23. Esconder.

338 14 0
                                    

|En relación|

Pablo ese día llegó reventado de cansancio. Sus piernas apenas se movían por que él, ya no las sentía, sus muslos estaban tensos, seguramente agarraría un par de calambres de noche. Llegó a su casa, abrió la puerta, pasó, cerró con llave y no obtuvo ningún saludo. Caminó perezosamente a su habitación pero ahí tampoco estaba lo que quería ver, apreciar. De la misma manera fue a la casa de al lado, pero no consiguió nada. Sentía su pantorrilla izquierda titilar, le pesaba el pie, pero no sabía donde estaba Janna, y fue tan estúpido que no pensó primero en llamarla; o ver sus estados de WhatsApp donde había una foto de ella bastante sonriente en media ciudad Barcelona.

Se maldijo, estuvo a punto de matarse, pero  mejor se fue, nuevamente, a su habitación y allí, buscar las cremas mentoladas qué le podían calmar el latente dolor de músculos. No se acordaba donde las puso, tampoco tenía intenciones de hacer una búsqueda, más bien se fue por lugares seguros donde estarían sí o sí.

Janna dejaba sus cosas tirada, por más que Pablo le gritara y le dijera lo mucho que le molestaba. En una esquina, no sabe por qué, pero ahí buscó y, lo que encontró no era lo que, hoy, precisamente buscaba... Pero que sí pasó mucho tiempo averiguando.

Su corazón se aceleró, su respiración igual. Las piernas le dieron respingos y Pablo no supo cómo sentirse. Era obvio lo obvio, esto le aclaraba, respondía y afirmaba lo que su cabeza millones se veces formuló. Oh sí, Pablo Martín Páez Gavira estaba seguro de que si algo se le metía en la cabeza jamás se le iba a salir al menos de que lo solucionara. En el momento menos indicado lo consiguió, por eso ahora en su próxima investigación no buscaría mucho.

¿Recuerdan que él estaba 97% seguro de que a Janna le pasaba algo? Bueno, acaba de encontrar el 3% que le faltaba, y ese 3% no era más que la edad de el feto qué lleva en el vientre.

«Padre...» Una palabra grande y en sentimiento vacío. Pablo lo pensó, lo imaginó, se vio con "Eso" en un futuro... Pero ahora que lo sabía eso se desvaneció  por completo.

Dejó todo donde estaba, se acostó y se durmió, por que con semejante dolor no pensaría bien su siguiente paso, y ahora era muy próximo a hacer algo muy, pero muy estúpido. Mañana tenía un partido contra el Sevilla, y él no era fan del Sevilla.

.....

¿Quien va a un partido un viernes a la 1pm? Pues Janna y todos los culés que entraban por el grandisimo estadio donde jugaban temporalmente.

La chica de orbes verdosos miraba las muchas camisas y modelos que habían frente a ella, porque olvidó la suya, y no se devolvería ese poco de kilómetros cuando podía gastar 120 pavos en la tienda. Ella jura por su estabilidad emocional, qué ahora no sabría a qué dorsal serle patrocinadora. Se a puesto muchas camisa con muchos dorsales, pero ahora no sabe cual. Quiere algo nuevo, colorido... Algo clásico. Colores que hayan lucido leyendas del club, pero no sabe cuál por qué hay demasiadas.

Trata de recordar cuál es su jugador favorito, pero conoce y quiere a tantos futbolistas que simplemente se vuelve un ocho, y no descifra que nombre.

«Messi, Andrés Iniesta, Xavi, Eto'o...» Recuerda haberle pedido encarecidamente a Aubameyang que le firmara todo lo que ese día se le atravesó, por que ese maldito jugador se robó su corazón y luego salió con cuentos chinos de que le podía ir mejor en otro club. Janna esos días quiso morir. Lewandouwski, el novio de Pablo Gavi, de él podía lucir una camisa, pero ya lo había echo y ahora la meta era probar algo diferente.

Ella tenía una camisa incluso de Zlatan Ibrahimobic, que él había autografiado en un Barcelona - AC Milan. Pero ahora solo quería lucir la de un...

Joao Félix.

Blaugrana - Pablo Gavi. Where stories live. Discover now