María
- Mm... Huele delicioso. ¿Por qué me dejaste dormir tanto? Ya es casi mediodía -
Me quejé algo somnolienta. La sorpresa de haber dormido tanto me tomó desprevenida. Después de una ducha rápida para despejarme, fui a buscar a Tom, que estaba preparando el almuerzo. Me acerqué por detrás y lo abracé, apoyando mi rostro en su espalda.
- Buenas tardes, perezosa... Necesitabas descansar, así que te dejé dormir. Aunque pensé que te despertarías antes -
Tom respondió dulcemente. Apagó la cocina y se volteó para besarme, un gesto que siempre me hacía sentir especial.
- Dios, me estoy convirtiendo en una marmota... Es domingo, ¿no almorzamos con tus padres? -
Pregunté acurrucada en su pecho, porque cuando me abrazaba me sentía tan contenida, era una sensación increíble.
- No... Les dije que hoy nos quedaríamos en casa, quiero paz... Un día completamente solos - Respondió en tono suave sin soltarme.
- Me gusta la idea... ¿Por la tarde, podemos ir a patinar al parque? -
Me separé un poco y le pregunté sonriendo. Me miró entrecerrando sus ojos un poco, como si estuviese deliberando.
-Yo corro, y tú patinas, pero despacio. De lo contrario, juro que nos volvemos, sé que sabes lo que haces, pero me pone nervioso - Agregó con total sinceridad, lo que me hizo reír de inmediato.
- De acuerdo... Y para que veas que cumpliré mi promesa, llevaré mis patines de paseo, ¿feliz? -
Pregunté sin dejar de sonreír.
- Algo... Ahora toma asiento, vamos a comer, ya todo está listo -
Me acompañó hasta la mesa, que ya estaba dispuesta, y no me dejó ayudarlo en nada. Me sentía un poco inútil porque lo observaba mientras se movía para traer lo que faltaba. A pesar de su imponente estatura, se movía con agilidad y gracia. Cada uno de sus movimientos parecía lleno de seguridad y elegancia. No sabía cómo explicarlo, pero era absolutamente hipnotizante. Era increíblemente sexy.
- Muñeca... Tengo una duda... ¿Confías en mí?-
Preguntó Tom mientras almorzábamos. Su pregunta me sorprendió, así que dejé mis cubiertos a un lado y lo miré con asombro.
- Creo que llegas tarde con esa pregunta, ¿no crees? Me casé contigo, y estamos esperando un hijo, todo en tiempo récord... ¿Tú qué crees? -
Respondí alzando una ceja, lo que hizo que él se riera de inmediato.
- Ok, tienes razón, mal formulada la pregunta... Voy de nuevo. ¿Por qué me ocultas cosas? -
Preguntó Tom, dejando de reír. Se lo veía serio, aunque no estaba molesto. Aunque lo disimulaba todo y nadie lo descifraba, yo ya había aprendido a ver sus ínfimos gestos cuando se molestaba.
- ¿De qué hablas? ¿Por qué ocultaría algo? -
Pregunté, algo nerviosa. No podía haberme descubierto... No había manera. No me gustaba ocultarle nada, pero estaba dispuesta a cuidarlo de la manera que fuera necesaria.
-Tienes una nariz pequeña y preciosa... Y si sigues mintiendo, te crecerá como a Pinocho. Pero quizás necesite ayuda, supongo que no mientes, sino que lo olvidaste. ¿Quién es David Rommers? -
Preguntó de inmediato, y solté el aire que estaba conteniendo. Por suerte, no hablaba de lo que yo pensaba.
- Ah, pero no te oculto por nada en especial, solo porque no me pareció importante. Es un agente de bienes raíces, y mi madre me enseñó a lidiar con ellos, así que no te preocupes por eso... ¿Y tú cómo sabes de él?-
YOU ARE READING
Ahora... tú
RomanceAhora tú... Pretendes entrar en mi vida. Ahora tú... Pretendes curar mis heridas. Ahora tú... Pretendes ocupar mi corazón... Ahora yo... Decidiré si puedes hacerlo, si jamás permitirlo o simplemente me rendiré ante ti.