te quiero

2.5K 63 7
                                    

Ya hemos cogido nuestros pijamas y nuestros productos de higiene. No he querido decirle nada a Abir porque sé que si se lo cuento, le va a decir a mis padres que ya no la apetece ir. Y mis padres tontos no son, van a saber que algo pasa. Así que prefiero contarle todo por la noche.
Al llegar, nos abre la puerta Reda. Y solo me mira a mi. Noto preocupación en sus ojos, pero le esquivo y voy hacia donde están sus padres. Abir y él se quedan en la puerta. Supongo que mi hermana se ha dado cuenta de que aquí pasa algo.
-Holaaa — Les digo a Manar y Younes. Intentando disimular que no me apetece nada estar aquí.
-Hola cariño. Puedes subir con Ilias. Está arriba preparando los juegos de mesa. — dice Manar. Y la verdad es que parece cansada. Y no está muy contenta que digamos. Al llegar hemos cortado la conversación que tenían, no se que les pasa. Pero les pasa algo. Y no me gusta que estén así.
Subo arriba y allí está Ilias, con una sonrisa enorme. Ay, que buena edad. Sin problemas. Sin preocupaciones. No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Aún no sabe que es la época más bonita de su vida.
Ilias me lleva a la habitación de invitados, es muy bonita. Y tiene dos camas, una de matrimonio, y otra individual. Pongo mis cosas encima de la cama de matrimonio. Ilias sale de la habitación y entra mi hermana. Ya veo lo que se viene...
-¿Se puede saber que os pasa ? — gruñe mi hermana en un tono muy bajo.
-Solo te pido que te comportes como si no ha pasado nada, hazlo por Ilias. Te prometo que te cuento todo cuando nos vayamos a acostar. — La ruego a mi hermana. Que acaba aceptando, por muy poco que le apetezca.

Al final acabamos jugando a tres juegos de mesa. Y como Ilias está obsesionado con jugar con música de fondo, la hemos puesto, pero muy baja, muy muy baja. Que son la una y media. Y sus padres están dormidos.
-¿Como puedes ganar siempre? No lo entiendo — Se rinde mi hermana. Siempre que jugamos solas gano yo, se piensa que hago trampas. Pero no. Es que soy muy buena en estas cosas.
Empieza a sonar Mama - Jul
La canción favorita de Reda. Subo un poco el volumen. Pero muy poco. Me mira. Esquivo su mirada. La canción es preciosa, y me recuerda un montón a él. Mi hermana no para de pasar la mirada, de él a mi. Parece que esté viendo un partido de tenis.
Ilias bosteza. Creo que ya es hora de parar e irnos a dormir.
Cuando entramos a la habitación de invitados. Abir se para en la puerta, con los brazos cruzados. Esperando a que hable.
-Solo nos hemos peleado. Ya está. No todo tiene que ser de color rosa Abir. — susurro
-Si, de eso ya me había dado cuenta. Quiero saber el porqué. — me contesta, susurrando también. Me siento en la cama, y ella se sienta al lado mía.
-Abdel me ha escrito. Y Reda me ha quitado el móvil de las manos. Y se ha puesto como un loco, hasta le ha bloqueado. — mi hermana sonríe, y hasta la veo bajar los hombros.
-Ah, es solo eso. Pensé que era algo peor — ¿solo eso? ¿es que eso es poco? Pf — tienes que entenderle — añade al ver que no me ha gustado su respuesta — Joder. Tiene motivos para estar celoso Jinan. Además ¿te acuerdas de que Abdel tenía intenciones contigo? Así que no te pases tu con él. — añade.
-Supongo que tienes algo de razón. — digo.
-Y encima estaba súper preocupado cuando hemos entrado, literalmente has hecho como si no existiese. — susurra. Y con esto último se mete a la cama y me desea buenas noches.
No. No. No.
No me puede hacer eso y irse a dormir. No sé si voy a poder dormir esta noche. Pf.

Y como era de esperar. Son las cuatro menos cuarto de la madrugada y aquí sigo. Mirando al techo. No puedo. No aguanto más. Voy a bajar abajo, a beber agua. A ver si así me relajo un poco.
Bajo silenciosamente intentando hacer el mínimo ruido posible. No me gustaría nada despertar a alguien. Cuando llego abajo abro la nevera para ver si hay agua fría. Aunque ya empiece a hacer frío, el agua siempre me la bebo fría. Sea verano o invierno. Menos mal. Si que hay agua fría. Cuando cierro la puerta de la nevera, soy un grito que puede haber despertado a todo el vecindario. Que susto. Es Reda. Para que me relaje me abraza. Un abrazo largo, hasta que reacciono y me aparto de golpe. El abrazo me ha relajado, pero no tenía que haberlo hecho. No no y no.
Espero no haber despertado a nadie por favor.
Ignoro a Reda y voy a por un vaso.
-Lo siento. Lo siento muchísimo Jinan. — susurra. Y yo nunca creo a nadie que me pide perdón. Nunca. Pero al ver sus ojos. Si que está arrepentido de verdad. Lo veo.
-Te perdono — digo. Y no se esperaba esa reacción. Se alegra. Le perdono, pero aún tengo que pensar. Y yo había bajado a despejarme un poco, no a pensar más aún.
-Voy a dar una vuelta — susurro. No le estoy pidiendo permiso. Le estoy avisando. Pero su expresión ha vuelto a cambiar
-¿Qué?¿te has vuelto loca?¿a las cuatro de la mañana? — dice pero enfadado.
-Si. A las cuatro de la mañana. En este pueblo nunca pasa nada Reda. Puedes dormir tranquilo. — le digo
-Efectivamente. Te has vuelto loca si te piensas que me voy a ir a dormir mientras tu estás por ahí dando vueltas. No. Me voy contigo. De aquí no sales sin mi— responde, y no me queda otra que aceptar. Es muy cabezota. No acepta un no por respuesta.
Cuando salimos hace fresquito, y me encanta. Me encanta sentir la brisa. Reda no habla. Y se lo agradezco. Esto es lo que necesitaba. Me relaja un montón. Llevamos un rato sin hablar. Hasta que nos empezamos a mirar.
-Nunca había mirado así a alguien Jinan. Y no lo digo yo, lo dice mi madre, mi padre, mi hermano, tú hermana. Todos se han dado cuenta. Porque los ojos no mienten. No contigo. — Me lo suelta así sin más. Y ¿como voy a seguir enfadada con él si me dice estás cosas? Voy a contestar, pero no me deja, sigue hablando — Y te prometo que aunque las cosas se pongan difíciles, yo voy a estar allí contigo, dándote todo mi apoyo, aunque tú no me quieras allí, joder que cuando te veo feliz, yo lo soy el doble Jinan.
-Quiero todo contigo, y no solo que seas alguien que pasa por mi vida. Te quiero Reda.— No me arrepiento de decirlo. Es algo muy íntimo decir te quiero. Y nunca pensaba decírselo a nadie con esta edad. Pero aquí estoy. Diciéndole te quiero a la persona que quiero que esté a mi lado siempre. Y al soltarle eso se sorprende, pero sonríe, sonríe mucho.
-Pero tengo miedo. — No me esperaba para nada esa respuesta.
-¿miedo?¿miedo de qué? — le pregunto. Asustada. ¿De que tendrá miedo?
-De perderte Jinan. Personas como tú llegan sólo una vez en la vida y yo solo quiero que seas tú el resto de mi vida. — y ya no puedo pedir nada más. Porque lo tengo todo. Todo lo que siempre soñé. Inshaallah algún día pueda decirme todo eso mientras me abraza, o mientras me da la mano. Porque es una tortura no poder tocarle. No poder sentirle.
Inshaallah que no cambie. Y este siempre diciéndome estas cosas.
Inshaallah.

In sha allahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora