Castigo

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Tom:

— Estoy empezando a creer que Mijaíl y sus amigos quieren hacer crecer la población de Rusia... Todo lo que les complica, lo envían allí.

Estábamos con Erick en la cabina del avión, y se burlaba porque Mijaíl y Lucca iban a enviar a la esposa de Chester allí; ya tenían dónde ubicarla y todo. Las otras dos mujeres creyeron que éramos policías o no sé qué. Eran extranjeras y al parecer no querían estar ahí, así que una de ellas nos pidió que la trajéramos a nuestra ciudad porque tenía familia y quería vivir aquí. Las dos venían con nosotros.

— Esa mujer es tan culpable como los demás, así que no me la nombres... Prefiero pensar que está muerta —

Respondí alistando los controles. Ya estábamos cerca de la ciudad; en menos de media hora llegaríamos.

— Piensa que tu hermana y su hija van a reencontrarse. Eve seguro se encargará de lo legal, o Harry, así que no será problema. Por un tiempo, nadie va a molestar; han perdido poder y la mitad de su gente... Dedícate a María, relájate un poco y luego iremos por el resto-

Agregó Erick soltando un suspiro.

— Ni tanto, apenas llegué, me encargaré de sacar a Lizzie del medio. O va tras las rejas o al más allá, pero debe desaparecer de una buena vez. Ya no quiero saber los porqués de nada, solo que se termine-

Resoplé molesto; ya la había dejado correr demasiado.

— ¿Puedes dejar de enviarle gente a San Pedro? El hombre debe estar tapado de trabajo-

Me regañó Erick, estaba molesto, pero no era conmigo.

— El mal humor que tuviste fue insoportable. ¿Por qué no haces las paces con Blanca de una vez? Solo pierdes tiempo. Sabes que seguirás a su lado, amas a esa mujer. El tiempo que pierden enojados no lo van a recuperar. Si es por mí, dile que tiene razón, que hablaste conmigo y soy terco, y no quiero escucharte... Y lo del niño... No sé, piénsalo. Aunque sea, no te niegues. Tómate un tiempo y piénsalo, luego lo hablan más tranquilos-

Sabía de su discusión con su esposa porque fui al único que le dijo. En realidad, siempre lo hacía, porque sabía que yo no abría la boca, y si alguien decía algo, yo sabía fingir muy bien el no saber la situación.

— Te agradezco, pero no. Apache, Baby debe entender alguna vez que no todo es como ella quiere. Si no tiene razón, debe aprender a aceptarlo, no a enojarse. No voy a culparte para que ella se calme. No es lo correcto, debe aprender-

Me dijo mirándome de costado.

— Convengamos que tú no eres muy pedagógico a la hora de explicar algo. Quizás ella no entienda, pero tú no ayudas mucho. De verdad, la paciencia es una virtud. Trata y verás cómo todo mejora. Explícale lo que hablamos y entenderá, y de tener otro hijo, te entiendo. Quizás sea pronto, pero no quiere decir que te niegues para siempre. ¡Escucha a tu esposa, no seas terco!-

Lo regañé y él negaba con su cabeza.

— ¡Le dije! Le expliqué y no sé en qué momento entendió cualquier cosa. Y lo del niño, yo no quería hijos. Cedí por ella. Amo a mi hijo, admito que es increíble. Pero ya está. De no querer hijos, cedí a tener uno, ahora es su turno. Que ceda ella, ya no más-

En parte, lo que decía Erick era verdad. Siempre dijo que nunca tendría hijos, y ahora era padre.

— Erick... Tienes miedo, amigo. Estás aterrado de que tu hijo sufra o de que a Blanca le pase algo, ¿verdad?-

Le pregunté sin mirarlo, para que me dijera la verdad sin sentirse presionado.

— ¿La verdad? Sí... Tengo mucho miedo. Estamos bien, ambos están bien, y eso me da paz. Pienso diez millones de veces al día cómo voy a proteger a mi hijo, y sé que no podré hacerlo de todo... ¿Imaginas si tuviera dos? No, gracias.-

Ahora... túOnde histórias criam vida. Descubra agora