nueve

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"Yo alguna vez me enamoré del sol, o por lo menos creí amarlo, hasta que una noche, mientras miraba el techo, supe que nunca sería mi hogar

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"Yo alguna vez me enamoré del sol, o por lo menos creí amarlo, hasta que una noche, mientras miraba el techo, supe que nunca sería mi hogar. Él no era para mi, y tal vez para mí no era un "él", lo supe, en cuanto vi sus ojos enamorados de mi y mi corazón ya no pálpito al sentir todo lo que ella podía darme. Nunca me enamoré de una ella, pero me duele que ella si se enamoró de mí"

A Jihyo siempre le gustó la escritura, y siempre había escrito cosas tan banales que sin duda podían interpretarse como los sentimientos cotidianos de la vida adolescente, solo tenía 18, y en ese momento había dejado ir a la persona que le dió confort por tanto tiempo. Nunca había escrito sobre Jeongyeon, no hasta la noche en la que estaba tan inquieta que no podía dormir, suspiró varias veces, antes de sentarse y escribir esa simple nota, palabras simples, oraciones con metáforas y sentimientos.

Sol, el sol siempre le recordaría a Jeongyeon porque esta siempre fue esa luz brillante en su vida, más brillante que cualquier otra cosa, y el calor que le brindaba era tan reconfortante que sin duda fue su sol y siempre lo sería. Pero ella la había alejado, diciendo aquellas palabras huecas, con una sola razón: no podía dejar que Jeongyeon se hundiera con ella, no podía dejar que ese bonito sol que siempre estaba lleno de vida, poco a poco se fuera apagando y sabía que si permanecían juntas, ellas simplemente no funcionarían; supo que debían dejarlo cuando los ojos de Jeongyeon la miraban bonito después de que se vieran en aquella habitación del hostal en donde Jeongyeon vivía ahora, y se sentía tan culpable de hacerla dejar todo, tan culpable de que la chica se fuera sola a buscar el mundo, cuando claramente era sueño de ambas.

Así que no lo resistió más y esa tarde, cuando dijo que había conocido a alguien era mentira, no había alguien con quién si funcionaba, no había encontrado a alguien quién la sintiera completa, no había nadie, solo era ella, sus mentiras y su corazón doliente, solo era ella, una chica de 18 años que por miedo, dejó cortarse las alas tan grandes que tenía en el futuro. Le dolía, a Jihyo le dolía, pero no por Jeongyeon, le dolía porque ya no sería esa jugadora famosa que tanto quiso ser, su planes, todo lo que su futuro pinto por perfecto ya no estaba, se había ido, esfumado.

Fue tres meses después que en el lugar donde vivía, una empresa abrió sus puertas, ella era joven, a la universidad no asistía y trabajaba en una tienda de helados, resignada que así sería su vida para siempre, cuando conoció a Dan, un lindo chico que le pidió un helado de fresa y su número, gracias a él su vida se arregló. Pues Dan era hijo del dueño de la empresa y cuando ya llevaban un noviazgo de 7 meses, Jihyo comenzó a trabajar en esa empresa, mejorando cada aspecto de su vida.

Su vida se arregló y poco a poco, se fue enamorando de aquel guapo chico y fue perdiéndose en lo lindo que era él tanto por dentro cómo por fuera. Una noche, Jihyo decidió confesar a Dan sus males, claro, ocultando que tuvo todo que ver con Jeongyeon, solo comentó que hizo que su mejor amiga dejará la ciudad y que justo se juntaba con quién le habían hecho daño a Jeongyeon, comentó también que la había alejado de su vida y que tenía aproximadamente dos años que no le veía para nada.

EncantadaWhere stories live. Discover now