"TELL ME YOU DON'T DESIRE THIS"

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-Ángel mírame y los ojos y dime que no deseas esto

Azirafel apenas escuchó su petición. Estaba demasiado centrado en los finos labios del demonio como para poder escuchar con claridad.

-Crowley yo... -hizo una pausa- no podemos hacer eso, somos de bandos distintos. Podemos buscarnos más problemas de los que tenemos ya -se levantó y se ajustó la pajarita yendo hacia la puerta- tenemos que buscar al Anticristo. Si cualquiera de nuestros jefes se enteran de que lo hemos perdido no me quiero ni imaginar lo que nos harían

El ángel se encaminó hacia la puerta para abrirla, pero Crowley chasqueó los dedos haciendo que se cerrasen nuevamente. Se levantó moviéndose lentamente, mientras el ángel le miraba con una sonrisa nerviosa en sus labios.

-¿Qué estás haciendo?

Este no contestó hasta estar frente a él, cara a cara.

-Esos bandos de los que tanto miedo tienes no existen Azirafel -dijo mirándole a través de sus gafas negras- solo existe NUESTRO bando -dijo enfatizando en la palabra central-

-Eso sería desleal, no está bien, esto -los señaló a ambos- está mal

-No, que va -insistió el demonio- Piénsalo un momento, ángel -dijo haciendo que este pusiera atención- ¿Realmente quieres tener que responder ante el todopoderoso, cuando no se ha pronunciado nunca a lo largo de toda tu vida? -se quitó las gafas- ¿O por el contrario quieres hacer lo que hacemos siempre?

El ángel lo pensó unos segundos antes de pegar las manos contra el pecho

-¿Y que es eso que hacemos, exactamente?

Crowley sonrió levemente antes de responder

-La curiosidad mató al gato, ángel -dijo, y el pareció sobresaltarse- lo que quiero decir es que podemos solucionar esto tu y yo solos, como hemos hecho siempre ¿Qué me dices?

Azirafel miró a la calle repleta de humanos y luego el reloj de pared que tenía en su preciada librería. Después miró al demonio. Estaba tan guapo con su conjunto de cuero negro... siempre lo estaba, aunque por supuesto eso no era algo que el ángel fuera a admitir ante el nunca jamás.

-Supongo que puedo hacer una excepción

Crowley sonrió y chasqueó los dedos, haciendo que las puertas se volvieran a abrir

-Excelente ¿Nos vamos? -preguntó-

El ángel y el se subieron en el Bentley y se fueron de camino al pequeño pueblo de Tadfield.

Era hora de arreglar su "pequeño" desastre.

Ya se ocuparían de sus sentimientos más tarde.


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