Nayoung

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No sé ni cómo decirlo, ni confesarlo, pero hice el amor con mi hermana Nayoung.
Aquella noche había caído ante la tentación de la lujuria con ella, era su cumpleaños, habíamos hecho una fiesta para ella, sin embargo no conté como esa noche ella se había puesto preciosa, llevaba un vestido blanco corto, que hacía relucir sus piernas, y su escote sus preciosos senos.
Suspiré, no sabia que yo tenía a una mujer tan sensual cerca a mi.

Esa noche yo acaparé la atención de mi hermana, bailé toda la noche con ella y tenerla tan cerca me provocaba bastantes cosas. Nayoung me miraba fijamente, es una chica coqueta y tal vez eran las copas pero ella me decía si podía acompañarla a la habitación, sin preguntar acepté asi que nos fuimos de la fiesta sin que se dieran cuenta.
Una vez en la habitación ella me tomó del rostro y me besó, estaba sorprendido, no me había esperado eso, pero... besaba bastante bien y no podía evitar tener una erección por ella, así que sin más la abracé y le correspondí a sus besos.
Luego de ello le había quitado el vestido y con mi lengua pasé por todo su cuerpo, pero lo que más disfruté es estar bebiendo de ella en medio de sus piernas, aquellas tan suaves y exquisitas que había deseado, las acaricié y ella se estremecia y gemía.
Puedo decir que lo más delicioso de Nayoung son sus piernas, estar entre ellas es un paraíso de placer, probarla, saborearla y sentír el calor de sus muslos en mi rostro ahogándome es una de las sensaciones más exquisitas y placenteras.
Luego de ello estaba encima de Nagyoung, me deleitaba con sus proporcionados senos, los mordí y los lamí, son un par de manjares exquisitos, los deleité cómo nunca mientras me movía dentro de ella y mis manos acariciaban sus piernas bajo las sábanas.

Al final, luego de tener esos momentos de pasión intensos pensé que todo terminaría, y solo sería un secreto de los dos, pero no. La tenía abrazada y acariciaba su cabello, Nagyoung es una mujer preciosa y tenerla en mis brazos después de haberla hecho mía, era una sensación de jubiló, y en esos momentos comencé a besar sus mejillas y sus labios sutilmente para luego hundir mi rostro en su cuello, aspirando su exquisito aroma y diciéndole que la amaba. Ella en ese momento me abrazó y me susurró que le había encantado estar conmigo, que recuerde siempre esos momentos porque son una prueba de nuestro amor secreto.

Dulces AmantesWhere stories live. Discover now