Octavo capítulo

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Cuando me giré, Adam estaba bloqueando mi llegada hasta la puerta de casa de Blake.
Cuando lo esquivé para poder entrar, sus brazos me rodearon sujetando los míos contra mi cintura.
La ansiedad me invadió; y entre llantos, me di cuenta.
Estaba reviviendo la escena de la noche anterior con aquel tipo asqueroso; esta vez con la cara de Adam.
Estaba soñando.
Con todas mis fuerzas, intenté despertar; pero mis esfuerzos resultaron ser en vano; estaba atrapada en esa pesadilla.

De pronto, sentí como alguien me zarandeaba, y, por fin, mis ojos se abrieron. Era Nora.

—Lex, he tenido que venir a despertarte todas y cada una de las noches desde que hemos llegado aquí. Siempre me despierto con tus gritos; y estoy cansada de que me digas que estás bien.—Antes de que Nora pudiera seguir hablando, puse mi mano en su hombro, la miré intentando transmitirle calma; aunque fue complicado, ya que todavía sentía los brazos del innombrable sujetándome con fuerza; pero lo conseguí.
—Nori, estoy bien.— Ella hizo el amago de hablar, pero yo seguí hablando. —De verdad, durante el día estoy bien. No entiendo por qué me pasa esto por las noches.—Después de replantearse si creerme o no durante unos segundos; volvió a hablar.
—¿Pero, de verdad no recuerdas ninguna de las pesadillas?
—De verdad, no consigo recordar nada de ninguna de ellas. — Nora suspiró.
—Bueno, algún día dejarás de tenerlas, supongo.— Me dedicó una sonrisa, expresando esperanza.—Hasta entonces, vendré a despertarte cada vez que te escuche gritar.—Después de darnos un abrazo, las dos decidimos bajar a desayunar antes de vestirnos. Al fin y al cabo; era sábado. 

Cuando llegamos a la cocina, Selene ya había preparado café, y estaba desayunando.
Nos servimos una taza, cogimos la leche de la nevera y un par de sobres de azúcar para cada una, y nos sentamos a charlar con Selene.

—¿Qué tal tu primer día en la Universidad, Lexa?—Selene me sonrió.—Al final, ayer solo nos vimos en la fiesta, y apenas estuviste media cuarenta minutos; de los cuáles desapareciste durante veinte.—Miré a Selene, que me observaba expectante.—¿Dónde estuviste?—Antes de que pudiese responder, picaron al timbre.
—Abriré yo.—Nora se levantó y se dirigió hacia la entrada para abrir la puerta. Miró por la mirilla, y, después, volvió a la cocina.—Es Caín.—¿Y por qué picaba al timbre de su propia de su casa?
—¿Pero, Caín no tiene llaves?—Miré a Selene, esperando una respuesta. Después de dudar unos segundos si responderme o no, decidió hacerlo.
—Su padre le quitó las llaves antes de marcharse.—Selene hizo un gesto con la cabeza, intentando quitarle importancia al asunto.—Digamos que, no tienen muy buena relación. El padre de Caín tiene cero confianza en él; y no le juzgo.—Sin darme tiempo ni a pensar en lo que Selene acaba de decir, el timbre volvió a sonar; esta vez, repetidas veces.

Sin decir nada, me levanté y me dirigí hacia la puerta. Cuando abrí, Caín estaba detrás, con una sonrisa.
—He pensado que podríamos comer juntos hoy.—Caín me dedicó una sonrisa de lujuria de aquellas que tanto me gustaban.—Como amigos, claro.— Aunque noté como mis piernas se debilitaron, decidí ser fuerte, y cumplir con lo que había dicho que tenía que hacer para que nadie volviese a destruir mi corazón.
—Creo que no podemos ser amigos, Caín.—Su expresión se tornó seria; y la duda invadió su rostro.
—¿Qué? ¿Por qué? No lo entiendo. Ayer dijiste…—Antes de que pudiera terminar de hablar, le interrumpí.
—Sé lo que dije ayer, Caín, justamente por eso te digo esto. Te dije que no podía confiar en nadie; y tú, en lugar de demostrarme que mereces mi confianza, te marchas con la primera que pasa por delante, y me dejas tirada cuando se suponía que nos lo estábamos pasando bien.—Noté que estaba mezclando las emociones, así que decidí dejar de hablar; antes de decir alguna tontería. Cuando me dejaba llevar por las emociones, podía ser muy peligrosa.
Caín me miró con incredulidad.
—¿Es por eso, Lexa? ¿Por que me fui con Crystel?—Caín se acercó a mí, y yo retrocedí. Al ver mi reacción a su proximidad, puso expresión decepcionada, y él también retrocedió.—Puedo explicártelo.
—Es que no tienes que darme explicaciones de nada; porque no somos nada. Solo hemos tenido sexo; y eso es algo que has tenido con muchas chicas; para ti no es nada especial.—Caín me miró con tristeza, y sentí que mis fuerzas flaqueaban; así que decidí terminar con la conversación.—Es mejor que no volvamos a hablar. Haz como si no me hubieses conocido nunca.—Después de decir eso, cerré la puerta.

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⏰ Last updated: Oct 26, 2023 ⏰

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𝐄𝐒𝐐𝐔𝐈𝐕𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐄𝐋 𝐃𝐎𝐋𝐎𝐑Where stories live. Discover now