42. Afrodisíaco.

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En problemas...

Pasó ambas palmas de sus manos con desesperación por su rostro, tal vez demasiado frustrado como para siquiera pensar en en la previa del partido y la conferencia que se le venía.

El sudor frío bajaba por su frente, tanto que incluso su cara estaba helada. La sangre le había abandonado toda parte de su cuerpo para concentrarse en su amigo que a estas alturas estaba tan duro como el pico de una montaña. Y le dolía, cada vez y cada minuto que pasaba más y más efecto hacía eso que se había tomado, y el cualquier momento explotaría.

— Lo siento... — volvió a disculparse Richie, siendo callado con solo una mirada matadora de Pablo.

— Acabas de darme un afrodisíaco que me está matando, y pretendes que con el simple "lo siento" se me baje mi problema. — Se abstuvo de gritarle, no era como que una denuncia de maltrato laboral le viniera bien en este momento — Lárgate, maldito, siento que puedo...

Se calló a él mismo dándose caricias en el pecho, aunque verdaderamente lo necesitaba en los pantalones.

La mirada preocupada y miedosa de Richie le dieron ganas de pararse y estrellarlo contra la pared, para este punto, Pablo ya no pensaba.

— ¡Largo!

El hombre parado frente a él no esperó dos veces para salir de la habitación que pablo había apartado para poder estar unos segundos en soledad, pero parece que no pensó en eso antes de simplemente contratar guardaespaldas.

Se supone que su día sería tranquilo, su equipo ganaría la supercopa, hablaría con ellos por video llamada, les mandaría sus felicitaciones... Tal vez fuera a celebrar en el casino, pero no, le habían dedo la vuelta a sus planes.

El brasileño les mete tres goles, expulsan a Araújo, a Pedri se le fue la magia como por obra y gracia del espíritu santo, a Raphinha lo lesionan y, oh, sorpresa, otro brasileño les mete gol.

Ahora es donde se pregunta si su verdadero trabajo era como medio campista o como el alma cuerpo, delantero, defensa y hasta portero.

Pero, como si el pastel ya no tuviese una cereza;Richie le pone la más grande que consiguió en el jardín.

Le había dado un regalo alentador a su jefe para motivarlo a tener sexo para bajar el estrés, pero no contó con que Pablo era curioso, y el frasco perfectamente discreto iba a ser tomado como agua después de un partido. Era afrodisíaco, le había obsequiado un afrodisíaco, y Pablo se lo tomó todo pensando que era alguna vitamina o un calmante muscular «Aunque ahora que lo piensa no tenía sentido el calmante» Jamás por su cabeza se cruzó la idea de un afrodisíaco, aún si su sabor era dulce.

La impotencia de no poder hacer nada para quitarse las ganas que corrían por sus venas lo hacían cerrar sus ojos con suma fuerza, apretando su culo sentado, los puños, y hasta la garganta.

Suspiró y tragó, así por un rato pensando que tal vez se calmaría, tal y como era en los partidos cuando quería matar a un rival. Ahora mismo se sentía así de eufórico, con esa misma adrenalina como si estuviese corriendo en los campos de la Cuitat Esportiva, con el mismo sudor mientras hacía presión en su mejilla. Pero faltaba algo, el pelota, y en caso tal él tenía dos qué se le asemejaban bastante.

Blaugrana - Pablo Gavi. Where stories live. Discover now