prólogo

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NUEVA ORLEANS31 de Octubre, 2012

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NUEVA ORLEANS
31 de Octubre, 2012

El hombre miró al Diablo en sus brillantes ojos ámbar. No temía, ya no más.

—Te destierro —dijo él, salpicando agua bendita sobre la criatura. El Diablo siseó ante el contacto y humo emanó de la ficticia piel que vestía—. Dejarás este reino, sobre el cual nunca volverás a caminar.

El Diablo rio y su voz hizo eco por la vacía habitación recubierta por piedras y maderas. El humano evitó encogerse en su lugar ante la potencia del sonido que tan diminuto lo hizo sentir.

—No eres más que un humano, un mortal —le recordó el impuro—. No respondo a tus palabras.

—Lo harás.

El hombre terminó de bañar el pentagrama del suelo con agua bendita y extrajo un dentado cuchillo de su funda de cuero oscura. El cuchillo brilló bajo la luz de las velas, dejando entrever el especial tornasolado de su filo, aquel que fue bañado en sangre demoníaca y bendecido por un santo.

—Con estos sagrados instrumentos te ordeno a ti, el que cayó, que nos liberes de tus males y regreses a tu miserable infierno.

Sus palabras ulularon junto al viento que entraba por la diminuta ventana de aquel oscuro sótano. El hombre clavó el cuchillo en la madera del suelo y una grieta comenzó a entreabrirse por las tablas, al tiempo que llamas emanaron de las líneas que trazaban el pentagrama que mantenía al impuro dentro.

El Diablo volvió a reír. Sus afilados dientes se dejaron entrever en su roja y ancha boca. El viento que comenzó a soplar con fuerza le sacudió sus largos cabellos como hebras doradas. Sus ojos brillaron como dos llamas danzantes y, cuando habló, su voz se escuchó tan grave como ultratumba.

—Me aseguraré de que tengas primera fila para presenciar todos los tormentos por los que haré atravesar a tus descendientes —le prometió el Diablo—. Todo lo que conocerán por el resto de sus miserables vidas será dolor y sufrimiento, y será tu culpa. No hay nada que puedas hacer para evitarlo.

El Diablo desapareció. Al momento en que lo hizo, el viento revolvió la habitación, derribó papeles y apagó las llamas y velas, dejando al hombre en ascuas. Cuando la puerta se abrió de golpe sobre las escaleras, su corazón se aceleró.

—¿Papá? ¿Estás bien?

La dulce voz de su hija más pequeña lo tranquilizó.

—No bajes, cariño —le pidió, consciente de que el desastre que había causado no era algo que una niña de doce años debía ver en medio de la noche. O nunca—. ¿Pasó algo?

—Escuché ruidos raros.

—No te preocupes, solo me tropecé —mintió él, apresurándose a alcanzar las escaleras.

En la cima, la pequeña Ezra lo esperaba en su pijama de dinosaurios. Lo que había hecho, lo había hecho por ella y por sus demás hijos, para que ninguno conociera el verdadero mal que caminaba por su mundo.

Sostuvo la pequeña mano de su hija y salió con ella del sótano, cerrando la puerta con llave a sus espaldas.

—¿Quieres helado de medianoche? —le ofreció, esperando que fuera suficiente para distraerla.

—Ya estoy grande para esas cosas —se quejó con un puchero. A los ojos de su padre, seguía siendo su pequeña.

—Tu madre no tendrá que enterarse.

El rostro de Ezra se iluminó y su padre suspiró aliviado.

—¡Entonces sí! —festejó la pequeña y corrió hasta la cocina.

El hombre la vio alejarse y suspiró. El Diablo ya no sería más una amenaza. Era un embaucador y pecador, sus palabras no significaban nada.

¿Cierto?

DEAD BY DAWN ──  shang-chiजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें