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— Fourth Nattawat, esta corte lo encuentra culpable de la muerte por negligencia médica, del menor Jasón Moore y lo sentencia a cinco años de prisión en la penitenciaria North Collan.

El martillazo del juez hizo un eco sordo en su cabeza y una silenciosa lágrima descendió de sus ojos, rojos e hinchados.

— Lo siento —susurró su mejor amigo y abogado, Satang, mientras lo abrazaba aguantando las lágrimas. — Hice todo lo que pude.

Fourth veía a su alrededor, sintiéndose ajeno a esa caliginosa situación. El llanto de su madre y amigos, la sonrisa cruel de quienes lo inculparon, los murmullos de los presentes. Se sentía deleznable, como si en cualquier momento su piel fuese a agrietarse, transformándose en tierra seca que caería a pedazos hasta no dejar más que un rastro de polvo.

Miró de reojo a su antiguo novio, al culpable de que estuviese ahí. Siendo sepultado en vida por un crimen que no cometió. Todo por un nimio error, una infidelidad que desembocó en una amenaza sobre hundirlo; que arrogante fue al pensar que solo eran palabras fatuas.

Aún recordaba cómo se había mofado de su exnovio cuando este le dijo que lo aplastaría, que lo destrozaría. A sus ojos, Alex solamente estaba despotricando debido a la ira; patético. Poco le importó que el padre de este fuera el director del hospital donde trabajaba. Y es que jamás pensó que ese hombre, serio y razonable, se dejaría llevar por las malsanas palabras de su hijo, incriminando a Fourth sobre la muerte de uno de sus pacientes.

Sí. Fourth había pecado de soberbio e ingenuo. Estaba acostumbrado a una vida donde todos a su alrededor celebraban cada cosa que hacía o decía. Destacado en su trabajo como pediatra, de facciones sensuales y hermosas; con una labia digna de envidia y anhelo.

Pensó que su aventura de unas noches con el lindo enfermero de la planta de cirugía no tendría importancia, y cuando Alex, su novio de un año, lo descubrió con el chico montándolo como un profesional; imaginó que simplemente significaría el término de su relación sentimental. Nada que realmente le importase. Ahora viviría en carne el alcance de su error.

— Fourth. Haremos todo lo posible para sacarte cuanto antes. —Satang lo apretó en un abrazo, no queriéndolo dejar ir. — Esto es una maldita injusticia. Buscaré una solución, te lo prometo.

— Satang —musitó con la voz quebrada. La mirada fija en su pobre y agotada madre. — Necesito pedirte un favor.

— Lo que sea. Pídeme lo que sea.

— No quiero que Lily vaya a verme a prisión. No lo soportaría.

¿Cómo permitir que su madre sufriera yendo a verlo a prisión? No podía ser tan egoísta.

Satang retuvo las lágrimas y asintió con un movimiento de cabeza.

— De acuerdo. No irá, lo prometo.

— Bien. Gracias.

Dos guardias se colocaron tras Fourth y Satang. Al notar la presencia de los hombres, rompieron su abrazo. No dejaban de mirarse y Fourth limpió con sus dedos pulgares las mejillas húmedas de su mejor amigo; era como su hermano.

— Fourth Nattawat, debe acompañarnos.

— Debo irme. —Un tirón de las comisuras de sus labios fue lo mayor que logró esbozar en similitud a una sonrisa alentadora.

— Iré a verte. Sé fuerte.

—Lo sé. Cuídate y cuida a mi madre, por favor.

Contó los pasos que retrocedió, fueron tres.

"Prisionero" geminifourthWhere stories live. Discover now