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LOCKHART, NUEVO MEXICO 26 de Octubre, 2025
Irse de feria en medio de una crisis demoníaca no fue la opción ideal del grupo de amigos para pasar la noche, pero fue la opción que tomaron de todas formas.
Habían conseguido rentar un piso sobre una vieja juguetería que llevaba cerrada más de lo que algunos de ellos llevaban con vida, y el propietario de la pieza, un señor tan viejo como la psíquica que habían visto esa tarde, les recomendó la feria de Halloween local.
«Allí se reúne todo el pueblo al caer el sol, es una verdadera fiesta».
Tras haber visto el pueblo en su hora pico, Ezra estaba un poco escéptica. No era capaz de imaginar la «verdadera fiesta» con solo Madame Tawny, su gato gordo y el señor que los había invitado. Sonaba a una fiesta triste. Sonaba a una mentira.
Pero tras la tarde que los tres habían tenido, y tras pasar horas buscando información sobre espíritus malditos en los libros de hechicería de Shang -ya que el internet no les funcionaba-, al final optaron por despejar su mente en lo que les había sido promocionada como una divertida feria. Comerían comida grasienta, se divertirían en las atracciones ambulantes y juegos arreglados para perder siempre y, por primera vez en el día, conocerían a la verdadera población de Lockhart. Con suficiente suerte y algo de habilidad social, quizás incluso lograrían socavar información acerca de Adam.
Se habían reído todo el camino ante la idea de encontrarse con un parque vacío y una espeluznante feria de atracciones detenida en el tiempo, pero sus carcajadas fueron opacadas por la música y habla de un pueblo entero que había encontrado el lugar ideal para divertirse esa noche.
Era una feria deambulante como tantas otras. Había un enorme letrero pintado a mano cuyas letras de forma terrorífica los invitaban a pasar unas horas de diversión en su interior. La decoración consistía en su mayoría por calabazas -que al mismo tiempo oficiaban de lámparas-, y espantapájaros confeccionados para la ocasión. A medida que se adentraban en el predio se podía notar la fiesta de la cual el hombre les había hablado. Todo el pueblo estaba allí, todos los habitantes que habían faltado en la tarde ahora se encontraban conglomerados en un solo lugar, fuera disparando a globos para ganarse un oso de peluche, comprando manzanas cubiertas por palomitas, comiendo bajo los anticuados food trucks locales o haciendo fila para subir a la atracción más buscada de la noche: la noria.
-Esto es...
-Extraño -terminó Xavi por ella con la misma suspicacia-. ¿Dónde estaban todos esta tarde?
-¿Aquí? -dijo Shang, aunque no había nada de convicción en su conjetura-. ¿Quizás pasan todo el día jugando?
-Eso no tiene sentido.
-Nada tiene sentido -lo apoyó Ezra.
Un niño pasó corriendo delante de ellos y los tres lo observaron detenidamente. No se estaba riendo, no estaba llorando, no estaba escapando de sus padres, no estaba jugando con alguien más ni parecía haber realizado una travesura. Solo corría hasta la siguiente atracción y se paraba pacientemente a esperar su turno.
