1: EL COLMILLO DEL DIABLO

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Ajustándose la máscara de cuero rojo con tachuelas doradas y dos cuernos pequeños emergiendo de la frente, junto con una boca grotesca simulando colmillos afilados, Aidan avanzó por el largo corredor del prostíbulo, sin detenerse.

Era un lugar repugnante, sin lugar a duda. La idea de interactuar con aquellos que trataban a las personas como simples objetos le resultaba insoportable. Cuerpos usados, desgastados hasta el límite y luego reparados, solo para ser exhibidos a aquellos dispuestos a pagar. Era una visión desoladora.

Le traía recuerdos de un pasado que aún lo atormentaba. Un pasado que, a pesar del tiempo transcurrido, seguía golpeándole en lo más profundo de su ser.

Acompañado por su equipo, se dirigió hacia la pequeña puerta de metal que ocultaba a su siguiente trabajo. Pateó una, dos, tres veces, hasta que la puerta cedió, enseguida, entró con la misma serenidad y elegancia de siempre. La muchacha que se encontraba en los brazos de Víctor, el dueño del prostíbulo, saltó y se alejó gritando, presa del miedo y la vergüenza.

Aidan ignoró la risita juguetona que soltó Leonardo detrás de él. Sabía que el chico prefería iniciar un baño de sangre antes que obtener la información necesaria. Aunque la idea le resultaba tentadora, tenía claro que no podía permitírselo... por el momento.

—Cálmate, Minino —le dijo con tono neutral—. No hagas ninguna estupidez.

El muchacho rubio, con reflejos púrpura en el cabello, que no pasaba de los veinte años y llevaba un pañuelo negro con la cara de un león bordada, alzó las manos en gesto de rendición.

—Hoy estamos de mal humor, ¿no? —respondió, burlándose—. Alguien necesita una buena mamada.

—¿Por qué, quieres dármela, mi amor?

—¡Eww, no me digas así! Ya te gustaría, pero no, gracias. No quiero jugar con tu gusanito.

—Y yo que me había ilusionado. —Suspiró con falsa resignación—. Me rompes el corazón, bebé...

—Me asustas, ¿lo sabes?

—Entonces, ¿para qué hablas si nadie te lo pide? —Aidan se dirigió a la única mujer de su grupo y le ordenó—: Reaper, afuera. Vigila que nadie nos interrumpa.

Kendra le enseñó los dos dedos del medio, furiosa, aunque él no podía verle el rostro por la máscara antigás que se lo cubría.

—¡No soy una niña, carajo! ¡También quiero...!

Aidan entornó la mirada. ¿Por qué debían ser todos tan complicados? ¿Acaso era tan difícil acatar una orden? Según su conocimiento, seguía siendo el líder del Noveno Círculo, de modo que merecía tanto lealtad como respeto absoluto. No obstante, parecía demasiado pedir, ya que ninguno de ellos podía seguir sus instrucciones sin antes protestar. En particular ella.

El Colmillo del Diablo | INFERNUM 1 | MPREGWhere stories live. Discover now