32.

3.3K 238 0
                                    

Liam.

Hay cosas en las que no soy bueno cediendo: apartarme de mi deber como jefe y darle la espalda a mis hijos. Estoy notando que cada vez se me hace más difícil decirle que «no» a Billie; en especial cuando me da esa mirada desesperada.

He pasado casi dos horas en su piso únicamente abrazados y besándonos de vez en cuando. No hemos hablado, tampoco pasado a una parte pasional. Incluso para mí parece increíble que estuve tanto tiempo con ella sin quitar su ropa. Aunque no mentiré, estar cerca de Billie de esta manera ha despertado una sensación diferente: una intimidad muy por encima a lo que debería ser esto entre los dos.

—Debo subir.

—Pero Sylvia está con ellos. Aceptará si tú se lo pides —insiste, todavía con la mirada acongojada.

—Lo hará si se lo pido, sí. Pero no era mi idea. Además, ¿qué haremos si no puedes coger? —pregunto dudoso, sin entender la necesidad de que me quede si no haremos nada más.

—Hablar —propone con una sonrisa entusiasmada.

—¿Hablar? —repito, sin comprender de qué podríamos conversar. Hay un mundo de diferencia entre los dos.

Se arrodilla en la cama para estar a la altura de mi cara, y con cautela, enrosca sus manos en mi cuello, acercando mi rostro para darme un beso.

—¿Nunca hablas con otras personas? —cuestiona cuando se aleja, dejándome aturdido por el beso suave que me dio. Ve la confusión en mis ojos porque no estoy seguro de lo que está preguntando. Mierda, ¿cómo puede entenderme?—. No me refiero a cosas de trabajo. Sino... como a tonterías…

Mis cejas se fruncen, y a pesar de que me parece divertido, cuestiono para tomarle el pelo—: ¿Tonterías?

Asiente, pasando las yemas de sus dedos en mi cuero cabelludo. Ella es cariñosa. Jamás lo hubiera creído. ¿Fue así con el chico?

Alejo su mano cuando la presión en mi pecho me molesta.

—Lo siento. No quise pasar los límites…

Niego, aclarando mi garganta porque empieza a arder. Sucede con el cambio de temperatura, sobre todo por la llegada del invierno.

—Es…

No puedo decirle que tengo celos de un cadáver. Coloco sus manos otra vez en mi cuello y las mías se posan en su cintura, acercando más su cuerpo a mí.

»Me tomó desprevenido. No recibo cariño con tanta frecuencia. Entonces, ¿hablar de tonterías? ¿Eso quieres hacer?

Billie sonríe. Pero se ve tan hermosa con sus pómulos sonrojados y el brillo inusual en su mirada. La primera vez que la vi no tenía aquella calidez; había desconfianza, temor, precaución. Ahora es otra Billie; más vivaz y vibrante. Una emoción recorre mi pecho al creer que soy el causante de que se vea así: feliz. Igual que en el cine cuando Brendan me sonrió de oreja a oreja, asimismo haré lo que sea para que ella conserve la alegría y la ilusión.

—Sí. Nada de muertes o picar a gente en pedacitos. Quiero escuchar de ti. Como persona.

Mi sonrisa se borra. Alana jamás fue abierta a mis asuntos. Lo sabía porque cuando vives con una persona —y más si es alguien observador— lo entiende a la primera. Alana se hizo la tonta la mayoría del tiempo, pero por supuesto que escuchó y vio cosas de las que no me siento orgulloso. Aun así, jamás fue directa. Sin embargo, Billie lo dice como si fuese un trabajo más; como estar hablando de carga legal.

—Billie, debería irme.

Esto es una locura. Le llevo muchos años de ventaja y las cosas que verá si me quedo cerca serán mil veces peor de lo que vio en sus días de puta.

—Sólo un rato. —Me mira directo a los ojos y me traspasa algo por dentro cuando dice—: Me prometiste que no serías como ellos. Ellos me usaban y me dejaban. ¿Harás lo mismo?

Ella está rogando por mi tiempo, por mi atención. Nunca se lo di a personas ajenas a mi círculo. Pero Billie continúa presionando cada botón, iluminando mi interior oscuro.

—No soy muy hablador, Medusa —aviso, preparándola para no esperar demasiado de esto.

—Yo tampoco. Pero esto podría ser bueno para ambos, ¿verdad? —pregunta lo último, luciendo esperanzada.

Sigue siendo la primera en tantas cosas, como esto, en lo que hablar se nos da terrible.

Alana era hermosa y tenía la paciencia de una santa, pero una parte de ella cambió desde que descubrió a Hades. Me habría gustado que fuera como Billie —que no se conformara con un no, sino que insistiera—, que tratara de encontrar a Liam debajo de Hades. Ella dejó de presionar los botones, permitió que mi oscuridad matara su luz. Se consumió y para el final lo intentó, pero la parca se la llevó cuando yo decidí intentarlo también. Ahora Billie me ofrece eso: tratar de sacar a Liam. Está buscando un hueco por el que yo pueda escapar.

El miedo a ser distinto me paraliza por unos segundos. Nunca he sido sólo Liam. Siempre Hades y luego un pequeño trozo de Liam Hayes. Pero Billie quiere más.

—Siempre he sido Hades, nena —advierto, sintiendo que me están arrancando una coraza.

—Y yo la puta. Pero tú ves a Billie. Yo veo a Liam. Podemos traer al otro. Sólo necesitamos descubrir cómo.

Mierda, ella dice las cosas correctas siempre. Es más que una chica menor que yo. Me está dando lecciones que la vida dura jamás me dio. No sé dónde mierda pararemos, pero quiero ser más humano por mis hijos, por ella. Quiero descansar del olor a muerte y de ser perseguido por las sombras. Por eso, me siento en la cama, y Billie sonríe con tanta ilusión que también me hace reír.

Tal vez Alana sólo vino a mí para abrir mis ojos, para que cuando mis niños llegaran, para que cuando Billie entrara por mi puerta, yo supiera que soy más que Hades. Lo único que debo hacer es pelear para que Liam vea la luz.

La niñera de Hades Место, где живут истории. Откройте их для себя