HOLLOW SOUL | en donde las personas se convierten en los monstruos y junto a su nueva familia deben sobrevivir
[segundo libro en la serie "corpses"]
[the walking dead season...
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POR PRIMERA VEZ EN TANTOS MESESQUE YA HABÍA perdido la cuenta, Cody Thompson tuvo el placer de dormir tantas horas como su cuerpo se lo permitió. Durmió a pesar de que el sol se encontraba alto en el cielo y los rayos penetraban por la ventana e impactaban en su quemado rostro por la intemperie. Habían llegado a Alexandria dos días atrás, pero no se cansaba de recuperar todo el sueño atrasado.
Estaba completamente enamorado de Alexandria. Le encantaba la seguridad que le transmitía y la protección que lo rodeaba. Él mismo había sufrido su mala experiencia con Terminus y, a pesar de que los adultos aún no confiaran de las personas de aquel sitio, él creía que eran las más inofensivas que había visto desde que se habían cruzado con la familia Greene.
Nada de eso significaba, sin embargo, que no era acechado como ellos por pesadillas. Detrás de sus párpados a veces aparecía Hershel y el Gobernador con la katana. Otras veces, Rick y Joe, un hueco donde se encontraba su yugular y la sangre chorreando. A veces solo se trataba del vagón en Terminus. Él solo y encerrado. Rodeado por la más intensa oscuridad. Desamparado.
Pero luego se despertaba y recordaba que estaba en Alexandria. Recordaba que el grupo entero estaba allí y que no se animarían a atacarlos porque nunca podrían ganarles. Si, a veces era Carl el que debía recordárselo. Cuando la oscuridad era demasiada y se despertaba desorientado, cuando olvidaba donde estaba. Carl le susurraba que estaban juntos y estaban bien, que nada le pasaría, que lo protegerían. Y luego solían dormirse con sus manos entrelazadas.
Aquella mañana, Cody despertó solo en la habitación que compartía con Carl y Judith, enseguida dándole la espalda a la ventana para no sentir los rayos de sol sobre su rostro. Estiró sus músculos y articulaciones, se vistió y fue al baño antes de bajar a la cocina. Quedaba un plato de huevos revueltos sobre la mesada y se encontró comiéndolos con la mano, olvidando por completo la existencia de los tenedores.
