29. FINAL

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El viaje a Londres ocurrió una noche de nubes cubriendo las estrellas del firmamento. De viento cruel y demonios ocultos tras las sombras de los árboles.

En el aeropuerto de La Digue, donde poco personal se encontraba. Todos silenciados por cuantiosas sumas de dinero en sus cuentas bancarias. Con un avión privado esperando por Gemini y Fourth para llevarlos a su destino.

No fue fácil para ambos separarse de su hogar. Aquella casa escondida que había atestiguado lo mejor de ellos; lo mejor de su amor. Cada rincón encerraba cientos de recuerdos, ternura, pasión, risas y peleas. Y ahora debían dejarlo todo; debían enfrentar aquel pasado que los destrozó.

—Tus... Tus dedos están fríos —dijo Gemini. Una sonrisa lastimada en su rostro.

—¿Lo están? —preguntó Fourth con voz rota y rasposa. La prueba de su incesable llanto estaba pincelada en su rostro; en sus mejillas aún húmedas y sus ojos rojos.

Tomados de las manos, apretándose con fuerza el uno al otro, mientras eran llevados al aeropuerto en un todoterreno que Ford había dispuesto para ellos; manejado por uno de sus hombres de confianza.

Aún no dejaban la isla y ya la extrañaban.

—Sí —susurró Gemini, su rostro fijo en la ventana. No había mucho que ver en aquella oscuridad, sin embargo, no quería voltear el rostro. No soportaba el dolor y el miedo en el rostro de su amante.

El ruido sordo de las ruedas sobre el camino de tierra zumbaba en sus oídos. Todo sintiéndose demasiado; doliendo demasiado.

¿En qué momento se había vuelto tan vulnerable? ¿Qué había hecho Fourth con él? Era imposible para Gemini comprender cómo había cambiado tanto; cómo había pasado de ser un demonio salvaje e invencible a un miserable humano asustado.

¿Cómo podía volver a ser él? Lo necesitaba. Debía recuperar el veneno que solía correr por su torrente sanguíneo para enfrentar a su padre.

—Gemini...

—¿Sí?

—Gracias. —El mencionado tragó y se armó de valor para girar el rostro. Fourth, con sus marcadas ojeras, le sonreía—. Por ser valiente.

—Corderito, no... —Negó, cerrando los ojos—. No lo soy.

—Lo eres. Tan valiente, mi dueño. Lo eres todo, ahora. Y no necesitas volver a ser el hombre que tu padre quería que fueras.

—¿Qué mierda sabes tú? No tienes idea de lo que siento.... No digas que soy valiente cuando estoy... —"asustado" pensó. No pudo decirlo.

—Amor, no. —Fourth ahuecó la palma de su mano izquierda para arrullar una mejilla de Gemini—. No hagas eso. No odies de ti lo que yo más amo.

—¿Y qué es lo que amas? ¿Que sea un hijo de puta asustado? ¿Que sea débil? ¿Qué es, Fourth? —Sus palabras eran duras; carentes de calidez. Había tanta impotencia acrecentándose en él. Ganas de gritar, de detener el maldito vehículo y salir corriendo.

—Todo. Lo amo todo, Gemini. ¿No te sientes así conmigo? ¿Hay algo de mí que no ames? ¿Qué odies? —El mayor frunció los labios. No, no había nada de Fourth que no amara—. Amo que te sientas asustado, débil... Y a pesar de eso, estés aquí. Dispuesto a toda esta mierda, sólo por mí. Por nosotros.

—... Mierda. —Sonrió, negando y soltando un movimiento ligero de hombros—. Eres tan malditamente bueno con las palabras, corderito. El mejor, lo juro.

Fourth relajó sus tensas facciones y apoyó un costado de su cabeza en el hombro de Gemini, acurrucándose en él.

—Solo... quiero ser lo que necesitas.

"Prisionero" geminifourthWhere stories live. Discover now