Prólogo

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Prólogo 




Toda atracción lleva un proceso, pero la nuestra empezó de una forma única, especial y un tanto perfecta. 

Todo se basaba en lo loco y enamorado que estaba de ti, de alguna forma estoy seguro de que tú lograste sanar algo dentro de mí. Recuerdos borrosos son lo único que me queda ahora de la vez que empezó todo, supongo que con el pasar de los tiempos empiezan a borrarse algunos fragmentos, ¿no?

O tal vez, nuestro mismo cerebro es el que a veces logra hacernos olvidar, es como un mecanismo de defensa, uno que ayuda a curar algo desde los adentros.

Primero empezamos por confianza y afecto...

Se supone que todos inician con una distancia divisora para después adentrarse a lo demás.

Lo sé, entonces esto fue demasiado pronto, pero nosotros ya éramos dos piezas que encajaban perfectamente. Ya estábamos bien escritos el uno para el otro y no teníamos la seguridad de tener nuestro final perfecto, nadie lo tiene ¿verdad?

Los pétalos amarillos caían de los árboles sobre nuestras cabezas, un par de estos se quedaron atorados en mis cabellos mientras reías a carcajadas.

—¿Qué es tan gracioso? —hablé con algo de enfado en mi mirada.

—No, no es nada, solo ríe conmigo.
Luego empezó a existir afecto más seguido.

Recuerdo perfectamente que empezaron aquellos besos en la frente o en la mejilla cada que nos veíamos o nos despedíamos, era gracioso porque solo éramos amigos, pero muchas personas a nuestro al rededor dudaban de eso hasta que se hizo real ¿te acuerdas?

La brisa de la noche era muy leve y agradable, con cada paso que dábamos en esa carretera vacía, tu chaqueta era lo único que me brindaba calor.

—No puedo entender tu lógica —susurró. —Estoy tratando de buscar la excusa para que en día lluvioso hayas traído ropa de verano.

—Bueno, así me sentía cómodo, eso es lo principal, la comodidad ante todo, así llueva o haya relámpagos.

Y aún puedo reírme de lo lento que mi mente procesaba cada una de esas supuestas indirectas que me dabas, sí, debo una disculpa por mi cerebro de maní. 

Podía sentir la mirada clavada de tus ojos azules en mi rostro, no mentía, los nervios me mataban y eso era bastante visible, ¿no?

Después me robaste un beso, carajo, solo de recordarlo, siento como la piel se me eriza de inmediato, luego te robé uno yo... eso ocurrió un par de veces y no voy a negar lo bien que se sentía.

Cada beso era más especial que el otro, era como si aún estuviéramos descubriendo algo más entre nosotros, aún puedo sentir lo cálido que eran tus labios, lo dulce que llegaban a ser en ocasiones y lo agresivos que también se volvían en las noches.

Empezaste a citarme más... incluso pasamos año nuevo juntos, fue algo inolvidable, mi padre no paraba de hacer chistes graciosos luego de eso.

Y vaya que fue una de las experiencias más  increíbles que tuve,  pues ese día confesarte mis sentimientos fue lo mejor que hice.

Escuchar tu sinceridad fue música para mis oídos y entonces, solo entonces, nuestra relación dio inicio.

Recuerdo que al principio fue terrible, todo se nos tornaba grisáceo gracias a cualquier cosa, pero, después, éramos todo un lío y más al ser solo unos simples ¿niños?, de un momento a otro todo mejoro.

Solo por poco tiempo. 
Luego empeoraste primero tú... y no estuve para ti.

Aún puedo recordar lo mal que me sentía cuando tú pasabas por esa complicada etapa mientras yo, ni siquiera, yo no estaba enterado.

Y ahora empeore yo... y tú si estuviste presente para mí. 

Puedo sentir aún el sabor a chocolate del pastel que me llevaste o el sabor dulce de aquellos caramelos, aún creo recordar el aroma de tu delicioso perfume que siempre usabas, tu chaqueta amarilla y cada uno de tus rasgos. También siento aún el calor de la manta que nos acompañó esa noche lluviosa y oscura, cada caricia que obtuve mientras usabas palabras que animaran a la más mínima cosa en ese momento. 

Podría seguir hablando, pero entonces le estaría compartiendo a todos lo genial que eras, y no, no merecen saber más de ti, al menos no ahora.

Ahora las lluvias han empezado al igual que los brillosos y ruidosos relámpagos, solo que esta vez ninguna risa me acompaña en las noches.
No hay más caminatas nocturnas ni carreras en el bosque o en las calles solitarias.

El tiempo se ha encargado de cubrir solo un poco aquel frío incidente en Ámsterdam, aquel día donde la sangre de una persona se había derramado. Aquella noche donde había perdido sentido mi vida, donde había perdido a un amigo, a un compañero y sobre todo a alguien especial.

Claro está que no todo es para siempre, pero, alguien me dijo una vez que los relojes pueden atrasarse, entonces el tiempo lo haría, ¿no es así?

Lo que alguna vez fuimos se desvaneció tan rápido que me fue difícil notarlo en el momento indicado.

Ahora solo queda tu ausencia.

Decir ausencia, es decir olvido, decir tinieblas, es decir, jamás; las aves pueden volver al nido... 

Pero dos almas que se han querido, cuando se alejan, no vuelven más...

¡Por favor!

¡No te alejes!

¡No me dejes!

EL ARTE NOS LLEVÓ A TODO Where stories live. Discover now