Día quince: Efímero.

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Nota: AU Fantasía. Continuación del día catorce: «Limerencia».

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Fuli estaba comprometida.

El mundo entero se quedó en silencio y el cuerpo de Kion tan quieto que Fuli temió que hubiera dejado de respirar. Aun así no se atrevió a abrir los ojos. No podía. No lo haría.

Él parpadeó. Una. Dos. Tres veces. Sus labios se abrieron, pero nada salió de estos. Inspiró. ¿Comprometida? Pero eso no... eso no podía ser posible. Exhaló. No podía ser posible.

Abrió la boca nuevamente, pero lo único que salió de sus labios fue una carcajada. Se rio. Soltó la cadera de Fuli y sus manos unidas y se las llevó al estómago.

Fuli abrió sus ojos, confundida.

—¿Te estás riendo?

—Oh, vaya que sí —se secó una lágrima—. Ha sido el mejor chiste que haz contado en tu vida, princesa. No te creía tan graciosa.

La princesa heredera frunció el ceño.

—No era una broma.

—Sí, claro —Kion dio un paso hacia ella y ladeó la cabeza, la sonrisa aún en su cara—. No estarás hablando en serio. Eso no es posible.

Fuli abrió la boca. ¿No le creía? ¿De verdad? Cruzó los brazos sobre el pecho.

—¿Ah, no? —se acercó un poco a él—. ¿Por qué te cuesta tanto creer que estoy comprometida con otra persona? —inquirió.

—Porque tú me quieres —dijo el príncipe. Fuli arqueó sus cejas—. Y no es posible que te hayas comprometido con otro a menos que... —su corazón dio un brinco y sintió el alma caérsele a los pies—. Amenos que te obligaran.

Fuli asintió. Agachó la cabeza y vio como la tela de su combinación se le pegaba al cuerpo. Tragó saliva.

—Mi padre... él arregló mi matrimonio desde que nos enteramos de mi destino.

—Pero eso fue cuando eras una niña —Fuli asintió—. ¿Por qué hacer eso?

—Porque al casarme con el príncipe del bando enemigo, tendría una mejor oportunidad de reunificar al reino.

Kion se tambaleó hacia atrás tan repentinamente que por un momento la princesa pensó que se caería bajo el agua. Él la miró con los ojos bien abiertos.

—Por favor no me digas que es él —al ver el terror en la mirada de Kion, inmediatamente Fuli supo a quién se refería y negó con la cabeza—. Pero entonces eso significa que... No —fue el turno de él de negar con su cabeza—. No. No. Eso no puede ser cierto. ¡No te puedes casar con Azaad!

—¡Tú no decides con quién me voy a casar, Kion! —exclamó. Estaba harta de todo—. ¡Yo ni siquiera lo hago! Esto estuvo decidido desde hace mucho tiempo, incluso mucho antes de que nos conociéramos.

Kion cruzó el espacio que los separaba y posó su mano en su mejilla.

—¿Pero casarte con el príncipe de Montambis? Fuli, Janja parece hasta una mejor opción si lo pensamos bien —ella bufó, el príncipe de Outlanders era un idiota—. Él te va a matar si encuentra la posibilidad. Todos saben que él ansía este poder desde que se enteró de tu existencia. Casarte con él sería...

—Un maldito infierno —terminó por él, cerrando sus ojos con fuerza—. Ya lo sé, ¿de acuerdo? Pero mi padre... él no conoce cómo es Azaad, ni lo que hará si me hace suya. Y no puede romper este compromiso, lo firmó con sangre.

PROVOCATIO | Kiuli.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora