cincuenta y nueve

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Jennie's pov:

Lisa se había ido. No estaba y aunque la seguí, el auto tampoco... Ella realmente volvió a irse. Sin más.

No volveré a darle una oportunidad en mi jodida vida. Fue el peor error que pude cometer. Lisa jamás enfrenta los problemas, siempre huye de ellos... Lo hizo cuando creyó que la engañaba, lo hizo cuando su hija murió y lo hará ahora para no ver mo... No ver a Leo así de mal.

El cabello de mi hijo caía al suelo mientras él sollozaba en silencio. Tomé su mano y él la alejó de mí. Vi un mechón de cabello caer en su regazo y él lo abrazó con fuerza.

—Yo era bonito... —susurró.— Era muy bonito...

—Eres bonito, amor. Eres lo más hermoso de toda la tierra...

—No... Mi mami se fue, porque ya no me ama, porque ya no somos iguales y porque ahora soy feo.

Comencé a llorar sin más. Ya no pude controlarme. Llevaba días aguantando todo ésto.

Ya no puedo, no puedo verlo así de mal... Todo éste tiempo... Oh, Joder. No doy más.

Las enfermeras acabaron de cortar el cabello de Leo y él se observó en un espejo rápidamente mientras acariciaba su cabeza sin ningún cabello en ella.

—No me gusta... Quiero mi cabello. ¡Señora, péguelo otra vez! —gruñó molesto.

Las enfermeras le explicaron a Leo porque le cortaron el cabello, le explicaron la razón por la que debía crecerle nuevamente cuando el tratamiento acabe y él esté sano... Le ofrecieron una paleta y mi pequeño olvidó su llanto.

Estaba sentado frente a mi jugando monopoly mientras comía su paleta.

—¿Aún me amas? —preguntó y asentí.— ¿Incluso si soy calvo?

—No eres calvo... —murmuré.

—¿Peloncito? —insistió y asentí.— ¿Y me amas peloncito?

Me acerqué hasta él y besé su cabeza repetidas veces.

—Te amaré hasta el día en que me muera, cariño. Tú eres la mayor alegría de toda mi existencia, soy la mujer más feliz del mundo desde el momento en el que tu abuela te puso en mi pecho cuando naciste... Todo en ti me hizo amarte... Desde tu cabeza...

—Hasta la punta de mis pies —murmuró.—. Siempre me lo dices.

—Es la verdad. Te amo. —murmuré y él me besó rápidamente.

—También te amo, mami. Lo siento por llorar y ser dramático, no quería ser pelón y que mamá ya no me ame... ¿Dónde está? —preguntó.— Quería que estuviese aquí conmigo... —sollozó.— Ya no me parezco a ella...

—Eres idéntico a ella, Leo. Mírate, tienes esa sonrisa y esos ojos encantadores... —susurré.— Tu rostro es el mas lindo de todos.

Él sonrió.

—Te amo mamá —murmuró.—. ¿Me besas la pancita? —preguntó y asentí lentamente.

—¿Alguien pidió una Lalisa Manobal? —preguntó... Ella...

Me giré en dirección a la puerta y la vi con una gorra en las manos y otra en la cabeza.

Oh... Por Dios.

—Te traje esta gorra, hijo. Creí que tendrías frío sin tu cabello, y es calentita. —sonrió levemente.

—¡Mami, te extrañé! —gritó Leo emocionado. Su emoción se borró casi de inmediato cuando recordó lo de su cabello.— Ya no somos idénticos...

Lisa caminó hasta él y acarició su rostro.

—Tenemos la misma gorra —murmuró enseñándole a Leo su gorra.—. Esa dice bebé y ésta mamá —murmuró.—. No hay para Jennie, porque ella gruñe todo el tiempo.

Solté una risita.

—Eso no es suficiente —murmuró Leo entristecido.—. Ya no me parezco a ti... Ahora soy peloncito...

Lisa se quitó la gorra y las lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas.

Ella realmente lo hizo...

—Yo también —murmuró enseñando que se había rapado todo el cabello.—. ¿Quieres tocar? —preguntó y Leo asintió emocionado. Tocó la cabeza desnuda de su madre y comenzó a llorar.

Se aferró al cuello de Lisa llorando con una sonrisa en el rostro. Lisa también lloraba acariciando la espalda de nuestro pequeño.

—Ya está, amor. Lamento haber tardado, encontré una peluquería y estaba llena... Tuve que ir a otra y he tardado, luego fui en busca de gorras a juego y...

—Lo importante es que estás aquí. —murmuré.

Ella me observó y asintió mientras besaba a Leo.

—Te amo tanto... No te imaginas lo mucho que te amo, hijo. Eres... Todo para mí.

—También te amo —sollozó Leo.—. Ahora somos peloncitos. ¿Mamá así nos amas? —preguntó y yo asentí lentamente.

—Con toda mi alma... —contesté. Leo se puso la gorra emocionado y Lisa lo imitó.

Mi pequeño volvió a su alegría comenzando a jugar monopolio nuevamente.

Lisa se levantó y se acercó hasta mí tomando mi cintura. Pasé mis manos por su cuello y nos dimos unos cuantos besos cortos.

—Te amo. Lamento haber... Lamento haber dudado de ti y... Haber dicho esas cosas horribles de tu hermano y... Yo... Yo también lo amaba. —susurré arrepentida.

Sufrí demasiado cuando el hermano de Lisa murió... Fui una imbécil al decir lo que dije.

—Yo también dudé de mi, Jennie —murmuró ella.—. Pero... No puedo pasar toda mi vida huyendo de cada problema que tengo... Somos una familia y yo... Yo voy a cuidar de ustedes hasta mi último aliento.

—Te amo... Perdóname.

—Perdóname tú a mí... —suplicó.— Espero que te gusten las pelonas... —susurró y yo mordí mi labio inferior y asentí. Ambas seguíamos llorando pero eso no evitó que pudiésemos fundirnos en un beso.

No debí dudar de ella...

¿Disculpa? | Jenlisa G!P (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora