Un poco más cerca

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Ya estaba anocheciendo, el aire se sentía cada vez más frío y el ruido de la corriente del agua en el río se intensificaba. Inojin y Shikadai se encontraban sentados justo al lado de la entrada de la cueva, mirando hacia afuera de esta. El azabache había hecho una fogata a la orilla del río y estaba asando 3 pescados, los cuales se encontraban clavados en un palo de madera metido en la tierna, uno era para él, el otro para su mejor amigo y el último...

—Shika, ¿por que estás haciendo todo esto?— Preguntó el rubio abrazando sus piernas y pegando las rodillas al pecho.

—¿Hacer qué cosa?, Jin, lindura, yo solamente he estado pensando en lo que dijo Habakotoba, en cómo salir de este lugar— Le contestó el ojiverde mostrando una pequeña sonrisa.

—Lindura...— Pensó Inojin con un gran sonrojo —Ahhhh ¿¡por qué hace esto!? Me va a traer más loco de lo que ya estoy...este tipo de juegos no me están gustando, me hacen creer que tengo oportunidad— Siguió diciendo Inojin en su mente; estaba muy sonrojado, así que intentó esconder su rostro entre sus muslo, sentía que su corazón latía un millón de veces por segundo.

Shikadai inhaló y un delicioso aroma se desprendió de los pescados que estaban cocinando.—La cena está lista— Afirmó, luego estiró su brazo derecho para alcanzar a tomar del palo dos de los pescados y darle uno al de ojos aguamarina, el otro seguía escondiendo su rostro entre sus muslos, pero sintió un pequeño toque en su hombro derecho, que lo hizo reaccionar; Shikadai le estaba ofreciendo uno de los pescados mientras miraba al frente un poco sonrojado, el menor lo miraba con atención, sin duda alguna, hasta su perfil era perfecto. Inojin, sin dejar de ver al ojiverde, trató de tomar el pescado, pero falló en el intento y en su lugar generó un pequeño roce entre sus manos, lo que hizo que ambos se sonrojaran mucho más, rápidamente, el de ojos aguamarina miró la mano de Shikadai y recibió el pescado para posteriormente darle una mordida.

—Al diablo todo, si ser feliz con Shika significa quedarme aquí de por vida, lo aceptaré con gusto— Pensó el rubio suspirando con la respiración agitada por el pequeño contacto que acababa de tener con el chico que le gusta.

—De verdad lo siento mucho, por lo que dijo Habakotoba, es mi culpa que estemos aquí, pero no tengo intención de olvidar nada— Soltó el rubio sin nada de arrepentimiento.

El azabache volteó a verlo muy sorprendido, miró sus ojos decididos fijamente, no entendía nada.

—¿A qué te refieres?— Preguntó el Nara muy sorprendido.

—¡Solo...!— El Yamanaka procesó por unos segundos lo que le contestaría a su amigo.

—Nada, olvídalo, todos los hombres son iguales, ¡y tú no eres la excepción, Shikadai!— Dijo Inojin indignado para cruzar sus piernas y empezar a comer su pescado como toda una diva.

—¡Pero si tú también eres hombre!— Mencionó el otro intentando no reír por lo tierno que se veía el más pequeño.

—Yo soy la única excepción, corazón— Le contestó el rubio con una sonrisa mandona.

...

La noche se hacía cada vez más fría y la fogata amenazaba con apagarse. Ambos chicos ya habían terminado de cenar y Shikadai fue a darle el tercer pescado al escritor que seguía postrado en una rama del árbol.

—Hey, señor, baje para que cene, nuestro trabajo es llevarlo de vuelta a Konoha sano y salvo, así que tiene que comer— Dijo el azabache en un todo de fastidio.

Rosas Japonesas. (Shikajin)Where stories live. Discover now