diez

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Viéndolo en retrospectiva, había sido una mala idea ir al infierno por su cuenta y no avisarle a nadie.

Podría haber intentado llamar a sus padres para despedirse o al menos escrito una carta a Xavi y a Shang que explicara por qué había desaparecido y por qué probablemente nunca la volvieran a encontrar. Quería pedirle perdón a Barbie, la hija de Xavier, su sobrina postiza, por dejarla tan abruptamente, y quería pedirle a Shang que reprogramara la cita que le había prometido la noche en la feria.

Había creído que regresaría, pero analizando mejor su situación, algo le decía que tenía las horas contadas.

No estaba segura de llamarlo el infierno. Si de verdad lo era, entonces Dante había estado bastante equivocado con su descripción, al igual que la religión católica. No había fuego ni calor ni nueve círculos repletos de desdicha y tortura. Solo había oscuridad, frío y un silencio más perturbador que cualquier otro sonido que pudiera escuchar.

El miedo crepitaba por los brazos de Ezra con cada paso que daba. No había forma de ver qué la esperaba más adelante, qué sorpresas estarían al acecho, aguardando por el momento ideal para atacarla. Solo era capaz de ver hasta donde la luz de su celular llegaba, y no era mucho, solo un piso de piedra gris, sin paredes cercanas ni mucho menos un techo a la vista.

¿Cómo planeaba encontrar a Adam así? Podía estar en cualquier lado, podía estar en la dirección contraria, podía ni siquiera estar allí. ¿Y si había puesto su vida en riesgo por nada? ¿Y si había arriesgado todo por un impulso y una corazonada incorrecta?

No. Se negaba a aceptar la derrota.

De pronto una estructura apareció frente suyo como por arte de magia. En un momento no había estado allí y al otro sí, bajo una artificial luz blanca, alzándose extraña e incómoda. Tenía la apariencia de un circo de Halloween. Ezra entornó los ojos y ladeó la cabeza, se le hacía extrañamente conocida, como si ya la hubiera visto antes.

Porque ya la había visto antes: era el laberinto en el que se habían perdido la noche de la feria, el mismo en el que encontraron a Adam al alcanzar el centro.

Ezra se preguntó si de verdad sería tan sencillo encontrarlo. ¿Les había dado las indicaciones para dar con él la otra noche? De ser así, Ezra solo podía asumir que estaba caminando directamente en una trampa, consciente de que dentro de las altísimas paredes de concreto del laberinto se encontraría cara a cara con una espantosa muerte.

Tragó saliva y se adentró en él.

Tiempo atrás, cuando visitaba ese tipo de atracciones con su familia, su primo Michael -quien, honestamente, era un imbécil, y quien actualmente seguro que estaba preso-, le había enseñado la única cosa útil que aprendió en su vida: apoyar la mano en la pared derecha y mantenerla como referencia la ayudaría a encontrar la salida de cualquier laberinto. Esa técnica la había sacado de laberintos de espejos, laberintos de jardines y algún que otro laberinto de Halloween. Solo esperaba que también sirviera para encontrar la salida de un laberinto infernal.

DEAD BY DAWN ──  shang-chiWhere stories live. Discover now