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—¿Preparada para hacer esto doctora Domínguez?.—Preguntó la cirujana pediatra mientras ambas restregaban sus brazos con la escobilla en los lavabos quirúrgicos.

—Algo nerviosa, pero lista.—Respondió la de ojos miel sonriendo contra el tapa bocas que ya traía puesto.

—Pues hay que hacerlo.

Secando sus manos con una toalla azul, la cirujana pediatra le dio una última mirada de entusiasmo a la residente antes de adentrarse al quirófano a través de la puerta automática. Mientras terminaba con su limpieza Brisa observó a través del cristal como Kira era preparada y sedada para la operación, difícil cirugía que Angie Velasco llevaría a cabo. La pelinegra ya se encontraba dando órdenes del otro lado asegurándose de que todo estuviese en su lugar antes de dar inicio a una cirugía que seguramente se convertiría en una de las más importantes en toda su carrera.

Brisa se apresuró a estar presente al interior de la sala y tomó su posición a la izquierda de la neurocirujana.

—¿Quién va a reemplazarte?.—Preguntó Angie acomodando el microscopio quirúrgico asegurándose de ver bien a través de las lentillas de éste.

—¿A qué te refieres?.—Brisa no comprendía las palabras de la ojimarron.

—Estaremos muchas horas aquí dentro doctora
Domínguez, necesitarás a alguien que pueda tomar tu lugar para que puedas estirar las piernas e hidratarte.—Ella tenía razón, pero la residente no estaba dispuesta a perderse absolutamente nada de la cirugía.

—No es necesario estaré bien.—La azabache alzó una ceja desviando la mirada hasta Barbara quien sólo se encogió de hombros.

—Bien equipo, aquí vamos. No permitiré que esta niña queda paralizada sobre la mesa de mi quirófano así que más nos vale sacar ese feo tumor de su cuerpo para siempre.

—Amén.—Contestó la cirujana pediatra muy desesperada por comenzar ya.

—Bisturí diez.

Y con aquellas palabras, la gran aventura había comenzado y todos permanecían expectantes esperando ver a lo que se enfrentaría por el resto de las horas del día.

Había demasiado silencio dentro de aquel quirófano para Brisa y ésta comenzó a removerse en su lugar algo incómoda después de la primera hora. En cuanto la solución fluorescente fue inyectada en busca de la iluminación del tumor las respiraciones parecieron cortarse.

—¡Luces fuera por favor!.—Pidió la ojimarron ansiosa por estar frente a frente con su rival.

—¿Es que no dió resultado?.—Susurró la castaña en cuanto vio cómo una gran masa se iluminaba en medio de la columna vertebral de aquella niña.

—No. Todo ese es el tumor.

Muchos ahogaron exclamaciones mirándose entre ellos con evidente asombro. Angie tragó con fuerza bajo su tapa bocas sintiéndose algo intimidada por aquello que la desafiaba, pero no estaba dispuesta a dar un paso atrás.

Debía arriesgarse, era todo o nada.

Debía arriesgarse, era todo o nada

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