•Capítulo Cinco•

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▪Dos Años Después▪

-Megumi-

Fushiguro Megumi, que ahora tenía diez años, se aflojó la corbata que llevaba por quinta vez, solo para que su tío Choso la enderezara nuevamente.

Hoy era un día muy importante para su familia, era la boda de su madre Itadori Yuji con Gojo Satoru, el alfa albino adicto al azúcar.

Habían pasado dos años desde que ese hombre había llegado a sus vidas, al principio el pequeño Fushiguro lo odiaba con todas sus fuerzas, no es que ahora fuera muy diferente, pero se había acostumbrado a la presencia constante del alfa.

Al principio Megumi pensó que era solo una persona que amaba los dulces, por eso siempre venía a la cafetería de su madre, pero con el paso de los días, el pelinegro comenzó a darse cuenta de que este alfa quería algo más con su madre.

Comenzó con él llevándolo a cenas en restaurantes, a veces venía a cenar en su casa o llevaba a su madre Yuji a suya residencia, a veces también lo llevaban, como cuando fueran los tres al acuario y a el parque de diversión. Después de unos meses, el omega y el alfa le dijeron que estaban saliendo, obviamente él no estaba a favor de esa relación, pero cuando vio a su madre sonriendo al lado de ese alfa estúpido, supo que no podía estar en contra.

Cuando menos lo esperaba, Megumi ya se preguntaba por qué el peliblanco tardaba tanto en llegar para llevarlo a la escuela. Todo empezó con una broma, pues según su tío Choso, si el alfa quería su mamá, tendría que llevárselo también; como prueba para Satoru, el Fushiguro le pidió que lo llevara a la escuela dos veces por semana y antes de darse cuenta, estaba esperando ansiosamente la llegada del albino.

Sin embargo el momento en que Megumi realmente lo aceptó, fue cuando el alfa vino con su madre a el día familiar en la escuela. El pelinegro nunca olvidaría como todos seguían repitiendo, como su mamá y su papá eran tan geniales, desde ese momento dejó de poner a prueba a Gojo y aceptó que sería parte de su familia.

Y en unas horas serían una verdadera familia, pero para él ya lo eran, pero su tío Nanami le había explicado que ahora serían reconocidos por la ley. No podía entenderlo del todo, pero si el alfa rubio lo había dicho, lo creía.

Nanami era socio y amigo de su padre Satoru y el padre de Nobara su mejor amiga; a pesar de que la chica era ruidosa y siempre se quejaba de todo, eran buenos amigos. Megumi también era el mejor amigo de Toge, quien era hijo de Yuta y Maki, sus tíos favoritos después de Choso, el chico de cabello gris era tímido y hablaba muy poco, por lo que a Megumi le encantaba jugar con él. Su otro tío era Suguro, también era compañero y amigo del alfa de pelo blanco, en ocasiones Fushiguro lo veía más como la niñera de Gojo que como su amigo, pues a pesar de que era un adulto a veces se comportaba como un niño.

A pesar de llamarlo padre ahora, Megumi había tardado mucho en referirse a Satoru de esta manera. Él ya tenía un papá y este era Fushiguro Toji, no quería que nadie ocupara su lugar, solo después de que el alfa le explicó que nunca tomaría el lugar de su papá Toji, y que solo se convertiría en su segundo padre, fue que logró llamar así el albino, aunque en las primeras veces se sintió muy avergonzado.

Sin embargo pronto no sería el único en llamarlo papá, ya que su mamá Yuji estaba esperando un bebé. Megumi se había enterado antes de que pudieran decírselo, no es que le hubiera resultado muy difícil enterarse, ya que el alfa de pelo blanco estaba siendo muy cuidadoso con el omega y siempre acariciaba su vientre cuando creía que nadie miraba. Fushiguro nunca olvidaría la expresión que vio en sus rostros, cuando revelaron el secreto preocupados por su reacción y el simplemente les dijo que ya sabía del embarazo desde hacía unos días.

Nunca fue un problema para Megumi que su madre estuviera esperando un bebé, aunque no sabía cómo el había llegado al vientre del omega pelirrosado. Una vez le preguntó a Nobara cómo se hacían los bebés, y ella le dijo que las mamás se comían un dedo del papá y que ese dedo se convirtía en un bebé, pero él no le creyó, pues recordaba bien que su padre Toji tenía todos los dedos y que Gojo también los tenía, lo que significaba que los bebés no estaban hechos de dedos.

Pero al fin y al cabo no le importaba de qué estaban hechos, solo la promesa que le hicieron el omega y el alfa, que si era niña el elegiría su nombre, pero si era niño sería Satoru quien escogería. Tsumiki, este era el nombre que quería.

Sin embargo, aún faltaban muchos y muchos meses para que naciera el bebé y en ese momento debía preocuparse, solo con el papel que desempeñaría en el matrimonio. Así como lo había hecho en la ceremonia de unión entre su madre Yuji y su padre Toji a pesar de no poder recordar, porque solo tenía cinco años, también haría en ésta; él sería el encargado de llevar los anillos a los novios en el altar.

Así que cuando llegó el momento, se sentó en la primera fila junto a Yuki, la novia de su tío, y cuando sonó la música vio entrar ansioso a su madre, del brazo con Choso, vestido con un conjunto negro con detalles rosas, con su salvaje cabello igual al suyo con un peinado muy hermoso y una gran sonrisa brillante en su rostro, dirigida a el alfa albino quien también vestía un traje negro, pero con detalles azules.

Después de que su padre se convirtió en una estrella en el cielo, Megumi nunca había vuelto a ver al omega sonreír así, solo después de que el alfa albino llegó a sus vidas, que sus sonrisas regresaron y Fushiguro estaba agradecido con Gojo por hacer feliz a su mamá nuevamente.

Después de que Yuji estaba al lado de Satoru y su tío a su lado, el pelinegro le preguntó por qué Junpei-San y Todo-San, así como Suguro-San y Shoko-San, la amiga de su papá Satoru, que había regresado a Japón hace unos meses, estaban junto a los dos. Sin embargo, quien lo explicó fue Maki, diciendo que ellos eran los padrinos de la pareja y que cuando el se casara con Nobara, Toge sería su padrino, lo que lo dejó con las mejillas sonrojadas e irritado, ya que la chica de cabello castaño solo era su amiga.

Haciendo caso omiso de las sonrisas burlonas de sus tíos, se centró únicamente en su madre y después de que el hombre que su tío Yuta dijo que era el celebrante de la boda, hablar y hablar durante mucho tiempo, llegó el momento en que se suponía que debía llevar los anillos. Con ayuda de Choso, salió por una puerta lateral y llegó a la puerta por donde entró el omega pelirrosa; nervioso se agarró fuerte a la pequeña almohada con los anillos dorados y caminó escuchando a todos decir lo adorable que se veía, en ese momento el pequeño Fushiguro solo quería esconderse debajo de su cama y no volver a salir de ese lugar nunca más.

Luego de unos cuantos pasos, que para él fueron miles, llegó hasta el alfa y el omega y Yuji al ver lo nervioso que estaba, lo abrazó y lo perfumó con sus feromonas.

-Mamá parece un príncipe.

Dijo causando que todos los que lo escucharon suspiraran encantados.

-¡¿Si soy un príncipe, entonces Satoru-San es mi princesa?!

-El es demasiado alto para ser una princesa.

Declaró ganándose las risas de aquellos cercanos a ellos.

-¡¿Entonces yo también puedo ser un príncipe?!

Moviendo su cabeza hacia la derecha, hizo caso omiso de la pregunta de Satoru, haciendo que todos rieran una vez más.

Al posicionarse nuevamente como le habían enseñado, luego de recibir un beso en el cabello por parte del omega pelirrosa y del alfa albino, les entregó los anillos y luego volvió a pararse junto a su tío Choso.

El pequeño Fushiguro no prestó mucha atención a lo que sucedió después, ya que todo lo que podría ver era lo verdaderamente felices que estaban su madre y su padre. Un día él también quería casarse y quería sentirse tan feliz como se sentían el omega y el alfa, que el observaba atentamente en ese mágico momento.

Completamente deslumbrado por la alegría que contemplaba, Megumi se movió sólo porque Nobara y Toge estaban a su lado guiándolo.

Al ver al omega irse del brazo con ese alfa aficionado por los dulces, tonto, engreído y extravagante, Megumi sonrió al ver como los dos brillaban de felicidad y si su mamá Yuji y su papá Satoru eran felices, él también lo era, aunque nunca lo admitiría en palabras.

-Fin-

El Lazo Que Nos UneWhere stories live. Discover now