Capítulo 2

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Aviso: La portada no me pertenece, ha sido realizada por la artista @fery_dds.

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Trafalgar Law interrumpió de nuevo en la habitación de forma abrupta, sin cerrar la puerta del todo. La chica se levantó de la cama asustada por la intromisión, y él solo la agarró del brazo, tirando de ella hacia el pasillo.

-¿¡Qué ocurre!? -le grita casi en el oído cuando la toma en brazos para correr más rápido.

El pasillo se llena de guardias de un segundo a otro, todos corrían y gritaban detrás del pirata, que con el peso extra de la mujer no puede huir todo lo rápido que quiere.

-¿Tienes la llave? -le pregunta entre todo aquel caos, el hombre ni la mira.

Abrió la boca y dejó ver una blanca y perfecta hilera de dientes, que separó para sacar un poco la lengua con el dichoso objeto. Ella levantó las cejas extrañada pero no quiso preguntar.

En medio de la carrera, tomó con cuidado aquella llave, que se deslizaba un poco por la saliva del pirata, y rápidamente alargó el brazo para abrir las esposas de sus piernas, que cayeron al suelo con un gran estruendo. Al sentirse libre del metal, intentó zafarse del agarre del hombre, pero Law no la soltaba.

-Puedo correr sola -le reclamó.

Pero en realidad la idea de él no era sólo correr, pues se aproximaban a un callejón sin salida, el pasillo acababa frente a sus narices y esos piratas se acercaban amenazantes. La bajó del suelo ante sus pataleos.

-¿Y ahora qué, genio? -se enfadó.

-Quédate quieta -la mandó callar con un gesto- Room.

Una pequeña esfera azul surgió de la mano del pirata y pronto envolvió todo su entorno, aunque apenas era visible con la escasa luz, pero ella lo había notado perfectamente.

-Shambles.

Y ambos desaparecieron de aquel sitio, dejando a los guardias desconcertados al ver dos pescados muertos tirados en el suelo.

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-Wow -murmuró ella al parpadear y verse en mitad de la calle.

Aún era de noche, corría cierta brisa, supo que estaban en el muelle por la peste a pescado, de hecho a su lado había un barril repleto de ellos muertos. Reconoció a su espalda el edificio donde se había pasado los últimos años encarcelada, ahora miraba a la luna -o lo que podía ver entre toda esa niebla- como una mujer libre.

-¿Cómo has hecho eso? -preguntó en voz baja a su acompañante, que no estaba muy por la labor de entablar conversación.

-No hay tiempo, vámonos, no tardarán en registrar toda la isla -prácticamente le ordenó al momento de echarse a andar, pero se detuvo de nuevo para mirar a la chica.

Era alta, pelo negro largo, pero lo que llamaba la atención era su ropa colorida y demasiado corta. Chasqueó la lengua, se quitó su gabardina y se la ofreció a la mujer, que se la puso algo confusa. Agradecía el calor de la tela ahora sobre su piel helada.

-Ahora no llamaremos tanto la atención.

Ella lo siguió en silencio por el muelle. Para su suerte, aún no había nadie buscándolos. El pirata la llevó al otro lado del puerto, donde había un barco enorme atracado. Un señor mayor se encontraba parado entre la tabla de madera que unía el embarque y el navío, apuntando cosas en un cuaderno de cuero.

Law le ofreció disimuladamente en la mano una bolsa que tintineaba por las monedas de su interior.

-Lo siento señor, pero por la niebla el capitán cree conveniente no zarpar hasta mañana -se negó- Además, no somos un barco de pasajeros...

El hombre rodó los ojos, y sacó otra bolsa más.

-Salga ahora mismo -le murmura, señalando a la mujer que suba ya- Nos quedaremos en la bodega.

-C-como diga -le respondió, congelado en el sitio por la mirada asesina que le había dedicado el pirata.

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Aquello no era un palacio, sin embargo, prefería dormir en ese suelo repleto de ratas y aguas estancadas que pasar otra noche más en el burdel.

Su acompañante se había apoyado en una red de carga para barriles donde ahora no había nada, y parecía intentar conciliar el sueño hasta que ella empezó a moverse por la bodega algo inquieta. Allí no había más que barriles y cajas llenas de especias y productos con olores fuertes. Si no fuera por los nervios, tendría algo de hambre.

-Duerme -le ordena el hombre, levantando un poco la mirada del suelo.

-No puedo -respondió ella sin más.

Encerrada de nuevo en un sitio, con el bamboleo del barco sobre el mar, se siente un león enjaulado.

-Necesito que puedas correr si es necesario, aún no hemos escapado -le pide otra vez, regulando un poco el tono de voz para no sonar tan brusco.

-Es que no puedo -responde de nuevo, alzando un poco la voz, temblorosa.

Law se incorpora y acorta los pocos pasos que los separaban, le tomó suavemente del hombro y ella se giró. No es muy amigo del contacto físico, de hecho lo odiaba, pero como médico sabe reconocer un ataque de ansiedad cuando alguien lo padece.

-Respira -su tono sonaba un poco más profesional- Toma aire poco a poco, suéltalo. Y habla si lo necesitas.

Ella siguió cabizbaja, odiaba mostrar debilidad. Se ha pasado años aguantando los peores abusos que alguien podría imaginar, y esa es la primera vez que alguien se preocupa por su estado, aunque hubiera un interés detrás.

-Yo... -su voz se quebró- Lo siento.

-¿Por qué te disculpas? -él ya se había apartado un poco, dejándola espacio.

-Nunca pensé que llegaríamos tan lejos -murmuró, levantando la mirada- No pensé que pudiera escapar, yo... me aferré y...

Los sollozos fueron en aumento hasta que la chica comenzó a llorar. Y se derrumbó en el suelo frente al pirata.

-Te he mentido -se sinceró- Yo no era la chica con la que debías reunirte.

-¿Cómo? -preguntó confuso el pirata ante tales palabras, parpadeó un par de veces perplejo.

-La habitación 11 es de Aledsia... -siguió contando- La escuché hablar a través de la puerta, sobre su plan de vender algo importante y marcharse de aquí...

Trafalgar suspiró en alto, pero no quiso interrumpirla. Tenía muchas cosas en la cabeza.

-La encerré en el baño de su habitación -contó, tragando en seco- Y entonces apareciste tú, no sabía qué hacer ni qué decir y...

El silencio invadió la bodega de carga, interrumpido por el oleaje chocando contra el casco del barco. Hasta que la mujer se levantó del suelo y se sacudió la ropa que le había prestado el pirata, luego lo volvió a mirar con algo de miedo en sus ojos.

-Por favor, no me mates -le pidió.

Se secó las lágrimas con la palma de la mano y buscó la mirada del otro hombre, que no levantaba la vista de un punto fijo del suelo. Hubo silencio de nuevo.

Ella se fue a una esquina, apoyada en un par de barriles podridos, para intentar calmarse. Tomó aire y lo soltó, tal y como había explicado el pirata. Cerró los ojos y se hizo un ovillo con sus piernas para mantener el calor, sentía los pies helados porque solo llevaba unas sandalias.

-Descansa -fue lo único que le respondió Trafalgar antes de acomodarse también e intentar conciliar el sueño.

Ya tendría tiempo de meditar otro plan, aún quedaba un mes y medio aproximadamente para su plan. Siempre había contratiempos en las cosas mejor pensadas, aunque este tenía hasta nombre.

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All eyes on me [Law x OC]Where stories live. Discover now