Show

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"Tiene toda una vida por delante para colocarse al día con esta, el show debe continuar."

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Acomodó su traje mientras observaba su reflejo en el espejo, pasando una mano por su cabello mientras sus orejas de oso se ocultaban en sus hebras oscuras. Hoy se trataba de un día especial, la tercera entrega de su programa con otro invitado, uno que viene por sugerencia de su última invitada, Rivers.

El nombre de su invitado le resulta conocido, pero sus memorias son un revoltijo y es algo que aceptó que no podría cambiar, hace meses recuperó el control de su vida apenas, pero los estragos permanecieron aún incluso el tiempo pasó; miedo a las lluvias, debilidad a los ruidos fuertes y claro, su adicción.

Sacudió un poco el frasco de pastillas de su camerino y tomó una píldora antes de salir, sonriendo instantáneamente para encontrarse con su asistente, quien le informó respecto a algunos cambios y que su invitado ya se estaba cambiando en su respectivo camerino. Asintió a la información y su asistente se retiró.

Fue en el momento en que miró su reloj que su invitado especial salió del camerino, levantando la mirada para observarlo, teniendo una sonrisa instintiva que flaquea por un momento mientras el dolor de cabeza lo azota por unos segundos. Sacude su cabeza un poco para disimular el dolor, pero cuando su atención regresa al rostro del castaño, él lo ve como si estuviera mirando a un muerto.

Comúnmente estrecha su mano con sus invitados, les ofrece un recorrido por el estudio y si es necesario alarga un poco el tiempo para que la producción se prepare, hasta llegan a jugar a las escondidas; sin embargo, está callado, sus ojos examinando su figura por debajo de sus lentes oscuros. Puede vislumbrar un traje de Spiderman asomarse debajo del traje mal arreglado que se ha colocado, su cabello castaño es un desastre que la vincha azul que posee apenas logra sostener, y su mirada por alguna razón está llena de emociones que no puede describir.

Se siente extraño e incómodo.

¿Qué onda? — le ofrece su mano para que pueda estrecharla, sonriendo sutilmente en espera de que su gesto sea aceptado; más su invitado baja su mirada lentamente a su mano, regresando seguido a su rostro, una vez más le da la sensación de que está viendo a un fantasma, pero no está muerto, al menos no ya — Roier, ¿No?

La única respuesta que recibe es el silencio, y aunque aún su cabeza duela, maldice a Rivers por sugerir que invitara a un chico rarito; la próxima vez invitará a algún random.

¿Te parece si vamos al estudio? Capaz ya está todo listo — sugiere señalando el largo pasillo, no esperando una respuesta de su parte cuando ya está dirigiéndose hacia allá; por más que su invitado no fuera lo esperado, el espectáculo debe continuar y tiene esperanza de que el recuerdo de ganar dinero haga reaccionar al castaño.

¿Spreen?

Cuando se gira a mirarlo, toda idea de continuar el espectáculo se esfuma.

Por un segundo, el castaño está en un campo en medio de la noche, con lágrimas en sus ojos mientras una herida cruza su pecho y un pelinegro está gritando a su lado. La imagen se esfuma tan pronto como parpadea, pero la sensación de angustia y los susurros de un demonio en su oreja permanecen por unos segundos más.

Su vida antes de la simulación es borrosa, muchos recuerdos fueron ocultados en el fondo de su mente con el fin de ser liberados únicamente con una píldora especial que necesitaba craftear para traer de regreso a alguien; esa fue la imagen que le vendieron. Sabe que simplemente sus memorias están bloqueadas, solo necesitan ser manipuladas para desbloquearse, pero una vez escapó de la nave no quiso que nadie más jugara con su vida.

Jamás le dio importancia de igual forma, en ocasiones consigue recordar algunas cosas, amistades y lugares. En ese momento varios recuerdos son desbloqueados, cual cofre del tesoro siendo abierto para revelar el misterio de su interior.

Estabas muerto... — las palabras de Roier apenas son audibles, musitadas con dejes de incredulidad — Tú desapareciste, te dieron por muerto porque era imposible salir de la isla — el castaño buscó acercarse, asegurarse de que el pelinegro era real y no una broma de su amiga que le invitó a ir, diciendo únicamente que le vendría bien ver a viejos amigos.

¿Y vos cómo lograste salir? — desconoce porque se siente repentinamente a la defensiva, retrocediendo mientras su ceño se frunce; el menor parece notarlo porque evita acercarse más, suspirando antes de continuar.

Han pasado muchas cosas desde que te fuiste... — es lo único que dice, evitando completamente la explicación, pues no desea pasar horas explicando algo que el híbrido de oso no entendería.

Yo jamás me fui... — y una vez dichas palabras abandonan sus labios, su cuerpo tenso se relaja — No por cuenta propia — sonríe con amargura, las imágenes de sus recuerdos reproduciéndose cual película en cámara rápida, sin tiempo a asimilar mucho las cosas; el menor nota esa reacción, su mirada llenándose de culpa como si él hubiera sido culpable de lo que le sucedió — Nomás me secuestraron, pero chill, ya me escapé.

Nadie tuvo la culpa, sólo tuvo la mala suerte de ser el más fuerte de la isla y llamar la atención.

Afrontar sus problemas intentando verle el lado gracioso a todo es un mecanismo al que está acostumbrado a usar, y aunque Roier le mira mal unos segundos, también parece relajarse; por mucho que hubiera estado enojado con él meses atrás, extrañó a su amigo argentino.

Ah bueno, de chill — comentó con gracia el castaño intentando imitar su acento, finalmente pudiendo acercarse para empujar de forma amistosa al más alto, quien se quejó — No mames con razón Rivers me insistió tanto para que viniera a este programa todo culero.

¿Qué me bardeas el programa, hijo de puta?

Y entre risas se encaminan al estudio, pues tienen una grabación por delante y una vez esta culmine, tendrían bastante tiempo para ponerse al día. Spreen es consciente que hay muchas cosas en su vida de las cuales se está perdiendo ante su falta de recuerdos, pero a veces prefiere no preocuparse mucho por ello y afrontarlo a su propio ritmo.

Los momentos llegaran cuando tengan que llegar, y preocuparse por algo que desconoce lo agota mentalmente; no es alguien masoquista para destruirse de ese modo, ya se encuentra lo suficientemente roto como para agregar más problemas a la lista. Prefiere disfrutar el presente, recuperar el tiempo perdido con amigos del pasado y rehacer su vida por mucho que ya no sea completamente humano.

Un experimento que no cumplió con las expectativas pero que hoy en día vaga entre las personas, mostrando su rostro al público y viviendo con el deseo de cumplir sus sueños, empujando al fondo de su mente el pensamiento fugaz de que aquello podría ser incluso otra simulación.

Missa lloró como un pendejo porque su edificio se murió.

¿Cómo que soy su edificio?

Experimento 110 | SpreenWhere stories live. Discover now