14. Palabras liberadoras.

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—¿Gonzalo? —Murmuro con desconcierto, alivio... no pude evitar tensarme, acaba de saber cómo me llamaba y aunque mentiría si dijera que no me agrada la idea, no puedo obviar el hecho de que es demasiado peligroso y que prácticamente acaba de terminar de delatarme ante ella, que me había puesto en bandeja de plata.

—¿Florencia? ¿Qué es todo esto?—Pregunto de nuevo Octavio, nos veían con sorpresa, confusión, incredulidad, mientras mi chiquilla se tensaba y pegaba más a mí instintivamente. Se hizo un incómodo momento de silencio, yo no sabía que decir, estaba en shock también. Nunca pensé que me la encontraría aquí, menos me esperaba su reacción... fue indescriptible tenerla de nuevo entre mis brazos, protegida.

—Yo... tengo que irme—Dice con voz estrangulada, retrayéndose nuevamente, alejándose de mí... mis brazos se sintieron extrañamente vacíos e hice amago de seguirla pero me detuvo. —No...—A pesar de que templaba como una hoja, fue muy firme en su negativa.

Comenzó a caminar de prisa al estacionamiento, seguida de inmediato por las dos chicas que me veían como un bicho raro, Octavio me examino de arriba abajo unos segundos antes de ir detrás de ellas... tarde una fracción de segundo en reaccionar y darme cuenta que mi chiquilla se alejaba de nuevo, que la perdía otra vez... y no iba permitirlo, tenía que hablar con ella, explicarle porque nunca regrese, pedirle perdón y saber que estaba bien, que había recuperado su vida.

Corrí hacia ellos, importándome poco las quejas por meterme entre la gente con brusquedad, ignorando los gritos  de Leo, justo cuando llegaban al auto los alcance. Las otras dos chicas y Octavio se pudieron alertas, impidiéndome llegar hasta Florencia que estaba como perdida, llorando de forma convulsa...

—No te acerques—Espeto Octavio con hostilidad—No sé quién eres, pero tu cercanía la altero... hace mucho que no se ponía así de mal, aléjate de ella—Apreté los puños, conteniéndome de lanzarme  sobre él a golpearlo... ¿Quién se creía para prohibirme acercarme a ella? Sin embargo, no me pasaron desapercibidas sus palabras, hace mucho que no se ponía así de mal... ¿Qué se suponía que eso significaba? 

Ignore completamente a todos, mi atención estaba en ella, que se rodeaba con sus brazos...  se veía demasiado frágil, vulnerable y eso hizo que la herida que comenzaba a sanar en mi interior, se abriera, sangrando nuevamente... que la culpa y remordimientos me arrastraran como si de una inmensa ola se tratase...

—Por favor, chiquilla... tenemos que hablar, escúchame... te juro que no te hare daño—Ni siquiera era consciente de mis palabras, solo quería asegurarme que ella supiera que jamás la lastimaría de nuevo.

—¿Hacerle daño? ¿Acaso le haz hecho? —Siseo con enojo una de las chicas.

—Por favor...—Suplique de nuevo, mirándola solo a ella, ignorando lo que su amiga había dicho. No sé qué habrá visto en mis ojos, porque con inseguridad camino los pasos que nos separaban, deteniéndose a poco centímetros... quise rodearla de nuevo con mis brazos, pero su actitud me dejaba muy en claro que no era lo correcto en ese momento, sin mencionar las miradas envenenadas que los otros tres me enviaban. —Te espero mañana en el parque de Lagos, en la orilla del muelle al atardecer...—No tuve ninguna confirmación de su parte, con las mismas se regresó junto a ellos. Subieron de inmediato al auto y se fueron, dejándome pasmado en el mismo lugar...

Tarde varios minutos en procesar todo lo que acababa de suceder... ¿Realmente era ella? ¿De verdad la había vuelvo a ver? Dudaba mucho de mi cordura, sin embargo todo era absolutamente cierto... la tuve cerca de mí, de nuevo estuvo entre mis brazos, de nuevo me perdí en su mirada avellana...

—¿Qué carajo paso ahí, Gonzalo? —Pregunto Leo, sacándome de mis pensamientos. —¿Quién era ella? —Insistió antes de siquiera poder contestar la primera pregunta.

Chica Incorrecta ©Where stories live. Discover now