Prólogo.

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Las dos mujeres se sentaron una frente a la otra, la única cosa que compartían ellas dos hasta donde podría suponer Sakura Haruno era el apellido Senju el cual se le había inscrito cuando Tsunade Senju la adoptó como su única hija y heredera. Ambas antes de esta instancia no habían estado por tanto tiempo juntas para conversar de este tema. 

La mujer rubia de exuberante belleza se sacó sus lentes violetas y la miró con una cálida mirada. Llevaba tanto tiempo cultivando ese talento que ella sentía un profundo afecto por Sakura, aunque la joven lo desconocía. Su voz ronca le dijo —nosotras somos más parecidas de lo que crees. Así dejemos las formalidades a un lado, puedes estar segura que la maldición que crees portar no me afectará porque yo cargo con la misma maldición— la mujer de cabello rubio y ojos miel señaló el rombo en su frente. 

Aquel perfecto rombo en su frente de un color violeta grabado como un tatuaje sobre su pálida piel, era su estigma. 

Sakura llevó sus dedos a su frente, ella tenía uno igual pero azul noche. Su garganta se apretó, sus ojos se inundaron de los sentimientos que había estado arrastrado hace tanto tiempo, pensó que siempre estaría destinada a estar sola. Una vida solitaria atada al ser que la marcó como suya cuando la escogió arbitrariamente a tan corta edad. Ese sentimiento amargo difícil de soportar. 

Tsunade era como ella, en tal caso ambos demonios se repelían entre ellos sin interferir con la vida de la otra, ¿Verdad?

La más joven apretó los puños sobre sus regazo y aguantó, aguantó un poco más para contarle su historia a su maestra y madre adoptiva. —Ocurrió un día que desobedecí a mi madre, mi madre me dijo que no saliera al jardín— los ojos jades de Sakura recordaban vívidamente ese momento. 

Era tan pequeña de niña que todo le parecía inmenso y nuevo, naturalmente quería explorarlo todo. Salió al jardín cuando su madre le dijo que no. Se agachó a recoger su cinta del cabello cuando un fuerte viento lo tiró de su cabeza. 

La pequeña Sakura se agachó y al alzar la vista un niño de su misma edad estaba parado afuera de la reja de su casa mirandola fijamente, esos ojos negros tan oscuros como si estuviesen devorandola. La miraron tan frios y crueles, pero ella vio en el niño con cara de muñeco alguien conocido y alguien interesante para pasar el rato y lo invitó sin saber que era lo que ella estaba invitando en ese momento. 

Sakura tomó su cinta roja y lo miró de regreso, le sonrió con todo su rostro y se acercó a la reja con una actitud amistosa. —Hola soy Sakura, ¿Quieres jugar conmigo?— Ella le invitó. 

Dicen que si miras al abismo tan fijamente este mirara dentro de ti para toda la eternidad. 

Su boca se quedó en silencio, Tsunade le habló para traerla al presente. —¿Qué ocurrió luego?

Sakura de regreso a la sala de la casa de Tsunade Senju, dijo con incomodidad. —Enfermé— Después de invitar a ese niño y jugar con él, luego de ese día cayó en cama. La atormentó muchos sueños extraños y fiebre, fue tan repentina su enfermedad que sus padres comenzaron a buscar doctores y médicos que pudiesen encontrar una razón de su decaimiento.

Sus padres se encontraban desesperados pero aquellos recuerdos desesperados fueron tomados también como todo lo demás. 

Aquello que recordaba con mucha claridad fueron las palabras que la marcarían más que cualquier cosa que le hizo el demonio, las palabras de esa mujer con maquillaje rojo y velo negro le resultaron tan nefastas, que hasta el día de hoy la carcomian en vida. 

Podía soportar las palabras crueles tras su visita, el desinterés e incluso aquellos bruscos comportamientos de su demonio pero las palabras de la humana eran algo muy difícil para ella.

La chamán mujer que le dio cara a su madre, vaticinando el distino futuro de Sakura, su madre puso una cara de horror tal que Sakura desde entonces cerró su corazón a cualquier otro ser. 

—Su hija invitó al demonio no solo a su casa lo invitó a entrar a su vida y lo dejará tomar todo de ella. Su hija esta maldita y acabará con la vida de todas las personas que la amen y aquellos a su alrededor. 

La boca de Sakura repitieron exactamente lo que dijo la chamán, porque esas palabras la definian como persona. Ella cambio la vida de todos a su alrededor para mantener la atención de ese demonio. La verdadera culpable de todas sus penas era ella y no otro.

Los ojos de Tsunade se resintieron, por eso Sakura nunca la recibió del todo. Después de tantos esos años, ella nunca se ganó el afecto de esa chica. Apretó los puños enfadada, ¡Cómo alguien era capaz de arruinar tanto a otro ser humano! 

Sakura fue indiferente a lo que pensaba Tsunade, después de todo ella pensaba que era la culpable y abrazaba esa culpa con el mismo amor con el que abrazaba a su demonio quien era su único compañero. Sonrió dolida, no merecia más ese amor podrido que era lo único que deseaba. —¿Sabe que le ocurrió a la chamán?

La mujer mayor estrechó la vista, ella sabia bien pero no contestó. El suyo le habría hecho sufrir interminables noches de dolor por menos. 

Sakura se exaltó y golpeó su pecho —murió, murió miserablemente debajo de un derrumbe. El edifcio donde trabajaba colapso y fue encontrada veinte dias después a mitad de desxomposición en pleno verano. 

Tsunade la miró fijamente —esto no es tu culpa. Nada fue tu culpa.

Lindas e increíbles palabras pero ella ya estaba muy lejos para que esas palabras la salvaran.

Poseidos.Where stories live. Discover now