CAPITULO 12

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―¿Tae?

Tae apartó la vista de la ventana, por la que había estado mirando los dos últimos días y observó al hombre en la puerta. Le dio una sonrisa a Seonghwa. El rubio enfermero, había sido muy agradable con él, tal y como Hyungwon le dijo que sería.

Seonghwa sonrió. ―Tienes visita.

Por un momento, sólo por un segundo, el latido del corazón de Tae se aceleró, cuando miró más allá de Seonghwa, esperando ver a Seokjin. No lo había visto, desde que la ambulancia lo llevó desde el almacén, tampoco lo había esperado. Seokjin le dejó sus sentimientos más que claros y no se despidieron en los mejores términos. Y la idea de que el hombre lo visitara, le dolía tanto como lo excitaba. Excepto que no era Seokjin. Lágrimas caían de los ojos de Tae, cuando su padre entró por la puerta.

―Taehyung. ―Una palabra, su nombre, aún dicho con tanto amor y cariño, que podría haber habido un coro cantándole al mundo entero y no habría significado tanto. Tae cruzó corriendo la habitación y se lanzó a los brazos abiertos que su padre le ofrecía.

―Hola hijo.

Profundos sollozos desgarraban a Tae, cuando comprendió que todo lo ocurrido durante el año pasado, había terminado. Era libre. Tae sabía que Navaja había muerto. No sólo había visto su cuerpo, sino que el comisario se acercó para tomarle declaración y asegurarle que Navaja ya no volvería a dañar a nadie. Hasta este segundo, una parte de Tae no había llegado a creerlo.

―Te he echado de menos hijo.

Tae tragó duro y asintió. Aún no podía hablar. El tiempo lejos de Navaja, le había dado oportunidad a su garganta para sanar, pero el daño que el hombre le había hecho, cuando lo agarró nuevamente, agravó la herida otra vez. El doctor le dijo, que debía guardar silencio otro par de semanas, antes de intentar siquiera hablar. Y no es como si Tae tuviese mucho que decir de todas formas. Navaja estaba muerto, los otros motoristas arrestados y tras las rejas. Seokjin estaba probablemente en su bar, haciendo lo que sea que hiciesen los propietarios de uno. Y Tae no estaba preparado para compartir su infierno personal con su padre. Estar mudo era una buena excusa para mantener su boca cerrada.

―Déjame verte chico.

Tae gimió, cuando retrocedió y su padre podía ver sus heridas. Las lágrimas en los ojos de su padre, le destrozaron el corazón. Durante muchos años, sólo se habían tenido ellos dos. Su padre era ferozmente protector, y sólo quería lo mejor para él. Si no hubiese insistido en que asistiese a la universidad, esto no habría ocurrido. Eso era lo que el hombre pensaba. Tae podía ver la culpa, en los ojos marrones del hombre. Tae dio un ligero golpe a su padre en el pecho y lo señaló, negando con la cabeza.

―Taehyung...

Tae lo golpeó de nuevo.

Jungjae rio después de un momento. ―Eres tan testarudo como tu madre. Eres igual a ella.

Sinceramente, Tae pensaba que era igual que su padre, pero lo que sea.

―El comisario dijo, que el hombre que te hizo esto, está muerto.

Tae asintió, hizo el gesto de una pistola con su mano y apretó el gatillo.

―¿Le dispararon?

Tae levantó tres dedos, para indicar que el hombre recibió tres disparos. Navaja estaba bien muerto y no podría haberle ocurrido a nadie mejor. El infierno que sufrió, hacía que el diablo, pareciese un tipo agradable. Jungjae apretó con fuerza su mandíbula.

―Bien. ¿Y el hombre que te dio su teléfono? ―Jungjae miró a Seonghwa. ―¿Dónde está? Me gustaría darle las gracias.

―Hyungwon aún está en la unidad de cuidados intensivos―, dijo Seonghwa. ―Sufrió algunas heridas internas en el accidente y su mano salió muy dañada. Tuvieron que practicarle cirugía en las dos. Los doctores dicen que va a estar bien, pero podría llevarle un tiempo.

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