Un abrazo del cielo: La melodía de la lluvia y las lágrimas

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"Un abrazo del cielo: La melodía de la lluvia y las lágrimas"

Málaga, Europa.
Jayden

Habitación, blanca y fresca, el aire acondicionador era lo único que lograba decir que la naturaleza aún existía o al menos eso me decía a mí.
Los ventanales eran grandes, dejaban ver a otros edificios, también al cielo azulado cubierto por nubes.
Me encontraba sentado en la sala de estar mientras mis padres hablaban dentro de otra habitación con un par de psicólogos.

La mañana se sentía tranquila, despejada y solo un poco abrumadora.
Los nervios se veían reflejados en mi piel pues la tenía erizada, mi frente sudaba y uno que otro cabello se pegaba a ella.

Nuevas platicas, nuevos resultados, eso era lo que se avecinaba, hacia ya días que había empeorado un poco mi malestar en el cuello, me asegure que de mis padres so se dieran cuenta pero vaya que mi intento fallo y lo notaron.
La puerta se abrió dejando ver a mis padres venir hacia mi, la cara de mi madre lo decía todo, por otra parte mi papá solo caminaba despreocupado y envuelto en su realidad.

—Vamos a casa —informó mi madre.

Me levanté de inmediato siguiéndole el paso así como mi padre, ellos no decían nada, solo caminamos hasta el auto, no se cruza palabra alguna por el trayecto a casa y eso era sumamente extraño.
Mi corazón por alguna extraña razón latía como loco, incluso esas ganas de vomitar venían a mi, ¿qué había pasado?.

El aire de la ventanilla del auto entraba a refrescar mi rostro, mis manos aún temblaban pero trataban de distraerse jugueteando con el cinturón de seguridad, mi respiración era entre pesada y calmada; estaba calmando mi cuerpo de manera lenta y ni si quiera tenia la idea de como lo había logrado.

—Esto es una barbaridad —habló mi madre a mi padre.

Era incómodo verlos iniciar una pelea, toda se basaba en reclamos, luego uno metía cosas que no tenían nada que ver y eso me frustraba más y más.

—Por favor cálmate, Elena.

—¿Cómo quieres que me calme? —replicó mi madre más molesta. —No le esta sirviendo nada de esto, es un desperdicio, probablemente ni si quiera tenga sentido ese lugar.

¿Estaban hablando de mi?.

Estaba claro que si, pero la única pregunta que me rondaba era sobre que le habrían dicho a ella para ponerse así.
Para mi el tiempo no corría, pero de nuevo estábamos en casa, ahí donde el show se detenía y finalmente se daban a conocer las verdaderas personas que eran mis padres. Entre a casa y al cerrar la puerta no tardaron en empezar.

—Es increíble que no hayas limpiado la cocina —la voz molesta de mi padre se hizo presente.

Toda tranquilidad se había visto irrumpida cuando pusimos pie en casa, así solía ser siempre, todo fuera parecía ser envidiable, pero aquí, cuando entrábamos a casa era todo un espectáculo.

—Sabes que estuve fuera —empezó mamá. —Ahora lo haré, no te enfades.

—¡Has tenido toda la semana! —aquel grito empezó la discusión.

—Arthur no creas que estoy en casa sin hacer nada, estuve haciendo los demás pendientes —se justificó ella. —Voy a hacerlo ahora, no te deberías molestar.

EL ARTE NOS LLEVÓ A TODO Where stories live. Discover now