•Capítulo Cuatro•

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-Satoru-

Estacionando su auto, Gojo Satoru se preguntó mentalmente por qué estaba en ese lugar.

Evidentemente fue por su gran y a veces incómoda curiosidad.

Esa mañana como siempre había ido a la oficina de Nanami Kento, uno de sus compañeros de trabajo y un amigo cercano a saludarlo, al entrar lo vio hablando por celular con su hija, al no querer interrumpirlo, se sentó en una de las sillones en la habitación.

Estaba distraído mirando su teléfono, cuando escuchó algo en las palabras de su amigo rubio que llamó su atención. Al parecer la niña quería jugar con un amigo después de la escuela, lo cual no era realmente relevante para él, sin embargo por lo poco que pudo escuchar, también entendió que la madre de su amigo supuestamente era dueña de una cafetería y preparaba los mejores dulces del mundo. Lo cual cautivó por completo al alfa albino.

Sin embargo, por la forma en que los dos estaban discutiendo, era obvio que el alfa de gafas no lo permitiría, interviniendo en la situación, Satoru propuso que Nanami permitiera que la niña fuera a jugar con su amigo y que él la recogería más tarde. Sospechando de sus verdaderas intenciones, aceptó, ya que no podía negarle nada a su pequeña hija, Nobara.

La niña de cabello castaño tenía ocho años y era hija de Kento con una mujer con la que tuvo una pequeña relación en el pasado, él se había quedado con ella a los pocos días de su nacimiento y luego después su madre desapareció por completo, sin dejar cualquier rastro. A pesar de no tener ningún tipo de experiencia previa, el alfa rubio decidió criar la niña e hizo un excelente trabajo, a pesar de que Nobara era un poco consumista, y le encantaba gastar el dinero de su padre en ropa.

Siguiendo las instrucciones que le dieron, Gojo se encontraba ahora frente a una modesta cafetería en una zona medianamente concurrida de Tokio.

Shikigami. Así se llamaba el lugar. Satoru creía que era un nombre muy inusual para darle a una cafetería, sin embargo le gustaba aún más el lugar, después de todo siempre le gustó lo diferente e inusual.

Al ingresar al establecimiento sintió un aura de calidez cubrir su cuerpo, como el abrazo de un ser querido, era un lugar minimalista con solo lo necesario para su funcionamiento, sin embargo todo estaba posicionado priorizando el bienestar de los clientes. Observando los alrededores, encontró a Nobara sentado en una mesa con un chico de cabello negro, que tenía una expresión aburrida en su rostro.

Al acercarse a su sobrina, a pesar de no tener ningún parentesco consanguíneo, el alfa acarició su cabello castaño, algo que la irritó muchísimo, y sonrió. Luego de ser regañado por ella, Satoru se presentó al niño frente a él y descubrió que el se llamaba Fushiguro Megumi, que también tenía ocho años y que esa cafetería en realidad pertenecía a su madre.

Al escuchar las explicaciones de los dos, Gojo se distrajo mirando los dulces que había sobre la mesa.

Al verlos el peliblanco sintió que se le hacía agua en la boca intensamente; todos los que conocían bien a Gojo Satoru sabían de su gran aprecio por las comidas dulces, por lo que era normal verlo siempre comiendo algo. Sin embargo, en ese momento su deseo era prácticamente incontrolable, el alfa no sabía por qué, pero quería desesperadamente morder algo y no eran precisamente esos dulces azucarados.

Tratando de descubrir lo qué le estaba haciendo perder el control, se sentó junto a Megumi y entonces pudo sentir en el aire, debajo de todas las feromonas de innumerables personas, perfumes, sudor y el dulce olor de los postres, una fragancia que lo dejó aún más confundido, curioso y sobre todo, deseoso.

El Lazo Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora