Siempre fue ella (Harry Potter y tú) [Cuarto año]

7. La decisión

──⚡❆ 𝙷𝚊𝚛𝚛𝚢 ❆⚡──

—Ya ha pasado más de una semana —comente mirando la percha desocupada de Hedwig —no crees que hayan atrapado a Sirius, ¿verdad, Ron?

—No, porque habría salido en El Profeta —contestó el pelirrojo —el Ministerio estaría muy interesado en demostrar que son capaces de atrapar a alguien, ¿no te parece?

—Sí, supongo...

—Mira, aquí tienes lo que mi madre te compró en el callejón Diagon. También te sacó un poco de oro de la cámara acorazada... y te ha lavado los calcetines

Con cierto esfuerzo puso una pila de paquetes sobre la cama plegable de Harry, y dejó caer al lado la bolsa de dinero y el montón de calcetines. Y comencé a desenvolver las compras. Además del Libro reglamentario de hechizos, curso 4o, tenía un puñado de plumas nuevas, una docena de rollos de pergamino y recambios para el equipo de preparar pociones: ya casi no le quedaba espina de pezleón ni esencia de belladona. Estaba metiendo en el caldero la ropa interior cuando Ron, lanzó un resoplido

—¿Qué se supone que es esto?

Había tomado algo que parecía un largo vestido de terciopelo rojo oscuro. Alrededor del cuello tenía un volante de puntilla de aspecto enmohecido, y puños de puntilla a juego. En ese instante llamaron a la puerta y entró la señora Weasley con unas cuantas túnicas de Hogwarts recién lavadas y planchadas

—Aquí tienen —dijo, separándolas en dos montones —ahora lo que deberían hacer es meterlas con cuidado para que no se arruguen

—Mamá, me has puesto un vestido nuevo de Ginny —dijo Ron, enseñándoselo

—Por supuesto que no te he puesto ningún vestido de Ginny —negó —en su lista de la escuela dice que este curso necesitarán túnicas de gala... túnicas para las ocasiones solemnes

—Tienes que estar bromeando —dijo Ron, sin dar crédito a lo que oía —no voy a ponerme eso, de ninguna manera

—¡Todo el mundo las lleva, Ron! —replicó enfadada — ¡Van todos así! ¡Tu padre también tiene una para las reuniones importantes!

—Antes voy desnudo que ponerme esto —declaró testarudo

—No seas tonto —repuso la señora Weasley —tienes que tener una túnica de gala, ¡lo pone en la lista! Le compré otra a Harry... Enséñasela, Harry...

Con cierta inquietud, abrí el último paquete que quedaba sobre la cama. Pero no era tan terrible como pensaba, al menos mi túnica de gala no tenía puntillas; de hecho, era más o menos igual que las de diario del colegio, salvo que era verde botella en vez de negro

—Pensé que haría juego con tus ojos, cielo —dijo la señora Weasley cariñosamente

—¡Bueno, ésa está bien! —exclamó Ron molesto, observando la túnica de tenía en mis manos —¿Por qué no me podías traer a mí una como ésa?