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Dylan.

—¿Qué cojones pretendes hacer? —espeto, con cautela. Zack permanece a mi lado con los puños metidos en los bolsillos de su chaqueta beisbolera. Hoy lleva el pelo recogido en un pequeño moño. Cómo no hable rápido, le reprocharé una tras otras vez que por su culpa no estoy en casa de la chica que me gusta—. O hablas, o me voy. ¿Qué hacemos aquí? —inquiero, con dureza. No me esfuerzo en ser simpático.

—Tyler está en Vancouver.

¿Qué?

—Vale.

—Vale —repite. Saca la mano izquierda del bolsillo de su chaqueta y me tiende un instrumento metálico. Bajo la mirada para descubrir de qué se trata y se lo arrebato en un movimiento rápido antes de que nos vea alguien—. ¿Tengo que explicarte cómo se utiliza?

—¿Me ves cara de mosquita muerta? —introduzco los dedos en el puño americano y guardo la mano en el bolsillo de mi chaqueta de cuero—. ¿Dónde está?

—En este edificio de apartamentos.

—¿Cómo lo sabes?

—Natalia tenía razón, Lily es una traidora. Acabamos de... bueno, ya sabes...

—Follar.

—Sí, eso. Han llamado al telefonillo. Lily me ha pedido que me quedara en la cama y...

—La has seguido hasta la puerta —deduzco.

—¿Me puedes dejar terminar las putas frases? —ante lo que parece una orden, pongo los ojos en blanco. Estamos un poco tensos, sí—. Cuando se ha despedido, ella le ha llamado por su nombre. Y he sufrido un cortocircuito, era mucha casualidad que su amigo se llamara así, teniendo en cuenta que ninguno somos de Vancouver y su vida se resume en grabar, casa y bar. Le he arrebatado de las manos el papel que él le había dado con su teléfono y dirección, hemos discutido y... digamos que hemos roto.

—¿Érais pareja?

—No.

—¿Entonces? —pregunto y él se encoge de hombros. Me despeino el pelo por puro nerviosismo con la mano en la que llevo el puño americano y rápidamente la vuelvo a esconder—. No quiero saber por qué cojones esos dos están en contacto, pero ¿No crees que es un poco extraño? —Zack no me está pillando, con él no funciona la telepatía. Aron suele terminar mis hipótesis, pero está en casa con un amigo suyo—. Nadie en su sano juicio se arriesgaría a ser descubierto. Tenías razón, colega. Había una infiltrada. Es ella. Y detrás tiene que haber un plan —me quedo pensativo unos segundos—. ¿Qué tenía escrito el papel que le ha dado Lily a Tyler?

—No lo sé.

—Joder, Zack —mascullo. Sin previo aviso camino hacia el coche. Él me sigue preguntando qué hago. Me monto sin dar explicaciones y arranco. Zack abre la puerta del copiloto y me mira con cara de pocker—. O subes, o te vas.

—Pero...

—Ni pero ni nada, Zack. Sube al jodido coche y cierra la puta boca —digo, con dureza. Más tarde me disculparé con él, ahora no hay tiempo que perder—. ¡Hemos picado, joder! ¡Sólo querían hacernos perder el tiempo!

—¿Qué coño estás diciendo? ¡Tenemos la oportunidad de subir a su apartamento y partirle la cara y estamos en un coche sin rumbo! ¿Me puedes decir a dónde vamos?

—A casa de Natalia —me limito a decir, pero luego añado—. ¡Esa tía está como las maracas! ¡No hay que ser muy listo para saber que le ha dado la ubicación de Natalia! ¡Por sí sólo el no podría dar con la ubicación de su apartamento, no sin antes pasar por el tuyo, joder!

Nosotros Nunca [YA EN PREVENTA]Where stories live. Discover now