28. Verdades No Tan Sinceras.

318 10 0
                                    

|Fuera de relación|

Acababan de llegar y ya se le había perdido algo. ¿La había dejado? No, la había traído en su bolso de mano. Recuerda perfectamente a Vianell acomodando sus cosas, incluso en el aeropuerto compraron lentes, pero ahora no la encontraba por ningún lado.

— ¿Has visto mi billetera? — preguntó Janna. Estaba revolcando toda su casa y aún así seguía sin encontrar la bendita billetera.

Vianell se encogió de hombros, mirándola por encima de su hombro mientras terminaba de hacer su café. Janna estaba a cinco segundos de jalarse los pelos, si no fuera por que la voz de Vianell otra vez la llamó.

— ¿No la dejaste al lado? — Inquirió, se volteó y le dio un largo sorbo al humeante líquido. — Cuando fuimos a buscar tu ropa... No sé, ahí al lado.

Janna pensó, tal vez si tal vez no. No se acordaba. Habían pasado a casa de Pablo, claro que él no estaba, pero ella no duró ahí más de veinte minutos.

— Ve a buscarla, no te acompaño por que me da miedo encontrar a tu hombre por ahí. Y que este se moleste y termine matándote con un cepillo de barrer. — rodó los ojos ante su magnífica imaginación.

Janna suspiró viendo la hora en el reloj de pared. Sí, todavía le daba tiempo para que Pablo no llegara del entrenamiento. Salió por la puerta de atrás, mirando su celular y tratando de no ser consumida por los nervios de tal vez, encontrarlo a él.

Todo estaba igual, nada se había movido, nada se había roto. Lo único que pudo notar diferente fue la temperatura, por que el maldito aire se estaba echando su trabajo por el culo.

— Joder — chilló tirando el celular al suelo. Derrepente este había empezado a sonar como loco. — Joder Vianell ¿Qué quieres?

¿Me prestas tu auto? Voy a comprar la cena.

— ¡¿Para eso me llamas?! — grita — Acabas de verme, por amor a Dios.

¿Me lo prestas sí o no? Tengo hambre, supongo que tú también.

Suspira por la boca.

— Sí, no te estrelles, me costará un montón arreglarlo, pero ¿adonde iréis?

Al centro ¿no? No sé ¿quieres que te compre algo en específico?

— No, bueno sí, un helado estaría bien, o no... — Se relamió los labios, sintiendo su paladar later al recordar otras cosas — Algo salado pero... Ácido, algo ácido y cítrico.

¿Un kilo de limón te parece? — preguntó sarcástica — ¿Algo cítrico Janna?

— Lo que sea pero salado, y ven rápido.

OK...

Cortó a los segundos, pasando sus manos sudorosas por su vestido, secandolas. Caminó a paso lento por los pasillos, buscando en cada uno la bendita billetera qué le costó conseguir. Suspiró cansada al verla tirada en la mitad de la habitación de Pablo.

Si ella no fuese venido, sus esperanzas de unos días tranquilos sin que Pablo supiera de su existencia se iban a ir por el caño. La recogió y se tiró a la cama, no comprendiendo por qué derrepente hacía tanto calor en esa casa.

Un escalofrío, que no era tan frío por qie se estaba deshidratando por la cara, le golpeó la columna. Suspiró cansado mirando las muchas camisas que habían tiradas en una esquina.

Era esas camisas que Pablo usaba para entrenar, o algunas más del Barca que simplemente tira a un lado por que no tiene donde ponerlas. «Igualmente no quiere regalarle una» Y conociéndolo, jamás le daría una. Se quitó los zapatos, y la ropa que tenía puesta para meterse desnuda bajo el agua artificial. El agua fría le relajó los músculos del hombro, se sentía tan tensa que hasta suspiró encantada. La sensación era gratificante para ella que estaba tan acalorada.

Blaugrana - Pablo Gavi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora