Fiesta con problemas

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“Fiesta con problemas”


Ámsterdam, Europa
Jayden

Era una de esas noches en que el cielo estaba despejado y las estrellas brillaban con una intensidad casi abrumadora. Estábamos en el coche de mi papá, un viejo sedán que crujía en cada curva, pero que siempre me daba una sensación de libertad. Marvin, mi mejor compañero, estaba sentado a mi lado, mirando por la ventana. El reflejo de las luces de la calle iluminaba su rostro, y no pude evitar sonreír.

Marvin y yo compartíamos un secreto que ninguno de mis amigos sabía. Habíamos tenido esos momentos, esos besos que habían encendido una chispa que ninguno de los dos podía ignorar. Había una tensión entre nosotros, algo electrizante y, a la vez, terriblemente incómodo, porque sabíamos que esto cambiaría todo si salía a la luz.

—¿Estás listo para la fiesta? —le pregunté, tratando de romper el silencio. Henry me había invitado y me anime a llevar a Marvin.

—Supongo —respondió Marvin, sin apartar la vista de la ventana.

Llegamos a la casa de Henry, donde la fiesta ya estaba en pleno apogeo. Henry, Adrian y Alexander nos recibieron con gritos y risas, claramente ya bajo la influencia del alcohol.

—¡Jayden, Marvin! ¡Finalmente llegaron! —exclamó Henry, pasándonos una cerveza a cada uno.

Marvin aceptó la suya con una sonrisa forzada, y yo noté la forma en que mis amigos lo miraban. Había algo en sus miradas que me hizo sentir incómodo, como si supieran más de lo que dejaban ver.

—Hey, Marvin, ¿cómo van las cosas con Jayden? —preguntó Adrian, con una sonrisa torcida.

—Sí, he escuchado que ustedes dos han estado... cerca últimamente —añadió Alexander, dándole un codazo a Henry.

Me tensé y miré a Marvin, que se puso pálido. Mis amigos siempre habían sido algo molestos, pero esta vez había un filo en sus palabras que no me gustaba.

—Déjenlo en paz, chicos —dije, tratando de sonar despreocupado, aunque por dentro estaba furioso.

—Solo estamos bromeando, Jayden —dijo Henry, alzando las manos en señal de paz—. Solo queremos saber cómo va todo.

Marvin no dijo nada, simplemente se alejó hacia una esquina de la sala. Sabía que esto no iba a terminar bien. Mis amigos no lo dejaban en paz. Cada comentario era una daga, una pequeña incisión que cortaba más profundo de lo que dejaban ver sus risas.

—Vamos, Marvin, ¿cuál es el problema? —insistió Adrian, siguiéndolo—. Somos amigos aquí, ¿no?.

Fui detrás de ellos, sintiendo una creciente ola de rabia y protección hacia Marvin. Esto no estaba bien.

—Basta ya, en serio —dije, poniéndome entre Marvin y mis amigos—. No es divertido.

Henry levantó una ceja, sorprendido por mi tono. —¿Qué te pasa, Jayden? Solo estamos jugando.

—Sí, bueno, tal vez no todos disfrutan de sus "juegos" —respondí, mirando a Marvin, que me devolvió la mirada con una mezcla de agradecimiento y dolor.

La tensión en la sala era palpable. Sabía que, de alguna manera, mis amigos habían descubierto nuestra verdad, y ahora todo pendía de un hilo.

Marvin me miró y susurró —Gracias, Jayden.

Asentí, sabiendo que esta noche cambiaría todo. Mis amigos necesitaban entender que había cosas más importantes que sus bromas. Y Marvin... él necesitaba saber que yo estaría allí para él, pase lo que pase.

EL ARTE NOS LLEVÓ A TODO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora