Cuatro

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Al día siguiente volviste, pasó exactamente lo mismo: el único gesto de dolor era una mano que se volvía blanca mientras apretaba otra, también tu frente se arrugaba un poco, no demasiado.

Me pregunté si algún día te romperías, parecías una heroína como las de las historietas con ese semblante duro e inquebrantable.

Luego vi una lágrima descender por tu pómulo, te rompiste.

El príncipe que no tuvo su final feliz © ✔️ (M #0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora