Capítulo 27

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Aviso: La portada no me pertenece, ha sido realizada por la artista @fery_dds.

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Era asombroso la cantidad de lugares hermosos que existían en el mundo. La capital de las Flores, ciudad situada en el corazón del país de Wano, parecía sacada de un cuento. Ajena a las miserias que sufría el resto de la población, sus exuberantes monumentos quitaban el aliento a cualquier extranjero que tuviera la suerte de admirarlos.

Era una mañana como otra cualquiera, al menos para el resto de habitantes, pero no para el apodado Cirujano de la muerte y su fiel compañera. Los dos jóvenes caminaban por el barrio al que debían mudarse ese mismo día. La calle estaba tranquila, era bien temprano.

Todo parecía salir bien, Kin'emon había contactado con un viejo amigo suyo y se encargó de comprar una vieja casa que serviría como su centro de operaciones para la invasión, aunque de cara al público parecía una clínica.

Serah admiró aquel edificio de dos plantas, estaba algo anticuado pero parecía acogedor. Un amplio cartel de madera pintada de blanco decoraba la fachada con las letras "Curandero" en mayúscula. Aquel sería su hogar en los siguientes meses.

Unos pasos a su espalda llamaron su atención. Se giró para encarar a su capitán, que sostenía una pequeña bolsa de tela en el hombro, junto a su espada. Se había desviado un momento a comprar algo de víveres, pues hoy era el día en que empezarían a bordar su papel en todo aquello.

–¿Encontraste algo interesante? –preguntó ella, acercándose al hombre.

–La comida es algo cara, pero una señora me ha regalado unas verduras al decir que nos acabamos de mudar –le informó en voz baja.

–¿Seguro que has dicho eso y no has intentado encandilarla? –bromeó la mujer dándole un codazo suave.

–¿Celosa? –murmuró con su particular sonrisa de medio lado.

Serah se mordió el labio. Estaba muy lejos de sentir envidia de una vieja pelleja.

–¡Oh, el nuevo curandero! –vociferó una amable voz a sus espaldas.

Serah y el capitán se dieron la vuelta al escuchar aquella señora llamar su atención. Una anciana de cabellos blancos, expresión afable y ataviada con un precioso kimono verde se acercó a ambos muchachos ayudada con un viejo bastón.

–Hola joven –los saludó– Hoy la señora Yamamoto me dijo que se mudaba un nuevo curandero, pero no esperaba verte tan pronto. ¡Eiku, ven aquí!

Otro señor se les acercó desde el otro lado de la calle. Este también vestía un lujoso ropaje, pero a diferencia de ella, era calvo y no lucía joya alguna encima.

–Este es mi marido –lo presentó– Somos vecinos, qué suerte. Suelo tener problemas de salud, me vendrá bien tenerte cerca –se echó a reír.

–Encantado, soy Hiroshi. Ella Seraphine –dijo Law, ofreciendo la mano al viejo.

Aquel hombre, Eiku, repasó a ambos jóvenes con la mirada y ni se dignó a saludar. Ambos vestían kimonos no especialmente caros pero tampoco llamativos. Law usaba uno negro con el logotipo de su banda en color amarillo. Por el contrario, la muchacha había elegido uno violeta oscuro sin decoraciones.

Calzaban aquellas molestas sandalias de madera llamadas zori. Serah había tardado en acostumbrarse a caminar con esas cosas en los pies, echaba de menos sus botas. Pero si querían hacerse pasar por habitantes locales, tenían que adaptar también su ropa.

Hubo un detalle que no pasó desapercibido para el viejo, los tatuajes de Law. Entrecerró los ojos cuando clavó la mirada en las manos decoradas del moreno.

All eyes on me [Law x OC]Where stories live. Discover now