Capítulo 7

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Aviso: La portada no me pertenece, ha sido realizada por la artista @fery_dds.

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Todo le daba vueltas, la presión que sentía en la cabeza era abrumadora. De nuevo aquel olor llegó a su nariz, desinfectante, medicinas..., mezclado con el de él, lo sabía porque horas antes había estado tumbada en su cama. Su aroma se estaba volviendo familiar.

Pero le costaba abrir los ojos, le palpitaba la sien de dolor, era muy confuso. Poco a poco pudo mover un dedo, luego tragó saliva, tenía la boca tan seca. Y después intentó abrir los ojos, parpadeando varias veces.

Algo se movió a su lado cuando volvió a la realidad, y alguien le abrió el párpado con fuerza y apuntó directamente con una fuerte luz a su pupila para comprobar sus constantes.

-¿Qué coj-? -iba a decir ella, hasta que entendió la situación.

-Bienvenida de nuevo -le saludó sin mucho ánimo su auto proclamado médico.

Serah pudo incorporarse una vez el hombre se alejó de ella. Estaba tumbada en la cama de la enfermería, tapada con una impoluta sábana blanca. El pirata se sentó en la silla al lado de ella, pero no dijo nada, tenía una mueca de preocupación que intentaba ocultar y unas marcadas ojeras bajo los ojos.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí? -preguntó ella gesticulando con las manos, pero deteniéndose cuando notó el tirón de la vía sobre su muñeca.

Una aguja estaba conectada a su piel suministrando el suero colgado de la camilla donde estaba descansando. Por sus cálculos, no habían sido solo unas horas.

-Un par de días -dijo sin muchas ganas.

-¿Qué me ha pasado?

Ser médico era difícil, sobre todo cuando debías dar malas noticias. Ni siquiera los años de estudio te preparan para aceptar el dolor en el rostro de los pacientes a los que intentas ayudar.

Así que Law tomó todo el aire que pudo, se armó de valor y deseó que ella no se estresase mucho más de lo que debía.

- Sufriste un aborto espontáneo -controló el tono de su voz, intentó sonar lo más serio posible.

-¿Un aborto? -la cara de Serah era inexpresiva- Nos obligaban a tomar unas pastillas todos los días para evitar que quedáramos embarazadas.

El pirata asintió en silencio, ese era el modus operandi de los burdeles. Obligar a las chicas a prostituirse, sin protección ante ETs, pero obligando a medicarse con a saber qué tipo de sustancia para abortar. Si alguna enfermaba o quedaba embarazada, desaparecía al día siguiente. Había reemplazos fáciles de conseguir, en el bajo mundo la vida de las mujeres no se tenía en cuenta.

Esto quería decir que, una vez más, Law había salvado su vida. Porque ni ella quería ser madre -menos fruto de una violación-, ni estaba en condiciones para criar un hijo.

-Tal vez interfirió con el alcohol -explicó sin entrar en tecnicismos- Pero ahora ya estás bien.

Bien no era la palabra que usaría para definir su estado, porque no estaba bien. La noticia del aborto solo era una cosa más en la larga lista de horrores que había vivido desde que tenía memoria. Pero estaba viva, que era lo importante.

-Gracias.

Serah no se sentía capaz de mantener una conversación más larga que aquel intercambio de palabras, pero le dedicó una pequeña sonrisa dentro del dolor que estaba sintiendo. Al final su opción hacia los piratas, o mejor dicho hacia Trafalgar y su tripulación, estaba cambiando poco a poco.

-Me gustaría que te quedases en observación un día más, mañana si quieres vuelves a tu habitación -le informó, levantándose de su sitio.

Revisó el gotero para cerciorarse de que había suficiente medicamento y luego se fue caminando con paso lento a la salida de la enfermería.

Ella simplemente se quedó con la mirada fija en su espalda hasta que desapareció por la puerta. Luego volvió sus ojos a la mesita que había al lado de la cama, allí estaba el libro que estaba leyendo la noche anterior.

De nuevo una pequeña sonrisa asomó en las comisuras de sus labios. Tenía que considerar lo detallista que era el pirata con ella.

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Unas horas más tarde, alguien entró en la enfermería. Serah seguía metida en su lectura hasta que vio un enorme cuerpo blanco y naranja por el lateral de su ojo.

-Se-señorita -era el oso quien la llamaba.

Ella bajó su libro, que colocó sobre el regazo, y fijó su mirada en la bandeja metálica que traía el amable animal.

-Le traigo la cena -informó, dejando la comida y los cubiertos en la mesita libre.

-Muchas gracias, eres muy amable conmigo -le agradeció la mujer con una amplia y sincera sonrisa.

El oso se había puesto un poco rojo, sus mejillas coloridas destacaban sobre el pelaje blanco del resto del cuerpo. Cuando ella le sonrió, se puso firme y lleno de timidez.

-¡No hay de qué! -soltó un grito algo molesto, pero luego calmó sus nervios- ¿Puedo preguntar cómo está?

-Ya lo has preguntado, Bepo -una pequeña risa inundó el eco de la enfermería.

Su compañero hizo un puchero ante su torpeza, estaba dando lo mejor de sí mismo para hablar con la nueva tripulante. Le daba vergüenza hablar con gente nueva, sobre todo mujeres. Era demasiado tímido, así que consideraba una terapia de choque conversar con Serah.

-Perdón -agachó la cabeza a modo de disculpa.

-Pero estoy bien, en unas horas saldré de aquí -le comentó- Law es buen médico, ¿eh?

La noticia de su recuperación había animado bastante al animal, que ahora había olvidado su timidez y comenzó a gesticular al mismo tiempo que hablaba con ella.

-El capitán es muy dedicado en su trabajo -dijo orgulloso- Estuve trayendo comida a la enfermería porque no se separaba de tu cama ni para ir al baño.

-Oh -sus labios se cerraron a la vez que pronunciaba la vocal, se sintió halagada- ¿En serio?

-Mierda, no le digas que te lo he contado, me matará-volvió a disculparse agachando la cabeza- Perdón, no suelo decir palabras feas.

-Tu secreto está a salvo conmigo, tranquilo.

El oso volvió a agradecer tres o cuatro veces las palabras amables de la chica y se retiró para dejarla comer antes de que se enfriara la cena, no sin antes disculparse de nuevo dos veces más.

Con el paso de los días se estaba sintiendo más y más cómoda allí, aunque estuviera rodeada de hombres, pero su actitud era muy diferente con ella. Se sentía respetada, y poco a poco querida, incluso porque aquel hombre que pasaba la mayoría del tiempo con cara de amargado.

Serah río ante el pensamiento de él sentado junto a la cama, cuidándola. Durmiendo en aquella silla tan incómoda, vigilando cada minuto de su respiración.

No sentía que hubiera realizado algo por él como para tener esos favores de vuelta, desde que se encontraron lo único que había hecho era recibir cosas buenas por su parte.

Siempre tuvo la norma de no hablar de su poder con nadie, de no confiar en nadie, de no contar más de la cuenta. Pero era el momento de romper esa regla, llevaba días escuchando que planeaba atacar el reino donde se alojaba la familia que había sido la causante de la mayoría de sus desgracias.

Así que iba a pedir a Law que la dejase participar activamente, y por supuesto, le contaría todo sobre la fruta Sona Sona que había comido hacía quince años atrás.

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All eyes on me [Law x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora