107, the wedding

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107, LA BODA

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107, LA BODA

A las tres en punto de la tarde del día siguiente, Doe, Harry, Ron, Fred y George se plantaron frente a la gran carpa blanca, montada en el huerto de árboles frutales, esperando a que llegaran los invitados de la boda. Harry se había tomado una abundante dosis de poción multijugos y convertido en el doble de un muggle pelirrojo del pueblo más cercano, Ottery St. Catchpole, a quien Fred le había arrancado unos pelos utilizando un encantamiento convocador. El plan consistía en presentar a Harry como «el primo Barny» y confiar en que los numerosos parientes de la familia Weasley lo camuflaran.

Los cuatro chicos y Doe tenían en la mano un plano de la disposición de los asientos, para ayudar a los invitados a encontrar su sitio. Hacía una hora que había llegado una cuadrilla de camareros, ataviados con túnicas blancas, y una orquesta cuyos miembros vestían chaquetas doradas; y ahora todos esos magos se hallaban sentados bajo un árbol cercano, envueltos en una nube azulada de humo de pipa.

Desde la entrada de la carpa se veían en su interior hileras e hileras de frágiles sillas, asimismo doradas, colocadas a ambos lados de una larga alfombra morada; y los postes que sostenían la carpa estaban adornados con flores blancas y doradas. Fred y George habían atado un enorme ramo de globos (cómo no, dorados) sobre el punto exacto donde Bill y Fleur se convertirían en marido y mujer. En el exterior, las mariposas y abejas revoloteaban perezosamente sobre la hierba y el seto. Como hacía un radiante día estival, Doe se sentía muy cómoda, pues el vestido que había elegido era de color verde musgo con muchas flores en él. En la parte de arriba portaba un corset con las mangas como globos y luego caía suelto hasta debajo de la rodilla.

—Cuando yo me case —dijo Fred tirando del cuello de su túnica—, no armaré tanto jaleo. Podrán vestirse como les apetezca, y le haré una maldición de inmovilidad total a nuestra madre hasta que haya terminado todo.

—Esta mañana no se ha portado demasiado mal, a fin de cuentas —la defendió George—. Ha llorado un poco por la ausencia de Percy, pero, bah, ¿para qué lo necesitamos? ¡Vaya, preparados! ¡Ya vienen!

SOULMATES ━Harry J. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora