20. Te quiero, te adoro...

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Las vacaciones fueron estupendas. Nos divertimos, pasamos tiempo juntos como familia y lo mejor de todo, lejos de la organización, como personas con vidas normales. Papá decidió dejar todo en manos de Amador y Desiré, durante nueve días no supimos nada. Aunque la pasaba increíble con ellos, se me estaba haciendo eterno el tiempo pues no me era suficiente escuchar la voz de Florencia cada noche, quería verla, abrazarla, tenerla segura junto a mi...

— ¿Con quién hablas? —Preguntó Gio una noche al entrar a la habitación que compartía con Elena, mientras hablaba con Florencia.

—No te importa... vete—murmure, cubriendo la bocina para que mi chiquilla no escuchara nada.

— ¿Apoco es verdad lo que dice Francis? —Lo miro sin entender y rueda los ojos—que una vieja te trae loco...—dice riendo.

—No es tu problema, ni de Francis... así que, adiós—divertido sale de la habitación, haciéndome burla.

La cosa no paró ahí, todo el viaje estuvieron jodiéndome con lo mismo, intentando averiguar quién era la chica misteriosa que me tenía hecho un idiota, según ellos. Incluso mis papás preguntaban, divertidos ante la situación.

—Pueden parar con eso... están siendo realmente fastidiosos. No es su asunto si salgo o no con alguien...—dije con cansancio una noche durante la cena.

—Tampoco te sulfures enano, solo estamos bromeando—dice Francis.

—Sé que pueden llegar a ser irritantes pero entiende que es algo nuevo y nos intriga saber quién es ella...—interviene mamá.

Elena me lanza una mirada preocupada que entiendo de inmediato... mamá nunca aceptara mi relación con Florencia, es más, enloquecerá y hará todo para impedirlo. En realidad creo que ninguno de ellos lo entendería, ninguno aceptaría que más allá de lo sucedido, de verdad nació algo entre mi chiquilla y yo... ellos solo verán la parte negativa, los riesgos que implica tenerla cerca. No, en definitiva, no pueden enterarse... por mi bien y el de Florencia.

—Paren con eso... odio que se hablen con la mirada, odio sus malditos secretos de gemelos—espetó Gio.

—No empiecen, estamos cenando—habla papá finalmente y todo queda olvidado de momento.

Me preocupaba que insistieran al respecto, no sé cuánto podremos ocultarlo, si ellos deciden averiguar por su cuenta estábamos perdidos. Aunque sinceramente dudo que lo hagan, son un par de fastidiosos pero nunca se meterían en mi vida de esa manera, respetarán mi silencio y esperarán a que esté listo para hablar al respecto. Y mis padres lo mismo, no creía me presionaran para que les hablara sobre ella, siempre nos han dado nuestro espacio y aunque les intriga, no intervendrán. Por un momento me preocupe que mamá sospechara de quien se trataba pero no había dado indicios de eso, es más me dijo que se alegraba de verme sentar cabeza finalmente y dejar de andar de cama en cama.

—Estoy jodidamente sorprendido, no se acostó con nadie durante todo el viaje...—murmuro con incredulidad Giovanni en el vuelo de regreso, haciendo que todos rieran y yo rodara los ojos, ya iban a comenzar con lo mismo.

— Es más ¿hace cuánto que estás en cuarentena? —Pregunta Francis con diversión.

—Dudo que aguante más de un mes—agrega mi padre, riendo también.

Oh por dios, que fastidiosos se ponen con el tema.

—Lleva casi mes y medio. Y estoy segura que aguantara hasta que ella esté lista, cosa que dudo suceda pronto pero...—murmura Elena encogiéndose de hombros. Maldita sea, hablaban como si no estuviera presente.

—No aguantaras—asegura Francis.

—No le fallaré—conteste sin pensar, dejándolos a todos sorprendidos, mudos por mi respuesta.

Chica Incorrecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora