Capítulo 5

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✧EL MATRIMONIO DE LA PRINCESA✧

 

 

—¿Ya llegamos?—Volvió a preguntar Tobías por la vigésimo cuarta vez en el día.

—Cuando termines de contar las hojas de los árboles llegaremos—Fue mi simple respuesta en un tono desinteresado.

—Pero ya me aburrí de contar hojas, Emerald—Se quejó otra vez el polluelo.

Debo de admitir que el nombre se me ocurrió por el vestido de la princesa.

—Entonces cuenta tallos de hierba. Seguro te mantiene entretenido—Resopló Ambrose, cuya lectura volvió a ser interrumpida por la voz de su hermano.

—Ponte tú a contar tallos y dime cuán divertido es—Tobías le sacó la lengua en respuesta y Ambrose por supuesto que lo imitó.

—Lengua fuera se corta mejor—Les recordé a los dos sin tan siquiera dirigirles la mirada.

De inmediato cubrieron sus bocas con sus manitas y sus ojos azules me miraron con un terror infantil. Una pequeña risilla desvió mi atención del bosque. Delante mía seguía sentada la princesa con una pequeña sonrisa, divertida por la situación.

—¿Qué es esa forma de criar a niños?—La voz tosca de Argus ladró con desaprobación.

—Mejor que enviarlos a una guerra, ¿no crees?—Sonreí con sarcasmo pese a que no podía ver mis labios por la máscara.

Desde que recogimos a Ambrose y Tobías de la casa de Daim, habíamos viajado por un día y una noche sin detenernos. Probablemente dentro de poco deberíamos montar un campamento para descansar. Sin embargo, había algo en el bosque que me hacía vacilante sobre quedarnos en él.

Algo en lo profundo de mis huesos... un pálpito... me decía que no era seguro permanecer quietos en un lugar. Sabía que no se trataba de los feéricos. En esta parte del bosque solo había hadas menores que simplemente vagaban entre los árboles y jugaban con los animales. El único motivo por el que nos atacarían sería si las provocábamos, lo cual no dudaba que algún soldado fuera a hacer eventualmente.

Nuestros caballos se detuvieron cuando un animal apareció en medio de nuestro camino. Un enorme espécimen de lobo nos observaba con sus ojos ámbar bien atentos. Su pelaje era una mezcla de castaños y grises que lo ayudaban a camuflarse entre los troncos de los árboles. Y en su boca sostenía con fuerza su presa: un cuervo negro.

Gruñó en nuestra dirección, mostrando aún más los dientes ensangrentados que se clavaban en el cadáver del pájaro. Esos ojos ambarinos se posaron en mí y no me atreví a romper el contacto visual. Había algo en él que me hacía sospechar que no se trataba de un animal común y corriente. Sin embargo, tampoco me daba la sensación de que fuera algún hada.

—No puedo entenderlo. Es como si hablara un idioma completamente diferente al resto de los animales—Me susurró Anjana rosando su pico contra mi oído.

Pero no le presté atención a ella, que seguía en su forma de lechuza colgada en mi hombro. Ni siquiera cuando escuché el tensado de un arco y flechas... No aparté mi mirada de aquel animal. Simplemente alcé una mano para detener al arquero.

Nunca antes el bosque se había vuelto tan silencioso. Ambrose y Tobías por una vez se habían callado, curiosos por el ambiente tenso. Eso me permitió vislumbrar el pequeño resquicio de magia que emanaba del depredador. Cuando la realización me golpeó, el lobo dejó de mirarme y, como un relámpago, se adentró más entre los árboles, donde ya no podíamos verlo.

NAMELESS -just a little fairy tale-Where stories live. Discover now