10. Un almuerzo en el colegio

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Quince años - Casey


-Casey, ¿estás segura? -preguntó Dirko en voz baja, caminando por el pasillo del edificio Alfa del instituto.

-Es un plan perfecto. Si estoy lejos no sabrá que el ataque es de mi parte.

-Casey... no sé... -dudó el rubio, moviendo la cabeza de un lado a otro. -Siempre te sale todo mal cuando se trata de Savannah.

-¡Es porque me dejo llevar por la pasión de la batalla! ¡Esta vez será perfecto! ¡He pensado hasta el más mínimo detalle!

-Eso es lo que más me preocupa -susurró Dirko.

-¿Cómo? No escuché -dijo Casey tomándolo de un brazo para detenerlo.

-No, no, nada, Case -levantó sus palmas abiertas, restándole importancia. No por temor a Casey, ¡qué va!, si la cachorrita en verdad no le metía miedo a nadie, lo que no quería era desanimar a su amiga. ¡Estaba tan entusiasmada con su plan!

-Pero algo dijiste... -insistió rascándose la nariz.

-Este... No quiero que Savannah se descargue conmigo -improvisó para salir del paso. -Esa Omega es una fiera cuando se enoja.

-Naaa... No pasará nada. No sabrá que fuimos nosotros -lo tranquilizó palmeándole la espalda.

-Si tú lo dices... -Dirko levantó las cejas y desvió la vista al costado. No estaba para nada convencido que el plan de Casey saliera bien.

Entraron al salón comedor de la escuela. Era un recinto rectangular y anodino que habían construido casi tres décadas después que los edificios principales con el esfuerzo conjunto de la intendencia, años de aportes de los padres y vecinos de Las Cumbres. Se encontraba detrás del pabellón donde los Beta y los Omega cursaban el instituto. De treinta metros de largo y unos quince de ancho, largas mesas de fórmica para veinte comensales se alineaban una tras otra dejando un pasillo en el medio para que los alumnos pudieran circular con sus bandejas. Del otro lado del pasillo, alineadas en espejo, otra larga sucesión de mesas para veinte comensales, en total ocho por cada lado.

Para preparar el ataque, Casey y su pandilla habían apurado el paso hasta el comedor. Tenían que llegar antes que el resto de los alumnos. Casey pasó por la línea de comidas, pidió unas porciones de pollo a la parrilla, un bol con trocitos de manzanas cortadas y una botella de agua. Levantó la bandeja a toda velocidad y fue rápidamente a sentarse. Eligió la ubicación que consideró tendría una vista privilegiada para observar la catástrofe: quinta hilera de mesas, primer asiento, pasillo central izquierdo (parece un avión, ¡je!), con vistas a la línea donde los asistentes de cocina servían la comida. A su lado se sentó Gina, una Omega del mismo curso de Savannah y su primera noviecita de la larguísima (en cantidad) y efímera (en tiempo de permanencia) lista de conquistas que Casey Tarentaise tendría a lo largo de su vida. Al lado de Gina, se ubicaba Xibil, el tercero en rango y último orejón del tarro de su pandilla.

-¿Por qué no la dejas tranquila, Casey? -preguntó Gina desenvolviendo un sándwich de queso.

-Porque no la soporto. Es aburrida, presumida, insolente y siempre está con ese pelele de Tommy siguiéndola como un lacayo -respondió mientras masticaba un pedacito de pollo. No tenía hambre, ¡qué va!, pero tenía que disimular. Sentada de espaldas a la entrada del comedor tenía todos sus sentidos Alfa enganchados a los sonidos provenientes del pasillo. Uno más específico, el de la percepción, se encendió como un semáforo cuando notó los redobles de su corazón golpeándole el pecho.

"¡Ahí viene!"

-No te entiendo, Casey. Savannah no es insolente o presumida. Es buena compañera. Todos la quieren -comentó Gina, que si bien no era amiga de la chica de ojos verdes, más de una vez habían compartido charlas y realmente le caía bien.

Lo que recuerdo de ti (Omegaverse Yuri)Место, где живут истории. Откройте их для себя