vuelta a empezar

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Era un tranquilo y apacible sábado por la noche cuando el sonido del teléfono rompió el silencio de mi habitación. Eran las tres de la mañana y mi mente todavía estaba sumida en un profundo sueño. Con cierta confusión y somnolencia, extendí mi mano hasta el teléfono para contestar la llamada.

- ¿Hola?- dije bostezando.
- ¡Jinan, soy Tasnim! - exclamó emocionada mi prima desde el otro lado de la línea.
Al escuchar su voz, mi sorpresa fue evidente. No podía creer que Tasnim estuviera llamándome a estas horas tan intempestivas.
-¿Tasnim? ¡Pero qué sorpresa! ¿Por qué me llamas a estas horas de la madrugada? - pregunte todavía en estado de confusión.
Una risa nerviosa se escuchó al otro lado del teléfono y luego Tasnim explicó la razón de su llamada.

- Perdona por despertarte, Jinan, pero necesitaba hablar contigo. Verás, estoy trabajando como enfermera en un hospital aquí en Bélgica, cerca de donde vives.
Mi sorpresa se transformó en curiosidad mientras trataba de asimilar la información que acababa de recibir.
Tasnim vivía en Bélgica desde hacía algunos años, pero nunca había mencionado que se había dedicado a la enfermería.
- Vaya, no tenía idea de que estabas trabajando como enfermera- respondí emocionada por la novedad.
- Sí, llevo un tiempo en este hospital y me ha ido bastante bien. Es mi turno de descanso en este momento y por eso pensé en llamarte para vernos mañana por la mañana, si te viene bien. Estaré libre a eso de las once, ¿te parece bien?

La idea de encontrarnos me entusiasmó aún más. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos y poder tener una reunión improvisada al día siguiente era una oportunidad que no quería perder.
- ¡Claro que sí! Ullah que tengo muchísimas ganas de verte.
Mañana a las once estaré allí. ¿Me das la dirección del hospital?
Tasnim me dio la dirección y charlamos un poco más sobre su trabajo y cómo le estaba yendo en Bélgica.
Después de agradecerle a Tasnim por la llamada y la invitación, nos despedimos con la promesa de vernos al día siguiente.
Colgué el teléfono, con una sonrisa en mi rostro y la emoción de poder reencontrarme con mi querida prima.

Luego de apagar la luz y acomodarme en la cama, me dejé llevar por la imaginación de cómo sería nuestro encuentro. Estaba emocionada por la idea de escuchar todas las historias de Tasnim sobre su trabajo y compartir nuestras propias experiencias.
Con la anticipación corriendo por mis venas, me sumergí nuevamente en un sueño reparador, sabiendo que al despertar, me esperaba un día lleno de emociones y reencuentros con una de las personas más importantes en mi vida: mi prima Tasnim.

El fresco aire de la mañana me abrazó cuando salí a las desconocidas calles de Bélgica, mi aliento era visible en el frío. Siguiendo la invitación de Tasnim, me dirigía al hospital donde ella ahora trabajaba, con la anticipación hormigueando en mis venas. La tranquilidad previa al amanecer envolvió la ciudad, un marcado contraste con el animado caos de mi entorno en casa. Mientras me acercaba al hospital, su imponente fachada se alzaba contra la tenue luz de la madrugada. Las puertas de entrada se abrieron con un silbido, admitiéndome en la atmósfera clínica y estéril. Miré el reloj: eran casi las once, la hora que Tasnim había especificado para nuestra reunión. Navegando por el laberinto de pasillos, no pude evitar sentir una mezcla de emoción y nervios. Y entonces sucedió. En el bullicioso pasillo, un hombre bien vestido chocó conmigo, un torbellino de zapatos lustrados y el embriagador aroma de su colonia. Antes de que pudiera reaccionar, me encontré tirado en el frío suelo del hospital.

-Mira por dónde andas — Solté, más por la sorpresa que por la ira. El hombre, también sorprendido, murmuró una disculpa apresurada y se alejó rápidamente, dejándome recoger mis pertenencias esparcidas. Pero cuando miré hacia arriba, mi corazón dio un vuelco. El hombre, ahora una simple figura en la distancia, no era otro que Reda. Reda, la persona que había desaparecido de mi vida sin dejar rastro hace dos años. Congelada en el lugar, mi mente se apresuró a procesar el encuentro surrealista. El dolor de su abrupta partida resurgió, pero la curiosidad y la incredulidad me abrumaron. Tartamudeé:

-¿Reda? — Se detuvo y se dio la vuelta para mirarme a los ojos, y el reconocimiento apareció en su rostro. En ese momento cargado, el tiempo pareció detenerse. Nos quedamos allí, enfrascados en una conversación silenciosa, el peso de las palabras no dichas haciendo eco entre nosotros. El pasillo del hospital se convirtió en un teatro silencioso para nuestro inesperado reencuentro, y mis emociones bailaron en un precipicio. Finalmente encontrando mi voz, logré decir:
-Han pasado dos años, Reda. Dos años desde que desapareciste. ¿Qué pasó? — El aire crepitaba de tensión mientras él luchaba por formar una respuesta, sus ojos reflejaban la confusión que sentía dentro. Mientras estábamos al borde de una conversación largamente esperada, no pude ignorar la oleada de emociones conflictivas: ira, dolor y una inesperada punzada de anhelo. La presencia de Reda, que alguna vez fue un fantasma del pasado, ahora me confrontó en el presente, y los ecos de nuestra historia compartida reverberaron en los pasillos estériles del hospital.

En el tapiz del destino, nuestro encuentro se desarrolló con una curiosa simetría. Hace dos años choqué con él, un choque de destinos. Ahora, en el baile del azar, ha vuelto a chocar conmigo. Nuestros caminos, entrelazados por los hilos del tiempo, se han vuelto a cruzar fortuitamente.

In sha allahUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum