8. Arriba las manos, abajo la dignidad.

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Nerissa.

No podía dormir.
Además de que las literas del cuartel eran extremadamente incómodas, no podía parar de pensar en todo lo que había pasado.

Había tenido a uno de los mafiosos más importantes de EEUU a punto de ser capturado y luego todo se fue al carajo.

Fui apuntada por Gaile y un francotirador que nadie supo dónde estaba o quién era.

Y eso es algo que tendríamos que averiguar.

Me levanté de la cama y fui bastante suicida. Ya que hacía frío no tenía nada más que una musculosa y un pantalón holgado.

Podían ver mi tatuaje y además podía pescar un resfriado.

Recorrí el piso del cuartel en donde nos encontrábamos y me crucé con varios agentes que estaban de guardia, pero nadie me reclamó nada por estar vagando por el lugar.

Claro que tampoco podían reclamar mucho, mi rango era mayor al que cualquiera menos el Jefe y como mucho dos personas más.

Admito que además de no poder dormir, quería recorrer ese cuartel.

Era extraño y no me daba buenas vibras, sentía como si tuviera algo raro.

Caminé por un pasillo que estaba poco iluminado y escuché un ruido raro detrás de mí, pero yo estaba girando hacia otro pasillo y cómo no, seguí de largo por la distracción y choqué con alguien.

Escuché el ruido de varios documentos caer al suelo y lo primero que se me vino a la mente fue un infiltrado.
Ya que nadie hacía papeleo a las cuatro de la madrugada.

Levanté el brazo, prácticamente sin ver, y casi lanzo un puñetazo, pero una mano se cerró alrededor de mi muñeca y me quedé inmóvil.

—Tendrías que practicar ver en la oscuridad, Keller —escuché a Kairi—, no quiero que me rompas de nuevo la nariz.

—Ah, mira que buen dato —solté despreocupada—, primero tendré que practicar ver con luz, porque tampoco me sale.

La graduación bastante alta de miopía me estaba susurrando en la nuca.

—Con razón. —murmuró y fruncí el ceño.

Miré hacia abajo, viendo el montón de papeles esparcidos por el suelo de azulejos blancos.

—Me asustaste —dije agachándome—, ¿Qué haces despierta?

—Investigo qué clase de información tienen sobre Gaile.

La ayudé a levantar todo ese desastre y noté que cuando se levantó, su pierna le molestó.

—¿Estás bien? —pregunté con la vista en su rodilla.

—Creo que me clavé algo cuando...—pensó unos segundos y también miró su herida—, en el enfrentamiento con Gaile. —terminó y apretó los labios.

—¿No fuiste a la enfermería? —pregunté y negó con la cabeza.

—Se curará, además no...

—Vamos —la interrumpí y agarré su brazo—. No quiero que además de tener una compañera irritante, no tengas una pierna. —dije y me miró mal.

La arrastré a la enfermería y se negó a entrar, por lo que fui yo misma y tomé algunas gazas.

Era necia y hasta parecía querer pretender que era fuerte.
Y quizás lo era, pero su cuerpo no tanto.

—Genial. —dije cuando salí de la enfermería y no la vi.

Por supuesto que la busqué, porque además de que le quería llevar la contra, estaba herida.

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