3. Disimular.

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Kairi.

Me cambié de ropa por poco y soltando insultos mientras lo hacía.

Keller me había aplastado con su cuerpo y casi me deja sin la poca ropa que llevaba.

¿Por qué ella era tan distraída?

Me decidí por llevar un vestido blanco igual de apretado que el de Keller, solo que tenía un escote menos prominente que el de ella.

—Ya sabes lo que debemos hacer —hablé viéndola poner algunos productos de maquillaje en su bolso—, sin hablar con extraños a no ser que sea en un caso extremo, sin ser escandalosas, y ten en cuenta que Gaile puede estar en cualquier lugar.

—Sí mamá, estudié años para ser agente.

La miré apretando los labios y suspiré.

Se ve que poco le sirvió cuando trabajo por primera vez en el caso.

Tomé mi bolso y miré el anillo en mi dedo anular con un poco de dolor.

La teniente Nerissa Keller estaba desenterrando mi pasado y creí que eso no me afectaría.

Caminamos por los pasillos del crucero, ojeando los alrededores y prestando atención por cualquier lugar que pasábamos.

Hasta pasamos por afuera, dónde se vio el atardecer y el aire fresco me calmó un poco de lo nerviosa que me había puesto la agente.

Tenía un auricular para hablar con Max si lo necesitaba en caso de alguna emergencia.

—No negaste que podíamos beber ¿Verdad? —preguntó la rubia a mi lado y suspiré.

—Solo mantente lo más sobria que puedas —dije y vi la puerta del lugar en donde sería la fiesta—, te advierto que no te arrastraré a la cama si terminas borracha.

—¿Y lo harías sin que estuviera borracha? —preguntó alzando una ceja y no comprendí.

—¿A qué te refieres?

—Nada...

La miré extrañada y pasamos por la puerta, luego de ser visadas por los guardias.

Nadie sabía el "poder" por así decir que las dos teníamos en ese crucero. Así que debíamos actuar como gente normal, pero se me hacía raro pasar por un policía y tener que mostrar ser una civil.

Y a decir verdad no tendría que ser así, pero al pasar prácticamente los últimos años de mi vida encerrada en el cuartel, no podía evitar reaccionar así.

Era un lugar elegante, y a simple vista todo parecía ser extremadamente caro.

Algunas veces en mi vida me había infiltrado en lugares así con todo el equipo, pero en ese momento parecía que estábamos ahí solo para relajarnos.

—Vamos a la barra. —sugirió y la seguí.

No pasaron ni diez minutos cuando ya habíamos bebido una copa de lo que sea que pidió Keller.

—¿Y cuánto llevas trabajando? —me preguntó inesperadamente y me acomodé en el taburete alto donde estaba sentada.

No había mucha gente que estuviera prestando atención, y el hombre que servía las bebidas estaba muy concentrado hablando con una chica.

—Desde que cumplí dieciséis. —contesté simplemente y ladeó la cabeza cruzando las piernas.

Dejó su bolso encima de sus muslos y me pregunté cómo es que hacía para parecer tranquila mientras ojeaba todo el lugar.

—Yo desde que cumplí la mayoría de edad. —dijo.

—No te pregunté.

—Que cómica eres. —comentó de mala gana.

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