12. Primero el equipo, luego el resto

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Dormir en la caravana no era lo más cómodo del mundo. Pese a que era grande y había camas para todos, el espacio era bastante reducido. Por eso pasábamos la mayoría del tiempo fuera, en unas sillas plegables y una mesa que llevábamos siempre en el vehículo. Durante el día la situación era más llevadera por eso mismo, pero por la noche no existía ni la privacidad ni el silencio, roto constantemente por los ronquidos de los chicos. Himchan era el que más roncaba con diferencia, así que dormí mejor que nunca en el vehículo una vez se marchó, pero seguía quedando ese otro pequeño detalle...

La cama que compartía con Yoongi era ridículamente pequeña. Ambos habíamos aceptado dormir ahí ya que siempre lo hacíamos pegados y preferíamos dejar una de las grandes para los demás. No era un problema, porque sentir la calidez de Yoongi envolviéndome era lo único que me hacía conciliar el sueño tras un atraco. Lo que sí que era un inconveniente, sin embargo, era que cuando no tenía su cuerpo pegado al mío, abandonaba esa burbuja en la que solo estábamos él y yo para poder escuchar con más claridad todos los ruidos a mi alrededor. Y me despertaba.

No sabía a qué hora abandonó la cama, pero fue temprano. Lo suficiente como para pasar un par de horas dando vueltas en un colchón que de repente era gigante, escuchando el ruido de unas teclas que sonaban como tambores y unos ronquidos que parecían rugidos. Y yo me quedé ahí, esperando que el ruido de las teclas (que sabía que venía de él) me diese tanta calma como su cuerpo; porque seguía ahí, en la misma estancia que yo, solo que demasiado lejos.

Y más o menos lo conseguí; dormité hasta que las teclas siguieron sonando y mis fosas nasales recibieron el olor de comida recién hecha. Pan. Y ahí me incorporé para comprobar lo que mis sentidos ya me habían dicho: Yoongi estaba sentado en la butaca frente a la mesa, concentrado en el ordenador que había sobre esta, y en la cocina había una sartén y un par de platos secándose.

—Buenos días —murmuró mi novio sin despegar la vista de la pantalla—. ¿Has dormido bien?

—No mucho —confesé—. ¿Y tú? ¿Has dormido?

—Un poco —dijo—. Hay mucho por hacer, Gi, ya sabes que...

—Lo sé, lo sé —le interrumpí, y me bajé de la cama mientras me frotaba un poco los ojos—. Pero podrías haber esperado un par de horas más, Suga...

—Estoy bien, Gi, no te preocupes —insistió, y ahí sí que separó la mirada del portátil—. Jungkook ha estado haciendo el desayuno; sal fuera y come algo. Con suerte esta noche tendremos nueva casa, así que tenemos unas horas para descansar hasta entonces.

—Todos menos tú.

—No te preocupes —repitió—. He desayunado ya, luego me tomaré un descanso.

Sabía que no lo haría. Llevaba los suficientes años trabajando con él como para saber que no descansaría hasta tener el plan perfectamente formado. Y una vez lo tuviera, solo descansaría el tiempo necesario entre preparaciones.

Lo aceptaba, porque así era él, pero también notaba que la cosa había empeorado desde aquel disparo; apenas dormía, ni siquiera le veía comer y, desde luego, pasaba mucho menos tiempo conmigo que antes. Pero intenté creer que sería algo temporal porque significaba que estábamos acelerando las cosas y eso nos dejaba más cerca del final de esta vida de atracos.

Por eso fingí que le creía, asentí y salí al exterior, donde todos los demás estaban congregados alrededor de una diminuta mesita con un plato a rebosar de... tostadas francesas, sí.

—Buenos díaaas, Gi, ¿has visto qué maravilloso día hace después de un atraco exitoso? ¡Encima con desayuno recién hecho! Adivina quién lo ha hecho.

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2023 ⏰

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