•Capítulo Dos•

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-Satoru-

Gojo Satoru, como la mayoría de los alfas, era un hombre privilegiado; Siempre tuvo todo lo que quería a su alcance, y si no tenía el objeto de sus deseos, tenía los métodos para lograrlo.

Por eso consideraba su vida monótona y frívola, sin emociones ni grandes acontecimientos.

Provenía de una familia muy rica y nunca tuvo que preocuparse por los costos de las escuelas en las que estudió, la ropa que vestía, la comida que comía, la casa en la que vivía y ahora la universidad a la que asistía. Todo fue pagado con el dinero de la familia Gojo y durante toda su vida este mismo dinero cubriría todos sus gastos y los de su futura familia.

Aunque este no era su deseo, Satoru sabía que viviría una vida común y corriente; en el cual completaría sus estudios para luego hacerse cargo de la empresa de su padre, casarse con una mujer alfa, tener uno o dos hijos, estos hijos crecerían y ocuparían su lugar en el negocio, luego se casarían y le darían algunos nietos, y si viviera lo suficiente podría conocer incluso a sus bisnietos. No quería esta vida de ninguna manera, sin embargo no había nada que le impidiera seguir este camino predeterminado incluso antes de su nacimiento.

O eso es lo que siempre creyó.

Era un día más en su vida, cuando tras salir de la universidad iba a encontrarse con sus amigos en una fiesta. A pesar de que iba llegar tarde, no se molestó en apresurarse para llegar al lugar designado, siendo honesto consigo mismo no quería ir.

No quería encontrarse con las mismas personas de siempre y tener las mismas conversaciones inútiles y banales, beber los mismos tragos amargos y tener a las mismas mujeres rodeándolo y mirándolo, como si ellas fueran bestias hambrientas y él un jugoso trozo de carne. Pero aun así avanzó hacia ese matadero.

El albino caminaba distraído por las calles de Tokio, su conciencia siempre flotando en todas las direcciones y a la vez en ninguna dirección; como una botella de plástico que el mar se lleva y luego regresa a la costa.

Estaba tan sumergido en su propia mente que tardó un rato en darse cuenta de que el semáforo había cambiado, indicando que él y los demás peatones podían pasar. Moviéndose rápidamente para llegar al otro lado, se detuvo de repente cuando sintió que lo estaban observando.

Satoru era un alfa, un muy guapo además, por lo que estaba acostumbrado a tener siempre muchos ojos puestos en él, pero en ese momento la sensación que erizó su pálida piel e hizo que su corazón latiera con fuerza en su pecho, no fue provocada por la mirada de una persona común.

Cuando giró hacia la izquierda, lo miró. Era pequeño, con cabello rosado como flores de cerezo en la primavera, ojos castaños rojizos con toques dorados, como el brillo de los campos de trigo iluminados por los rayos del sol de la tarde.

Su omega destinado.

No necesitaban palabras ni gestos para comprender que se pertenecían el uno al otro.

Sin embargo, este pensamiento no era cierto, después de todo, el omega peli rosa ya pertenecía a alguien más, y ese alguien era el alfa pelinegro que a su lado, sostenía su mano con firmeza.

Apartando la mirada de la suya, el omega miró al otro alfa y sonrió, una sonrisa asegurándole que no tenía motivos para preocuparse.

Por un minuto Satoru quiso ir hacia ellos dos y traer en sus brazos a aquel con quien el destino lo había unido. Ese omega era suyo, le pertenecía, cada parte de él era suya y de nadie más; Eso era lo que rugía su instinto con ansiedad y urgencia.

Pero el alfa albino nunca haría eso, nunca destruiría la felicidad de alguien a quien su corazón pedía ferozmente proteger. Es por eso que cuando el omega se volvió hacia él nuevamente, dijo lo primero que le vino a la mente, que también eran las mismas palabras del peli rosa.

Votos para que fueran felices.

Sonriéndose ante la coincidencia, se observaron atentamente una vez más y luego siguieron adelante, dejando atrás todo lo que acababa de suceder.

Gojo no sabía si la elección que había elegido era la correcta, pero quería creerlo, porque si era un no, simplemente abandonaría todo para perseguir y conquistar a su omega destinado. Y eso probablemente sólo traería infelicidad y dolor a todos los involucrados.

Aislando la voz de su corazón que pedía con gritos estridentes regresar y tomar la mano de ese chico y no soltarla nunca más e ignorando su instinto que repetía constantemente como un mantra, que ese omega era suyo por derecho, que debía marcarlo y poner sus hijos en su vientre. El albino dio un paso adelante, luego otro y otro, seguido de muchos otros.

Gojo Satoru, un alfa que siempre lo tuvo todo, por primera vez sintió que no tenía absolutamente nada. Tal como siempre pensó, su camino ya había sido decidido hace mucho tiempo y ese omega no era parte de él y por más que fuera su deseo cambiar esa situación, no podía hacer nada al respecto, no había nada que hacer en esa circunstancia, lo único que quedaba era ese camino frente a él, el cual tendría que continuar siguiendo.

Sin embargo, ver la valentía del pelirosa al enfrentar sus instintos y su propio destino, al tomar una decisión tan difícil como la que tomó para ser feliz, abrió los ojos de Satoru a un mundo nuevo; uno luminoso y lleno de infinitas posibilidades.

Ya no quería vivir la vida que estaba viviendo. Quería más, mucho más.

Quitándose sus gafas oscuras, el alfa sintió un frío melancólico pegarse a su cuerpo mientras observaba las pocas estrellas visibles en el cielo nocturno. Sonriendo, se volvió a poner las gafas y evitando a las personas que lo rodeaban dio grandes pasos hacia aquella fiesta a la que había sido invitado.

En ese momento en que comenzó a caer una fina lluvia, el alfa decidió que viviría su vida el mayor tiempo posible sin tener ningún arrepentimiento, que ya no sería un esclavo de la monotonía y rutina que se imponía a sí mismo, que disfrutaria de cada fragmento de diversión y aventura que llegara a su camino a partir de ese momento.

Sabía que eso era lo que el omega peli rosa también iba a hacer, y por el bien de la decisión que los dos habían tomado esa tarde de un día de verano, el alfa albino decidió hacer exactamente lo mismo.

Con una expresión de satisfacción en su rostro, Satoru deseó que el apuesto omega con una dulce y gentil sonrisa, fuera feliz en su momento presente y en cada día de su futuro.

El Lazo Que Nos UneWhere stories live. Discover now