1

17 3 0
                                    

Abriendo la ventana. 

Tras la muerte de sus padres fue puesta en un orfanato con otros niños y tan solo pasando unos poco dias fue cambiada a una habitación pequeña y fria. Los niños la acusaron de no dejarlos dormir y que los aterraba. Trasportada como si fuese un mueble viejo y poco deseado, de un lado a otro hasta llegar a una bodega.

El cuidador la miró de reojo, era una pequeña de aspecto tan adorable como una cria de conejito, tierna e incocente con su cinta de color rojo decorando su cabello delicado, se veía tan desprotegiida que daban ganas de ayudarla aun así pese a su apariencia externa había algo inquietante sobre ella, algo que le gritaba que no se le acercará por nada del mundo. 

Fiel a sus intintos guió a la niña sin darle una sola palabra de aliento o consuelo. Cerró la puertas tras él y dejó a la niña sumida en la oscuridad de la habitación exclusiva relegandola al aislamiento.

Sakura se tapó la nariz perdida, todo olía a moho y polvo, la cama no tenía mantas. A duras penas se subió y se enrrolló sobre el colchón. No quería llorar, pero todo esto la abrumó, pensó que podria ser amiga de esos niños sin embargo todos ellos la ignoraron y la trataron mal. 

Gimoteó sin entender mientras recordaba las sórdidas palabras, esas palabras se hicieron realidad nada más alejar un poco del edifcio cuando sus padres murieron dentro del vehículo que usaron para llevarla a leer su fortuna.

Al despertar en el hospital ningún familiar fue por ella y luego fue traída aqui. Sola sin sus padres aqui nadie la quería. Cerró muy fuerte sus ojos esperando despertar de esta terrible pesadilla. 

Le dolieron sus ojos, apretó tan fuerte hasta que alguien tocó su cabeza, ella abrió los ojos que estaban enrojecidos y vio la sonrisa del último niño que jugó con ella. 

Su cabeza le gritó ¿Cómo es que llegó? ¿Qué hace aquí? Pero estaba tan desesperada por un poco de afecto que lo llamó. —¡Sasuke vinistes!

El niño estaba sentado en esa fea cama y le acarició el cabello. No era muy hablador pero le mostró lo feliz que estaba por verla ne nuevo. —¿Por qué lloras boba?— La regañó. 

Ella no obedeció a su razón. Desde que lo conoció todo en su vida se volteó pero se aferró a él con demencia —pensé que no volveria a verte nunca más. 

—Dijiste que querias jugar conmigo— el respondió con simpleza. 

—¿Prometes venir a jugar siempre conmigo?— Ella suplicó, si hacia falta imploraria lo que hiciese falta. Lo que sea para tener al único rostro familiar cerca de manera permanente.  

Su sonrisa se ensanchó, en sus dientes que deberian de ser de leche este tenía afilados colmillos que Sakura encontró encantadores. —Siempre vendré cuando me llames.

Sakura no lo podía creer, él lo prometió. Se incorporó y lo abrazó sin obedecer a su piel que luchaba por mantenerlo lejos. Ella lo abrazo tan fuerte que lo tumbo, su amigo se quedó congelado por la desesperación de ella, sus manos le frotaron su espalda con suavidad, la tan ansiada consolación por fin llegó. 

Solo necesitaba una sola persona que estuviera a su lado, no iba a desear nada más. Este amigo, si podía conservarlo no volvería a atreverse a desear nada más.  

Si tan solo pudiese permitirse al menos matenerlo sin que su maldición lo afectara, sería capaz de cualquier cosa. Sakura  tomó su mano con sus dos manitos, sonrió y pronto se quedó dormida. 

Esa noche al menos no se sintió tan sola o al menos eso se instó a sentir pero si tan solo Sakura hubiera entendido lo que realmente selló esa noche. 

Poseidos.Where stories live. Discover now