
hirviendo, como si me cocinaran lentamente. Él seguía besándome, puede que en verdad
tenga sentimientos por mí. De pronto quería decirle que ya estaba listo. Sus labios seguían besando todo mi cuerpo, llegó a mis piernas y las besaba con tanta intensidad. —No esperaré más. Toda la amabilidad desapareció. Sus movimientos corporales de empujar y presionar eran
cada vez más y más fuertes que antes. Me daba demasiado placer y escuchaba unos sonidos
húmedos. Él besaba y chupaba mi pecho hinchado. Me acostó en la cama mientras se quitaba algunos
botones que sostenían su camisa. Yo estaba impaciente, agarré los botones y los arranqué, salieron avetados bruscamente. Cuando se quitó la camisa quedó totalmente desnudo. Inmediatamente vi su pene, era tan
hermoso, definitivamente era el adecuado para una persona como él. Estaba tan erguido y
firme. De un momento a otro me penetró con tal fuerza que pensé que no iba a aguantar, sus movimientos eran bruscos, él continuaba con mucho afán.
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Mi mirada estaba perdida en él, un hombre tan perfecto que se encontraba encima de mí y
sin parar derramaba todo dentro de mi cuerpo, era tan rudo y excitante. —Eres tan increíble, tu cuerpo es realmente perfecto. He eyaculado tantas veces en ti, pero aún no estoy satisfecho. —No podía soportarlo más, sus feromonas eran tan
abrumadoras. —¡Ah, ah!, … más… más … Doha… sí…ah…! así…. ah … ah… lento… ah…ah…! —Mi
cuerpo ya estaba cansado, ya no podía llorar más de placer. Me dolía la garganta y mi boca
no dejaba de emitir gemidos. Realmente estaba cansado, pero aún seguía tumbado de boca contra la cama con la cadera
levantada. Él seguía empujando sin piedad. No importaba cuánto le rogara, su pene seguía
erecto y no dejaba de penetrarme rápidamente. Me observaba con unos ojos tan llenos de
felicidad. Mierda en verdad estoy cansado, pero no puedo parar. Mi agujero no se cerraba y dejaba que su pene entrara con facilidad. Sentía como si hubiera
estallado por una explosión. Mi parte interior estaba toda caliente y húmeda de tanto semen que eyaculó dentro. Mi
mente no podía pensar en nada más, estaba en blanco. Esto definitivamente era tener sexo, el agujero de un Omega que acepta sin cesar el pene del
Alpha. Mi agujero estaba todo erosionado por tantos movimientos que él hacía, mientras
que mi pene se movía y sacaba liquido sin parar. —El Omega más hermoso del mundo
eres sin duda alguna: tú. —Susurró alegremente mientras seguía penetrándome, yo
estaba ahogado en placer. Mi trasero estaba tan caliente y no paraba de moverse con cada
caricia que él le daba, la emoción era más grande que el dolor que sentía. El llanto siguió, pero no era un llanto de dolor el que salía de mi boca, era un llanto de placer, un llanto que
se desbordaba con cada movimiento que él hacía contra mí.

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