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Sábado

Desperté sintiendo que mi cabeza iba a reventar. Tallé mis ojos de manera suave, intentando ver con más claridad y notando que estaba en una habitación que no era mía. Las paredes eran de color blanco y la cortina se encontraba abierta, permitiendo que la luz solar entrara en la estancia.

Miré hacia el buró de madera, sitio en donde pude ver un pequeño reloj de mesa, el cual marcaba las 11:52 am.

Me levanté de la cama de golpe y en ese momento me arrepentí porque la cabeza seguía doliéndome, caminé fuera del cuarto y fui en dirección al baño.

Minutos después, bajé a la sala de estar, sabía que me encontraba en casa de Shiori, pero no la veía por ningún lado. Dirigí mi vista a la cocina, donde había una enorme hoja con mi nombre, pegada en el refri.

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C  H  O  S  O

Lo escribí en letra grande para que pudieras verlo  :)

En el microondas hay un plato de comida y ya está servido, si está frío solo ponlo a calentar 1 minuto y 30 segundos.

Regreso al medio día

—Shiori
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Busqué el microondas con el propósito de calentar la comida que me dejó. Tenía mucha hambre, ayer no había cenado y lo último que comí fue la pizza de pepperoni.

Comí con calma y más tarde lavé los trastes que ocupé. Me quedé sentado en una de las sillas del comedor, no tenía nada que hacer, así que me puse a mirar con atención todo lo que había en mi entorno. Su casa era muy bonita, algo distinto a los gustos que pensé que ella tendría, pero estaba bien, lucía muy amplia y ordenada.

Casi 20 minutos después, se escuchó la puerta principal abrirse. Shiori llegó con bolsas de supermercado y las colocó en la barra.

—Apenas despertaste, ¿verdad? —preguntó con los ojos entrecerrados. Me levanté del asiento y caminé hacia la barra.

—Hace casi una hora, gracias por la comida —respondí agradecido.

Buscó algo en las bolsas que había traído del súper y me lo dio; eran unas pastillas.

—Tómate esto, te sentirás mejor en un rato —me miró de nuevo—. Por cierto, te ves terrible —soltó una leve risa y me sirvió un vaso de agua para que me tomara el medicamento.

—No acostumbro a beber tanto, no va a pasar de nuevo —sobé mi cabeza, me dolía tanto por la maldita resaca.

—¿Recuerdas todo lo de ayer o voy a necesitar explicarte? —comenzó a acomodar las cosas que venían en las bolsas de plástico.

—Sí, sí me acuerdo.

Shiori asintió y fue a la parte de arriba, regresó en menos de cinco minutos, solo que en esta ocasión traía su bolso.

—Te entrego las llaves que me diste, supongo que son de tu casa —siguió buscando en su bolso—. Aquí está tu billetera y tu celular —metió la mano en su bolsillo trasero del pantalón—. ¡Oh!, y aquí están tus llaves del auto —colocó el resto de mis pertenencias en la mesa y las tomé.

—Debería irme porque tengo que ir a recoger mi auto —mencioné al instante, lo había dejado a media ciudad.

—Tu auto está aquí —se adelantó en hablar—. En la mañana tenía que ir a la florería y me fui temprano en transporte para pasar por él —hizo una leve pausa—. También me daba pendiente que lo dejaras hasta allá —se quedó pensando.

Scary Love  |  ChosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora